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Redacción
Jueves, 13 de Febrero de 2020
Botánica

El vino bajo la amenaza del calentamiento global

Si planeaba ahogar en alcohol sus penas provocadas por el cambio climático, tal vez encuentre dificultades inesperadas para abastecerse de su bebida favorita: de igual modo que el cambio climático amenaza en bastantes regiones del mundo la disponibilidad de alimentos, la habitabilidad de zonas residenciales y la productividad económica vinculada a diversos empleos, también amenaza el suministro mundial de vino. Si las temperaturas aumentan 2 grados centígrados, las regiones del mundo que son adecuadas para cultivar uvas vinícolas podrían reducirse hasta en un 56 por ciento, según los resultados de un nuevo estudio. Y con 4 grados de calentamiento, el 85 por ciento de esas tierras ya no podrían producir buenos vinos.

 

Afortunadamente para los amantes del vino, sin embargo, el nuevo estudio también describe una estrategia de adaptación. Los hallazgos indican que reorganizar en qué lugar se cultiva cada variedad de uva podría mitigar mucho las pérdidas potenciales de las regiones vitivinícolas sometidas a 2 grados de calentamiento y mitigar un poco las pérdidas si el calentamiento aumenta la temperatura en 4 grados.

 

La comunidad científica sospecha desde hace mucho tiempo que la diversidad de cultivos es la clave principal para conseguir que la agricultura sea más resistente al cambio climático, y las uvas para vino ofrecen una oportunidad única para poner a prueba esta suposición. Las uvas vinícolas son un magnífico ejemplo de diversidad: hay más de 1.100 variedades diferentes plantadas hoy, que crecen en una amplia gama de condiciones, y todo ello está muy bien documentado, con datos de cosecha que abarcan ya varios siglos. Las uvas de vino también son extremadamente sensibles a los cambios de temperatura y de otros parámetros que impone el cambio climático.

 

"De alguna manera, el vino es como el canario en la mina de carbón para los efectos del cambio climático en la agricultura, porque estas uvas son muy sensibles al clima", comenta Benjamin Cook, coautor del estudio y miembro del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, adscrito a la Universidad de Columbia, en la ciudad estadounidense de Nueva York, y del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA.

 

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Las uvas de vino son extremadamente sensibles a los cambios de temperatura y de otras condiciones ambientales que el cambio climático impone. (Foto: Elizabeth Wolkovich)

 

Estudio con 11 variedades de uva para vino

 

El equipo internacional, dirigido por Ignacio Morales-Castilla en la Universidad de Alcalá en España y Elizabeth Wolkovich en la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver, Canadá, se centró en 11 variedades de uva para vino, en función de su diversidad en el tiempo de desarrollo, un rasgo clave para la adaptación climática.

 

Para las 11 variedades, el equipo se nutrió de una extensa cantidad de datos a partir de los cuales construyó modelos que incorporaban todas las fases importantes del ciclo de desarrollo y que tenían en cuenta la región vitivinícola y tres escenarios de calentamiento diferentes: 0, 2 y 4 grados de calentamiento. Luego utilizaron las proyecciones del cambio climático para ver dónde sería viable cultivar cada una de esas variedades en el futuro.

 

Las pérdidas fueron inevitables en ambos escenarios de calentamiento, debido al cambio de temperatura y a los cambios ambientales relacionados, que afectarían a las condiciones reinantes durante la maduración de cada variedad. Ello repercutiría finalmente en la calidad de los vinos. Pero el equipo descubrió que cambiando adecuadamente la variedad cultivada en cada sitio, sería factible reducir las pérdidas en una cantidad significativa.

 

Con 2 grados de calentamiento global y sin intentos de adaptación, el 56 por ciento de las zonas vitivinícolas del mundo dejarán de ser adecuadas para el cultivo de sus vinos. Pero si los viticultores cambian a variedades más adecuadas para el clima cambiante, solo se perderá el 24 por ciento.

 

Las regiones vitivinícolas más frías, como Alemania, Nueva Zelanda y el litoral del noroeste de Estados Unidos que limita con el océano Pacífico resultarían relativamente indemnes en el escenario de los 2 grados centígrados. Estas áreas podrían volverse adecuadas para variedades que necesitan un ambiente más cálido, mientras que las variedades que requieren temperaturas un poco más frías podrían expandirse hacia el norte en regiones que actualmente no son adecuadas para la producción de vino.

 

Las regiones vitivinícolas que ya están bastante calientes ahora, como Italia, España y Australia, sufrieron las mayores pérdidas en las simulaciones, porque ya están limitadas hoy en día a plantar las variedades más cálidas. (Fuente: NCYT Amazings)

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