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Redacción
Domingo, 01 de Abril de 2018
Biología

ADN cordobés: fuerte presencia aborigen y 4500 años de antigüedad

Una parte del ADN de las personas que hoy habitan Córdoba (Argentina) estaba presente ya entre los pobladores de estas tierras hace miles de años. Esa parte permaneció inalterable a lo largo del tiempo, dando lugar a una continuidad biológica que remarca el origen local, específicamente propio, de los actuales habitantes de Córdoba.

 

Así se desprende de las investigaciones realizadas por un grupo de científicos del Idacor (dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), que intenta reconstruir la historia evolutiva de las poblaciones que habitaron el centro de Argentina, a partir de evidencia genética.

 

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De acuerdo a los resultados, el 76 por ciento de los habitantes contemporáneos de Córdoba posee linaje materno indoamericano, mientras que una proporción menor es de origen europeo (16%) y africano (8%).

 

Esto significa que, por línea materna, la mayoría de los cordobeses tiene antepasados directos nativoamericanos, pertenecientes a los pueblos que habitaban este territorio antes de la llegada de los europeos, en el siglo 16. La prueba de ello está en nuestro ADN.

 

“El análisis del ADN mitocondrial, que se trasmite únicamente de madre a hija, demuestra nuestro vínculo directo con los pueblos originaros”, destaca Darío Demarchi, investigador del Conicet y director del equipo que lleva adelante el proyecto. El especialista precisa que, por línea paterna, la ascendencia es, en cambio, mayormente europea.

 

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(Foto: Argentina Investiga)

 

Los científicos llegaron a esta conclusión luego de obtener más de 1000 muestras contemporáneas recogidas en 20 localidades de las provincias de Córdoba, San Luis y Santiago del Estero, durante los últimos 10 años. El muestreo también incluyó habitantes de la capital cordobesa, cuya extracción de ADN se llevó a cabo en el Laboratorio de Bioantropología, perteneciente al Museo de Antropología de la UNC. A través del hisopado bucal realizado al conjunto de estos voluntarios, lograron rastrear y determinar el origen geográfico de la población.

 

Los investigadores, además, realizaron hallazgos que indican que parte de la población actual de Córdoba (entre el 10 y 15 por ciento) pertenece a un subtipo de linaje autóctono –el D1j–, que sería particular de la región central del país y se habría desarrollado como evolución local, durante el período prehispano.

 

“Encontramos ese mismo linaje en una persona que vivió en la costa de la Laguna Mar Chiquita, en el noreste provincial, hace 4500 años”, explica Rodrigo Nores, biólogo especializado en arqueogenética (estudio de ADN antiguo) e integrante del equipo de investigación.

 

Puesto de otro modo: la gente que habitaba esta región hace miles de años tenía la misma “marca genética” que hoy encontramos en la población cordobesa. “Eso significa que ha habido una continuidad temporal de al menos cuatro a cinco mil años”, apunta el científico.

 

Estos resultados surgen a partir del análisis y procesamiento de 70 muestras arqueológicas catalogadas en un rango de antigüedad de 370 a 4525 años, y distribuidas en la zona de las sierras cordobesas y Mar Chiquita. La mayoría de las muestras pertenece a esqueletos humanos recuperados en los últimos años en el marco del Programa de Rescate Arqueológico, dirigido por la investigadora Mariana Fabra, y a la colección antigua del Museo de Antropología de la UNC.

 

“Al comparar la secuencia arqueológica con la secuencia nativoamericana de la población contemporánea, encontramos una continuidad en los linajes. Es decir, hay patrones genéticos similares entre los habitantes actuales y antiguos”, indica Nores.

 

En opinión de los científicos, los hallazgos e investigaciones realizadas contribuyen a visibilizar una historia muchas veces oculta, y disparan contra cierto sentido común construido en torno al origen de los argentinos. “No venimos sólo de los barcos europeos, como mucha gente cree. Las personas que habitaban estas tierras hace 5000 años continúan haciéndolo. No se extinguieron”, concluyen.

