Astronomía
Un telescopio remoto captura el centro de la Vía Láctea y descubre restos de estrellas muertas
Usando un radiotelescopio en lo más remoto del Oeste australiano, unos astrónomos han capturado una nueva vista espectacular del centro de la galaxia en la que vivimos, la Vía Láctea.
Las imágenes, procedentes del telescopio MWA (Murchison Widefield Array), muestran el aspecto que tendría nuestra galaxia si los ojos humanos pudieran ver las ondas de radio.
Las imágenes fueron creadas por la astrofísica Natasha Hurley-Walker, de la universidad Curtin, quien empleó para ello el centro de supercomputación de Pawsey, en Perth.
La vista corresponde al centro de la Vía Láctea y se han usado en su captura las emisiones de radio de baja frecuencia que proceden de la galaxia, proporcionando tanto detalles finos como referentes a estructuras grandes.
La región, el centro galáctico, ha sido estudiada en el marco del programa GLEAM (GaLactic and Extragalactic All-sky MWA). Implica observar el cielo con una resolución de unos dos minutos de arco (parecida al ojo humano), y ha permitido mapearlo usando ondas de radio en frecuencias situadas entre los 72 y los 231 MHz (la radio FM se halla cerca de los 100 MHz).
Usando estas imágenes, los astrónomos descubrieron los restos de 27 estrellas masivas que explotaron como supernovas al llegar al final de sus vidas. Estas estrellas habrían sido ocho o más veces más masivas que nuestro Sol, antes de su dramática destrucción hace miles de años.
![[Img #57928]](https://noticiasdelaciencia.com/upload/images/11_2019/1537_217438_web.jpg)
Vista de la Vía Láctea obtenida con el radiotelescopio MWA. Las frecuencias más bajas se ven en rojo, las medianas en verde y las más altas en azul. Los filamentos dorados corresponden a enormes campos magnéticos. Los remanentes de supernovas son visibles como pequeñas burbujas esféricas, y en azul se muestran las regiones de formación de estrellas masivas. (Foto: Dr Natasha Hurley-Walker (ICRAR/Curtin) y el GLEAM Team)
Los remanentes de supernovas que son más jóvenes y cercanos, o aquellos en entornos muy densos, son fáciles de detectar, y de hecho se conocen ya 295. A diferencia de otros instrumentos, el MWA puede encontrar otros mucho más viejos, alejados o en entornos más vacíos. Uno de los remanentes descubiertos se encuentra en uno de esos lugares tan vacíos, alejado del plano de nuestra galaxia, y a pesar de ser bastante joven, es también muy débil. Se trata de los restos de una estrella que murió hace menos de 9.000 años, lo que significa que su explosión debió haber sido visible para los indígenas australianos de la época.
Otros remanentes de supernova hallados son muy viejos. Esto es interesante porque es difícil encontrarlos en esta fase de la vida, y nos permiten retrotraernos en el tiempo en relación a la historia de la Vía Láctea.
El telescopio MWA es un precursor del radiotelescopio más grande del mundo, el SKA (Square Kilometre Array), que va a ser construido en Australia y Sudáfrica a partir de 2021. El MWA es perfecto para hallar esta clase de objetos, pero tiene una sensibilidad y resolución limitadas. La parte de baja frecuencia del SKA, que se construirá en el mismo lugar donde se halla el MWA, tendrá miles de veces la sensibilidad de este último, y una resolución mucho mejor, de manera que debería poder descubrir miles de remanentes de supernova que se formaron en los últimos 100.000 años, incluso en el otro lado de la Vía Láctea.



