Astronáutica
Lanzados siete satélites desde Nueva Zelanda
La compañía Rocket Lab lanzó el 6 de diciembre desde Nueva Zelanda a su décimo cohete Electron-KS, el sexto de este año. El despegue, a las 08:18 UTC, desde la base de Mahia, permitió colocar en órbita baja a siete pequeños satélites.
La carga principal, el japonés ALE-2, fue situada en una órbita heliosincrónica de unos 400 km. Se trata de un satélite propiedad de la compañía Astro Live Experiences, cuyo objetivo será simular la entrada atmosférica de pequeños meteoritos artificiales. Esta segunda misión, con un vehículo de 75 kg de peso, ha aumentado el número de colores que se producirán.
La carga secundaria consistió en seis PocketQube, satélites aún más pequeños que los habituales CubeSat. Los dos primeros fueron los NOOR-1A y 1B (3P), de la empresa estadounidense Alba Orbital. Pesan unos 0,75 kg y su objetivo será efectuar ensayos de comunicaciones seguras entre satélites.
El SMOG-P (1P) es de origen húngaro, ideado por la universidad BME. Su tarea será analizar la contaminación electromagnética terrestre gracias a su instrumento, un analizador de espectro, con el cual confeccionará un mapa global.
El TRSI-Sat (1P), alemán, ha sido construido y será gestionado por la compañía My Radar. Con solo 0,2 kg de peso, realizará experimentos en comunicaciones, en particular, sobre si es posible para este tipo de vehículos efectuar un contacto radioeléctrico sin antenas exteriores.
(Foto: Rocket Lab)
La asociación española Fossa Systems contribuyó a la misión con el satélite FossaSat-1 (1P), de 0,2 kg de peso y pensado para ensayar diversos elementos tecnológicos y la propia plataforma, en su objetivo de democratizar el acceso económico al espacio.
Por último, el ATL-1 (2P) es otro picosatélite húngaro, de la compañía ATL, que probará un nuevo material aislante y varios experimentos en comunicaciones y detección de señales.
Todos los satélites fueron liberados sin dificultades. La misión, además, incluyó un intento de reentrada controlada de la primera etapa del cohete Electron, con el objetivo de medir su comportamiento. La etapa acabó en el océano, como estaba previsto. En el futuro, Rocket Lab podría empezar a recuperar dicha primera etapa y así reducir aún más el coste de los lanzamiento. Se espera que sean dotadas de un paracaídas especial para disminuir la velocidad de su caída, hasta que sean capturadas desde un helicóptero.