Paleontología
Rara tendencia evolutiva: disminución del tamaño del cerebro con respecto al del cuerpo
El antepasado evolutivo del actual castor de montaña poseyó un mayor tamaño cerebral relativo que este último. Se trata de un caso raro de cerebro que se hace más pequeño respecto al tamaño del cuerpo que lo alberga, una tendencia justo a la inversa de la observada en numerosas especies animales. ¿Por qué la evolución ha seguido este camino en el caso del castor de montaña?
El equipo de Ornella Bertrand, de la Universidad de Toronto en Scarborough, Canadá, ha investigado este enigma.
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El castor de montaña (Aplodontia rufa) es un roedor que está adaptado a excavar madrigueras, lo que significa que vive principalmente bajo tierra en túneles excavados profundamente en el suelo. Pero los registros fósiles muestran que su antepasado evolutivo de hace 30 millones de años estaba mejor adaptado a vivir en árboles, como las ardillas.
Las primeras ardillas y el ancestro del castor de montaña tenían un tamaño cerebral relativo parecido. Pero algo pasó con el paso del tiempo. Si bien el castor de montaña puede escalar árboles como su antepasado y las ardillas, aunque no tan bien, raramente viaja muy lejos de su madriguera y es básicamente un animal nocturno. Como resultado de vivir principalmente bajo tierra y de depender menos de su capacidad de visión, parece que un área de su neocorteza responsable de esta se ha encogido con el paso del tiempo.
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Las investigaciones de Ornella Bertrand sobre la evolución del cerebro de mamíferos incluyen confeccionar modelos tridimensionales basados en la huella dejada por el cerebro dentro del cráneo. (Foto: University of Toronto Scarborough)
El cerebro es metabólicamente caro, es decir, necesita mucha energía procedente de los alimentos para funcionar, tal como argumenta Bertrand. Así que tiene sentido que ciertas partes del cerebro que no son esenciales para la supervivencia puedan haber perdido peso durante la selección natural.
Bertrand y su equipo compararon moldes virtuales basados en la impresión que el cerebro deja en la parte interna del cráneo, y los resultados respaldan la hipótesis de que fue la parte del cerebro relacionada con la visión la que se encogió con el paso del tiempo.



