Ingeniería
Nikola Tesla, el gran visionario de la ingeniería eléctrica
Es difícil imaginarnos el mundo de hoy sin el impulso de la electricidad. Las redes que la suministran a los abonados le deben mucho a Nikola Tesla, uno de los pioneros de la ingeniería eléctrica que entre fines del siglo XIX y principios del XX cambiaron el modo en que la humanidad venía usando mayormente la energía. Sin embargo, el carácter visionario e inquieto de Tesla le impulsó hacia muchas otras fronteras inexploradas de la ciencia, lo cual provocó que en vez de centrarse en recoger beneficios de inventos prácticos como hizo su rival Thomas Edison, acabara perdiéndose en la oscuridad de sus sueños inalcanzables, situados mucho más allá del horizonte tecnológico de su época.
Esa faceta de Tesla, de cuya muerte se cumplieron 75 años en 2018, lo convirtió en una especie de genio maldito, provocó su ocaso económico del que jamás logró recuperarse, le marginó de la industria y hasta de bastantes páginas de la historia y lo envolvió con una densa aura de misterio, que ha inspirado no pocas leyendas urbanas y hasta ha servido de materia prima para novelistas y guionistas de ciencia-ficción.
Nikola Tesla nació en 1856 en Smiljan, un pueblo de la actual Croacia que por aquel entonces formaba parte del Imperio austrohúngaro. Se dice que su nacimiento ocurrió durante una tormenta pródiga en relámpagos, que llevó a la comadrona a manifestar su temor supersticioso sobre la personalidad que tendría la criatura, calificándola de “niño de la oscuridad”, definición descartada en el acto por la madre, que lo calificó ante la comadrona como un “niño de la luz”. En cierto modo, acertó, por el importante papel que su hijo tendría en el perfeccionamiento de la luz eléctrica. Lejos de presagiar algo malo, los relámpagos, como manifestación de la electricidad, encajaron casualmente con el vínculo profesional que Nikola tendría con esta.
De alumno brillante a técnico con iniciativa
Al crecer, el niño no tardó en demostrar su gran inteligencia. Los planes familiares de orientarle hacia un futuro profesional dentro del estamento clerical, en el que estaba integrado su padre, o del militar, se acabaron descartando, ante el vivo interés de Nikola por la ciencia y la tecnología. A esa pasión probablemente contribuyó de manera decisiva su madre. Aunque ella carecía de formación científica formal, poseía un notable talento para inventar y construir artefactos destinados a facilitar tareas domésticas en el hogar. Nikola creció viéndola crear en casa esas pequeñas maravillas técnicas.
La infancia de Nikola se vio ensombrecida por la muerte accidental, a los 12 años de edad, de su hermano mayor. El suceso le afectó mucho psicológicamente y parece que dejó huella en su personalidad como adulto.
Tras haber sido un brillante estudiante, que no se contentaba con solo lo que se le enseñaba en cada curso sino que además adquiría conocimientos adicionales de manera autodidacta, pasó a desarrollar su actividad profesional como empleado en el sector de la telegrafía y la telefonía. En numerosas ocasiones, aportó ideas innovadoras para mejorar las tecnologías utilizadas y al mismo tiempo comenzó a forjar sus propios y ambiciosos proyectos para crear nuevas tecnologías eléctricas. No logrando la colaboración financiera necesaria para culminar sus inventos, se estableció en Estados Unidos en 1884, con la esperanza de encontrar allí mejores oportunidades. Ya había estado, por razón de estudios o de trabajo, en diversas naciones. Su facilidad para los idiomas (llegó a hablar hasta ocho) le permitía moverse con soltura por ellas y también le fue de gran utilidad en su etapa estadounidense, la más larga y productiva.
En Estados Unidos ciertamente halló oportunidades, pero también tuvo que afrontar reveses, como el que le llevó a trabajar un tiempo cavando zanjas para subsistir.
