Arqueología
La propiedad privada, no la productividad, precipitó la revolución agrícola en el neolítico
La humanidad empezó a cultivar en Mesopotamia, hace unos 11.500 años. Con posterioridad, la práctica agrícola y ganadera apareció de forma independiente en quizá una docena de lugares distintos del mundo, en lo que los arqueólogos llaman la Revolución Agrícola del Neolítico. Es uno de los episodios de la prehistoria más estudiados, pero un nuevo artículo aparecido en la revista Journal of Political Economy muestra que la mayoría de las explicaciones para ello no están de acuerdo con las evidencias, y ofrece una nueva interpretación.
Con la agricultura vino una gran expansión del ámbito en el que la propiedad privada gobernó el acceso a bienes valiosos, reemplazando las normas sociales previas de compartir comida por las de su adquisición. Una explicación habitual es que la agricultura aumentó la productividad del trabajo, lo que a su vez animó a la adopción de propiedad privada, proporcionando incentivos para las inversiones a largo plazo que se necesitaban en la economía agrícola.
“Pero esto no es lo que los datos nos están diciendo”, afirma el economista Samuel Bowles del Instituto Santa Fe, coautor del artículo. “Es muy improbable que el número de calorías adquiridas a través del trabajo agrícola diario lo hicieran una mejor opción que cazar y recolectar, y podría de hecho haberlo hecho un poco peor”.
Estudios anteriores, incluyendo aquellos con huesos humanos y de animales, sugieren que cultivar en realidad supuso un coste nutricional extremo en quienes adoptaron la agricultura en el comienzo y en su ganado. Así que, ¿por qué cultivar?
Un kudú macho salvaje. (Foto: Wikimedia Commons)
Algunos han sugerido que las elites podrían haber impuesto una tecnología inferior como estrategia para extraer impuestos, tributos o arrendamientos. Pero la agricultura fue adoptada de manera independiente milenios antes de la aparición de gobiernos o elites políticas capaces de imponer una nueva forma de vida sobre comunidades fuertemente armadas.
Bowles y el coautor Jung-Kyoo Choi, economista de la universidad nacional de Kyungpook de Corea del Sur, utilizan tanto la teoría de juegos evolutiva como las pruebas arqueológicas para proponer una nueva interpretación del neolítico. En base a su modelo, un sistema de derechos de propiedad privada mutuamente reconocidos fue tanto una condición previa para la agricultura como un medio de limitar costosos conflictos entre los miembros de una población. La propiedad privada era poco frecuente entre los buscadores de alimentos, pero sí existía entre unos pocos grupos de cazadores-recolectores sedentarios. Entre ellos, la agricultura podría haber beneficiado a los que la adoptaron primero, porque habría sido más fácil establecer la posesión privada de cultivos y animales domesticados que para los difusos recursos silvestres de los que dependían los cazadores-recolectores.
“Es mucho más fácil definir y defender derechos de propiedad sobre una vaca domesticada que sobre un kudú salvaje”, dijo Choi. “La agricultura tuvo éxito inicialmente porque facilitó una aplicación más amplia de los derechos de propiedad privada, no porque aligerara el esfuerzo de ganarse la vida”.