Medicina
Extender la conservación de órganos fuera del cuerpo para mejorar las probabilidades de trasplantarlos con éxito
Muchos órganos del cuerpo humano deben ser trasplantados dentro de un margen muy pequeño de tiempo, de 24 horas o menos, y se suele mantenerlos en hielo. En la Universidad Rutgers en Camden, Estados Unidos, se ha puesto en marcha una investigación encaminada a encontrar formas de alargar ese margen de tiempo.
David Luor, con la ayuda de Nir Yakoby y Daniel Shain, está explorando de manera detallada la tolerancia al frío en las células de la Drosophila melanogaster, la mosca común de la fruta, con el propósito de encontrar un modo lo más eficaz posible de mantener la viabilidad de las células a bajas temperaturas. Su enfoque se basa en el hecho de que hay muchas similitudes entre el Ser Humano y la Drosophila melanogaster en cuanto a desarrollo celular y conservación de tejidos.
Esta iniciativa se suma a las de otros equipos de investigación, y pone de manifiesto la gran utilidad que pueden tener las temperaturas muy bajas si se logra aplicarlas sin que provoquen daños derivados de la congelación y de otros efectos.
Inducir a voluntad de los médicos un estado de hibernación metabólica reversible, tan eficiente como el de los osos, permitiría incluso salvar la vida a personas sometidas temporalmente a un suministro insuficiente de sangre a órganos y tejidos. Ya hay líneas de investigación en marcha hacia esa dirección, como por ejemplo la abierta hace varios años por el equipo del bioquímico Mark Roth del Centro Fred Hutchinson de Investigación Oncológica, y de la que ya informamos en 2005 desde NCYT.![[Img #6239]](upload/img/periodico/img_6239.jpg)
Durante la hibernación, la actividad celular disminuye hasta casi la paralización, lo cual reduce de modo espectacular en un organismo la necesidad de oxígeno. Si este estado temporal, y por consiguiente una muy baja dependencia del oxígeno, se produjese en humanos, se podría ayudar a ganar tiempo para pacientes críticos en listas de espera de cirugía y trasplante de órganos, unidades de emergencia médica y zonas asoladas por catástrofes o enfrentamientos armados, sobre todo en lo que se refiere a las múltiples dolencias vinculadas a la isquemia, o daño sobre tejidos producido por la falta de oxígeno, al tratamiento de lesiones severas por pérdida de sangre, hipotermia, fiebre maligna, paro cardíaco y derrame cerebral.
La disminución del uso de oxígeno para reducir la actividad metabólica también podría alargar el tiempo en el que los órganos y tejidos pueden ser conservados fuera del cuerpo antes del trasplante.
Otra aplicación potencial sería acelerar la cicatrización de heridas en pacientes como los diabéticos, cuya capacidad es limitada. Esto podría reducir el número de amputaciones causadas por el daño irreparable del tejido a causa de heridas que no cicatrizan.
También se podrían mejorar los tratamientos de radioterapia, al permitir que los pacientes tolerasen dosis más altas de radiación sin que éstas dañasen excesivamente al tejido sano.