 

Datos sobresalientes del trabajo:

 

La herencia materna indica que la mayoría de los cordobeses (76%) son de origen nativoamericano y, en menor medida, europeo (16%) y africano (8%).

 

Entre el 10 y 15 por ciento de la población de Córdoba tiene una “marca local” en su ADN: pertenece al sublinaje D1j, una mutación regional y particular de las sierras pampeanas.

 

Evidencias científicas demuestran que el sublinaje D1j ya estaba presente en la población de entre cuatro y cinco mil años atrás.

 

La frecuencia de los linajes nativos es mayor en las sierras cordobesas y en la zona de Mar Chiquita, mientras que hay mayor incidencia europea en la llanura pampeana.

 

Cómo se rastrean nuestros antepasados:

 

Para establecer el origen y evolución de nuestra población –correspondiente al período poscolonial-, los investigadores rastrean la herencia materna y paterna, separadamente.

 

¿Cómo? El linaje materno se estudia a través del ADN mitocondrial, que contiene información genética proveniente de la madre y se transmite únicamente de madre a hija, por generaciones (los hombres sólo son portadores). De acuerdo al análisis del ADN mitocondrial realizado por un grupo interdisciplinario de científicos de la UNC, en base a un millar de muestras genéticas contemporáneas recogidas en un screening provincial, la mayoría de los cordobeses tiene origen indoamericano (76%).

 

La herencia paterna, en cambio, se reconstruye a través del cromosoma sexual Y, que es transmitido por el espermatozoide masculino de padre a hijo generacionalmente. El mismo muestreo arroja, para este caso, resultados diferentes: por línea paterna, hay una fuerte presencia de linaje europeo-medio oriente (92%), y muy baja incidencia nativoamericana (6%) y africana (2%).

 

“Ambas herencias cuentan la historia de la población central de Argentina después que llegaron los europeos –apunta el investigador Darío Demarchi–. Muestra que los conquistadores fueron hombres europeos que diezmaron la población nativa masculina y se reprodujeron con las mujeres que vivían en estas tierras”.

 

En el ADN de un cordobés promedio conviven, por lo tanto, los dos orígenes.

 

En América existen cuatro grandes grupos de linajes maternos (haplogrupos) o líneas descendientes de un ancestro común: A, B,C, y D. Los cuatro provienen del este de Asia, de donde emigraron entre quince y veinte mil años atrás, hasta llegar a América, el último continente en ser poblado por seres humanos.

 

A medida que avanzaron sobre el territorio americano, se produjeron mutaciones genéticas que derivaron en el surgimiento y desarrollo de sublinajes locales, como el D1j (subdivisión del haplogrupo D), que se considera es propio y característico del centro del país. “No se ha encontrado en Centroamérica ni en América del Norte”, comenta el especialista en ADN antiguo, Rodrigo Nores.

 

En Córdoba, donde hay registro de ocupación humana desde hace más de 10.000 años, los cuatro haplogrupos están presentes en la población actual. Se concentran mayormente en el norte provincial (sierras de Córdoba y Mar Chiquita), donde hay mayor proporción de linajes nativoamericanos. Mientras que en el sureste, en la llanura pampeana, hay más incidencia de linajes europeos.

 

El último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas, realizado en 2010, incluye información desagregada por provincias sobre la población que se reconoce perteneciente o descendiente de un pueblo originario en Argentina.

 

Según los datos publicados por el Indec, en Córdoba sólo el 1,5% de la población se reconoce indígena (51.142 personas sobre un total de 3.308.876 habitantes). Ese porcentaje es inferior a la media nacional (2,4%).

 

El informe precisa que, de ese 1,5%, la mayoría se autorreconoció perteneciente al pueblo Comechingón (33,9%), seguido por el Mapuche (9,7%), y el Diaguita-Calchaquí (8,6%). Esos tres pueblos originarios, los más numerosos de la provincia, son mayoritariamente urbanos.

 

Las cifras provienen de aquellas personas que dijeron tener algún vínculo con los pueblos originarios, es decir, del autorreconocimiento como tales. (Fuente: Argentina Investiga)

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