Astronomía
La luna volcánica de un exoplaneta
Estamos sin duda en la era dorada del descubrimiento de exoplanetas, o planetas extrasolares, planetas situados alrededor de otras estrellas diferentes a la nuestra. Gracias al poder de los telescopios terrestres y de los observatorios espaciales especializados, que utilizan diversos métodos de detección, se descubren nuevos astros de este tipo continuamente, ampliando el catálogo conocido hasta la fecha.
Pero si bien está muy claro que los exoplanetas existen y que son numerosísimos (probablemente mucho más que las estrellas), resulta mucho más difícil determinar si estos planetas poseen además lunas a su alrededor. Si la experiencia de nuestro sistema solar sirve para algo, podemos esperar que así es, aunque observarlos, debido a su tamaño, no será sencillo.
Sin embargo, las lunas también tienen una morfología muy variada, y como ocurre en nuestro sistema planetario, alguna podría destacar por encima del resto y ponerse al alcance de nuestros telescopios. Si echamos un vistazo a Júpiter, por ejemplo, descubriremos que este posee una luna muy particular llamada Ío, la cual está considerada como una luna volcánica activa. Esta actividad afecta a su entorno, y los astrónomos creen que puede haber otras lunas semejantes en otros lugares de la galaxia que podrían delatarse de este modo.
Pues bien, se ha detectado recientemente una luna extrasolar, o exoluna, que podríamos llamar exo-Ío, ya que, como el satélite joviano, podría ser un astro volcánicamente activo. El cuerpo se hallaría oculto en el sistema del exoplaneta WASP-49b. Según Apurva Oza, uno de los científicos que lo ha investigado, dicha luna, cuya superficie sería una mar de magma fundido, podría estar orbitando alrededor de un planeta gigante caliente, que a su vez rodearía a su estrella en menos de 3 días, es decir, que se encontraría muy cerca de ella. El sistema WASP-49 se encuentra a unos 550 años-luz de distancia, en la constelación de Lepus.
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Ilustración de una luna volcánica extrasolar. (Foto: © University of Bern, Ilustración: Thibaut Roger)
Pruebas indirectas de la presencia de la exoluna alrededor del exoplaneta
Como la luna es invisible para nuestros instrumentos, los astrónomos han tenido que fijarse en pruebas circunstanciales, entre ellas, la presencia de gas de sodio a gran altitud en WASP 49b. Dicho gas sodio neutro está tan lejos del planeta que es improbable que haya sido emitido únicamente por un viento planetario. Los cálculos indican que dicho gas podría estar siendo originado en una luna volcánica.
Esta teoría se remonta a 2006, cuando Bob Johnson, de la University of Virginia, y otros colegas, habían detectado grandes cantidades de sodio en el exoplaneta, sugiriendo la existencia de una luna o anillo de material. Apurva Ozaha ha continuado estas investigaciones, publicadas en la revista Astrophysical Journal, donde indica que las enormes fuerzas de marea presentes en dicho sistema serían la clave de todo. La energía liberada por las mareas hacia el planeta y su luna mantendría la órbita de esta última estable, calentándola al mismo tiempo y convirtiéndola en volcánicamente activa. Según los cálculos, la pequeña luna rocosa puede expulsar más sodio y potasio al espacio a través de este vulcanismo extremo que un planeta gaseoso grande. Dado que las líneas espectrales del sodio y el potasio son muy brillantes, su hallazgo en al menos una docena de exoplanetas sugiere que pueden existir muchas otras lunas activas en el espacio.
De todos modos, los astrónomos están de acuerdo en que hay que investigar más para descartar otras explicaciones. (Fuente: NCYT Amazings)



