Astronáutica
La posible presencia de objetos artificiales extraterrestres en nuestro sistema solar
Las sondas espaciales Pioneer 10, Pioneer 11, Voyager 1 y Voyager 2, en trayectoria interestelar, llevan mensajes e información para el caso eventual de que algún día en un futuro muy lejano sean detectadas y recogidas por seres inteligentes de otro sistema solar. Otras sondas se unirán a esas cuatro en esa singular misión de embajadores cósmicos de la humanidad.
Los humanos tenemos desde la década de 1970 capacidad tecnológica suficiente y demostrada como para enviar naves hacia otras estrellas (aunque a una velocidad tan lenta que transcurrirán miles de años antes de que pasen relativamente cerca de otra estrella). Cabe pues plantearse que otras civilizaciones en nuestro cosmos local hayan hecho lo mismo. Sin embargo, los científicos no han detectado ninguna de esas hipotéticas naves alienígenas en nuestro sistema solar. ¿Por qué?
La respuesta tradicional siempre ha sido que porque ninguna ha llegado hasta aquí.
Ahora, una sugerente hipótesis alternativa ha sido presentada por Jacob Haqq-Misra y Ravi Kumar Kopparapu.
Estos dos investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, abordan el problema mediante un enfoque matemático, y su conclusión es que no hemos examinado suficientes lugares para asegurar con absoluta certeza que no hay artefactos extraterrestres en nuestro sistema solar. La inmensidad del espacio, y nuestras escasas búsquedas realizadas hasta la fecha, implican que cualquier sonda exploradora no tripulada, de origen extraterrestre y tamaño discreto, probablemente no sería detectada. Dicho de otro modo, podría haber artefactos extraterrestres en nuestro sistema solar sin que lo supiéramos, simplemente por no haber inspeccionado lo suficiente nuestro vecindario interplanetario. Si ya es difícil detectar asteroides, más aún lo es detectar un objeto artificial pero inerte de por ejemplo entre 1 y 10 metros de diámetro medio.
Según las conclusiones del estudio, podría haber alguna pequeña sonda interestelar alienígena en nuestro sistema solar sin que lo supiéramos. (Imagen: Recreación artística de Jorge Munnshe en NCYT de Amazings.)
La paradoja de Fermi, formulada originalmente por Enrico Fermi, plantea que si la vida inteligente es común, ¿por qué no hemos detectado aún ninguna civilización alienígena? Las respuestas a esta pregunta podrían ser que la vida inteligente es rara, que las civilizaciones inteligentes avanzadas inevitablemente se autodestruyen, que esos seres inteligentes aún no nos han visitado por estar demasiado lejos, o que están cerca pero no se dan a conocer. En cualquier caso, al margen de que se detecten o no transmisiones inteligentes procedentes de algún sistema solar, también cabe la posibilidad de que, al igual que hacemos los humanos, otras civilizaciones estén enviando pequeñas sondas no tripuladas hacia nuestro sistema solar, para observar discretamente la Tierra u otros planetas. E incluso podría haber alguna en órbita al Sol o reposando en algún rincón de un astro de nuestro sistema solar.
Esas sondas, de tamaño modesto como las nuestras, podrían estar ocultas en una amplia variedad de lugares. En el cinturón de asteroides probablemente pasarían desapercibidas, especialmente si esas supuestas naves miden sólo de 1 a 10 metros y sólo pesan poco más de una tonelada.
Haqq-Misra y Kopparapu han desarrollado una ecuación que puede aplicarse a una parte del volumen de espacio ocupado por nuestro sistema solar y determinar si se ha hecho una búsqueda lo bastante detallada en esa zona como para asegurar que no hay en ella objetos artificiales extraterrestres.
Los investigadores han ratificado que en estos momentos aún no se puede responder con total certeza a la pregunta de si hay o no alguna pequeña nave artificial extraterrestre en nuestro sistema solar, lo que acarrea que no puede descartarse por completo la posibilidad de tal presencia.
La superficie de la Tierra es uno de los pocos lugares en el sistema solar que ha sido examinado casi por completo con una resolución espacial de menos de 1 metro.
Pero aún cuando los humanos ocupamos buena parte de la superficie sólida de la Tierra, o la hemos explorado, o fotografiado desde las alturas, todavía existen cuevas y selvas, así como grandes porciones del lecho oceánico y el subsuelo profundo, que no han sido objeto de exploración alguna. A pesar de ello, existe un gran convencimiento de que en la Tierra no hay artefactos extraterrestres.
La Luna y Marte han sido examinados en pequeña medida. Una misión de mapeo, el LRO, o Lunar Reconnaissance Orbiter (Orbitador de Reconocimiento Lunar), está permitiendo observar la superficie de la Luna con una resolución de unos 50 centímetros, por lo que es posible que dentro de algún tiempo podamos asegurar que no hay objetos artificiales alienígenas en la superficie de la Luna. Sin embargo, la pericia de los investigadores que interpretan las imágenes de la superficie puede no ser suficiente para distinguir entre una roca y una sonda espacial cubierta de polvo.
La superficie de Marte todavía está en su mayor parte inexplorada.
Igual o menos inexplorados están lugares de particular interés por distintas razones, como los puntos de Lagrange del sistema Tierra-Luna, el cinturón de asteroides y el cinturón de Kuiper, los cuales podrían albergar alguna sonda espacial llegada de otro sistema solar
Y, en cualquier caso, la mayor parte del volumen de espacio ocupado por el sistema solar no ha sido aún inspeccionado por la especie humana.
"Las búsquedas efectuadas hasta la fecha en el sistema solar son insuficientes, por lo que no podemos descartar la posibilidad de que artefactos extraterrestres estén presentes en él, e incluso nos estén observando", argumentan Haqq-Misra y Kopparapu.