Astronáutica
Barcelona 1957, el Congreso del Sputnik
A finales de los años 50 del siglo pasado, un grupo de españoles locos por la astronáutica consiguió el milagro de traer a España la organización del congreso mundial más importante en el campo de la exploración espacial. Su celebración fue un éxito, pero ni en sus más remotos sueños pudieron pensar que este coincidiría con el más relevante de los acontecimientos posibles: el lanzamiento del primer satélite artificial de la historia, el Sputnik.
La Guerra Fría, tras la Segunda Guerra Mundial, vio el rápido desarrollo de la misilística como medio óptimo para enviar ojivas nucleares hasta el enemigo. Los Estados Unidos y la Unión Soviética dieron forma al misil intercontinental y a otros menos potentes, y desarrollaron de forma más o menos secreta toda la tecnología para hacerlo posible. Su clara aplicación militar propició un escaso flujo de información sobre los avances de unos y otros en esta materia, que no querían que el contrario conociese su potencial.
Pero el misil, básicamente un cohete, tenía también otras utilidades, y entre ellas destacaba su uso como herramienta para alcanzar el espacio y depositar en él ingenios sofisticados con diversos objetivos. De hecho, los misiles intercontinentales seguían trayectorias que los llevaban brevemente por el espacio, de manera que un pequeño aumento en la velocidad final habría podido situarlos en órbita. Conscientes de esta capacidad, numerosos grupos por todo el mundo animaron a las superpotencias a aprovechar ese conocimiento tecnológico para colocar un satélite científico alrededor de la Tierra e incluso en dirección a la Luna y más allá. En realidad, los militares ya hacía tiempo que estaban pensando en ello, pues los satélites también pueden tener aplicaciones de interés para ellos, pero sus iniciativas al respecto también se mantenían secretas.
En el ámbito científico y civil, existía el convencimiento de que la Humanidad debía cooperar en el campo de los cohetes para así lograr antes los medios para viajar al espacio. Era necesario un desarrollo pacífico de la cohetería y un contacto entre las superpotencias a ese nivel. La organización que trataría de hacer realidad esa cooperación fue la Federación Internacional de Astronáutica (IAF), un ente que se dedicaría a organizar congresos anuales para que los representantes de los diversos países pudieran exponer sus trabajos sobre la explotación pacífica del espacio. Se esperaba que, de este modo, americanos y soviéticos tuvieran un lugar para sentarse juntos cada año y entablar discusiones sobre un futuro programa espacial.
La IAF tuvo su punto de partida en una propuesta de la German Gesellschaft für Weltraumforschung (GfW), en junio de 1949, una sociedad alemana dedicada a la astronáutica. Y ciertamente, lo que se quería era que fueran las asociaciones astronáuticas de todo el mundo las que trataran de estrechar lazos, creando una especie de superasociación internacional. La citada propuesta de la GfW no cayó en saco roto y su homóloga británica, la British Interplanetary Society (BIS), la más antigua del mundo, ofreció organizar una primera reunión mundial en Londres, en 1951. Para garantizar el éxito de ese primer congreso, el grupo francés GAF (Groupement Astronautique Français), propuso celebrar una reunión preliminar preparativa en 1950. Y efectivamente, el Primer Congreso Internacional de Astronáutica se celebró a partir del 30 de septiembre de 1950. Entre los asistentes estuvo la representante de España, a pesar de los momentos difíciles que pasaba el país: la Asociación Española de Astronáutica. Por su parte, el segundo congreso se celebró, como estaba previsto, en Londres, en 1951, con amplia presencia estadounidense, y permitió comprobar las interesantes propuestas de la época en cuanto a cohetes y satélites artificiales. El congreso se celebraría anualmente desde entonces, y sus organizadores serían las propias asociaciones de todo el mundo, que se turnarían en la tarea.
Poco tiempo después, problemas diversos hicieron perder su lugar en la IAF a la Asociación Española de Astronáutica, siendo sustituida esta por la Agrupación Astronáutica Española, con sede en Barcelona. Y sería la AAE la encargada de organizar el VIII Congreso Internacional de Astronáutica, que se desarrollaría entre el 6 y el 12 de octubre de 1957, en Barcelona.
El Sputnik se adelantó al programa de satélites estadounidenses, iniciando la carrera espacial. (Foto: NASA)
Se inaugura el Congreso del Sputnik
Este pasaría a la historia como el “Congreso del Sputnik”, ya que dos días antes de su inauguración la Unión Soviética colocaba en órbita a este vehículo, dejando boquiabierto a medio mundo. El asunto del satélite ya debía ser una cuestión candente en ese congreso, pero nadie había pensado que lo iniciarían con un objeto ya en órbita.
La organización intentó traer a las máximas autoridades en astronáutica del momento, entre las cuales destacaron los representantes soviéticos, encabezados por el profesor Leónidas (Leonid) Sedov. Hubo inicialmente 38 delegados estadounidenses y otros tantos españoles, pero solo cuatro soviéticos. La cifra total alcanzaba los 170 delegados, aunque en el último momento, tras saberse la noticia del Sputnik, los asistentes ascendieron a 250. Julio Marial, de la AAE, sería el anfitrión.
Sedov y sus compañeros se convirtieron en el centro de atención del congreso, siendo acosados por la prensa, que buscaría informar sobre el más mínimo detalle de lo ocurrido. Pero el proyecto satelital se llevó a cabo secretamente en la URSS y Sedov apenas tenía conocimientos sobre lo sucedido. De hecho, él y sus colegas buscaron con igual ahínco la información sobre la gesta de su país en los periódicos. A pesar de todo, la prensa afirmaba que Sedov era el principal responsable del Sputnik, porque fue el encargado de anunciar en un congreso anterior, en 1955, que la URSS se preparaba para lanzar un satélite equivalente al anunciado por los americanos. La delegación estadounidense, por su parte, aceptó con resignación la derrota en la carrera espacial, sin saber aún qué repercusión tendría ello en el futuro.
Durante el congreso, el más recordado de la historia, se llevaron a término múltiples actividades. Tras la recepción del 6 de octubre, se iniciaron las largas jornadas en las instalaciones del CSIC, donde se presentaron trabajos y se impartieron conferencias. La tradicional rueda de prensa estuvo acaparada por el Sputnik, y también se pasaron las últimas películas de Disney dedicadas al tema espacial. La soviética Alla Masevich dio explicaciones sobre la red de observadores que su país había organizado para seguir al Sputnik, y regaló a la AAE uno de los telescopios (de 6 aumentos) usados para el programa. Concluido el congreso, el mundo había cambiado, quizá para siempre.
El congreso internacional de astronáutica regresaría a España en 1966 (Madrid), 1979 (Málaga) y 2006 (Valencia), pero ninguno sería tan recordado como aquel de Barcelona de 1957. (Fuente: NCYT Amazings/Manel Montes)