Ecología
Crece la cantidad de damnificados por el calentamiento global
La muerte de hasta el 90 por ciento de los corales presentes en ciertos puntos del globo, y el colapso de los ecosistemas basados en ellos, está comenzando a dejar a bastante gente de esos lugares sin su medio de subsistencia.
Los arrecifes de coral reducen la erosión de las playas, apoyan al turismo y sirven de campos de crianza y hábitat para los peces.
El blanqueo del coral, una consecuencia de las condiciones medioambientales cada vez más hostiles que estas criaturas deben soportar, convierte a los irisados arrecifes en cementerios blancos como el hueso, y está dañando a los arrecifes de coral en todo el mundo. La culpa es de varios factores, pero el más peligroso es el calentamiento global. Porque los corales son altamente sensibles a la temperatura; incluso cantidades pequeñas de calentamiento pueden activar el blanqueo.
Cuando la temperatura oceánica se eleva más allá de los estrechos márgenes de temperatura que los corales pueden soportar, expelen las algas unicelulares que viven dentro del tejido del coral, dan su color a los corales, y, lo más importante, aportan buena parte de su nutrición. Un blanqueo prolongado conduce a la muerte del coral.
Cientos de millones de personas en muchas partes del mundo dependen de los arrecifes de coral, ya que viven de la pesca y/o el turismo. Además, esos arrecifes no sólo son un área pesquera importante para abastecer de comida a las gentes del lugar sino que también constituyen barreras naturales que protegen a las costas de efectos erosivos nocivos.
Sin embargo, no todos los arrecifes de coral son igual de vulnerables a efectos perniciosos como el blanqueo, y no todas las comunidades humanas de esas zonas dependen en igual grado de los arrecifes para subsistir. En unos casos, la capacidad de adaptación frente a cambios relativamente súbitos es mayor que en otros.
Basándose en los datos reunidos durante una inspección de 1.500 viviendas en 29 comunidades costeras en la Costa Oriental de África y en islas del sector occidental del Océano Índico, el equipo de Josh Cinner, de la Universidad James Cook en Australia, y Selina Stead, de la Universidad de Newcastle en el Reino Unido, ha desarrollado un modo eficiente de identificar las comunidades más vulnerables al cambio climático global y poder así establecer las oportunas prioridades de actuación preventiva o paliativa a escala local, nacional e internacional, a fin de ayudar más a quienes más lo necesiten.
La creación de estos criterios de identificación y protocolos de actuación es el primer paso de muchos que habrá que dar. La ciencia ya está haciendo todo lo que puede hacer. Ahora falta la voluntad política para poner en práctica las medidas ideadas por los científicos.