Nikola Tesla en uno de sus laboratorios. Conviene aclarar que la espectacular foto se hizo mediante dos exposiciones distintas. En una, se captó el peligroso chorro de chispas sin la presencia de Tesla. En la otra se retrató a Tesla, sin las chispas. (Foto: Wikimedia Commons/Dickenson V. Alley/Wellcome Images/CCA-SA-4.0)
La guerra de las corrientes
La primera oportunidad de Tesla en Estados Unidos fue ser contratado por Thomas Edison. Ya había trabajado en Francia para una de sus sucursales, y el excelente nivel que allí demostró le abrió las puertas a colaborar con el célebre inventor estadounidense.
Sin embargo, la relación entre ellos no tardó en volverse tensa. Aunque se parecían en bastantes cosas, incluso en detalles como que ambos necesitaban dormir muy pocas horas, diferían notablemente en el modo de abordar los diseños. Edison se basaba mucho en realizar larguísimas y tediosas series de experimentos, a fin de comprobar de manera directa todas las posibilidades. Tesla prefería desarrollar primero planteamientos teóricos que le permitieran seleccionar los experimentos más prometedores a realizar y descartar los demás.
La colisión definitiva entre ambos se produjo en el amanecer de la distribución de electricidad a hogares y establecimientos. Edison defendía el envío de electricidad en forma de corriente continua (en la cual el flujo de electrones se mueve en un mismo sentido, como ocurre en las pilas eléctricas). Tesla defendía el envío en forma de corriente alterna (en la cual el flujo de electrones cambia entre uno y otro sentido, típicamente decenas de veces por segundo). El rechazo de Edison al método de Tesla motivó que este dejara de trabajar para él y se convirtiera en competidor suyo, gracias al apoyo de George Westinghouse, un empresario y también inventor de quien obtuvo importantes sumas de dinero.
La competencia entre ambos sistemas de distribución de electricidad alcanzó cotas muy altas de agresividad y en cierto modo podemos verla como un combate entre Tesla y Edison. Cada modalidad tenía sus ventajas y desventajas, pero el hecho de que la corriente alterna permitiera un envío efectivo de electricidad desde la central generadora a distancias muchísimo mayores que las posibles con la continua decantó finalmente el mercado a favor de la alterna, que es la que hoy en día llega a nuestras viviendas y locales de trabajo.
De los logros a las leyendas
Además de su motor de inducción, Tesla inventó y patentó muchos otros dispositivos fundamentales para la corriente alterna. Entre sus más de cien patentes principales, figuran innovaciones en muy diversos campos, incluyendo el de la iluminación eléctrica, donde hizo importantes aportaciones.
Algunas de sus invenciones estaban demasiado avanzadas para su tiempo y solo se les supo sacar provecho tiempo después. Por ejemplo, el control remoto, que demostró con una embarcación en 1898. La reacción del público fue de honda sorpresa. Hubo personas que creyeron que un mono entrenado pilotaba el vehículo desde dentro, ya que el concepto del radiocontrol les parecía imposible. Alguna gente fue más lejos, atribuyendo el portento a un supuesto poder telepático de Tesla, o incluso considerándolo fruto de la magia. Sin embargo, el indudable valor estratégico del sistema no fue aprovechado entonces ni siquiera por el estamento militar.
Un pequeño retraso, a veces incluso más motivado por la burocracia que por el desarrollo de la tecnología de la cual solicitar patente, puede marcar la diferencia entre quien pasará a la historia por haber inventado algo importante y quien nunca será recordado por tal cosa. El grado de perfeccionamiento del invento, e incluso factores como la fama o contactos del solicitante, también pueden contribuir a esa prioridad de un inventor sobre otro. Por sus logros con la radio, Tesla pudo haber ocupado el lugar de Guillermo Marconi. Gracias a su labor con los rayos X y las radiografías, también estuvo muy cerca de ocupar el de Wilhelm Röntgen.
Algunas de las ideas de Tesla eran simplemente irrealizables en su época y todavía lo serán durante años, como por ejemplo su sistema para transmitir energía inalámbricamente mediante ondas de radio, abasteciendo así de electricidad a todos aquellos edificios con el receptor adecuado. Gastó mucho dinero en ello, pero sin conseguir resultados prácticos lo bastante prometedores como para atraer a los inversores que necesitaba. Otras de sus ideas eran todavía más ambiciosas y no llegaron mucho más allá de la mera teoría. Estos proyectos, la espectacularidad de sus anteriores demostraciones públicas, la atmósfera de misterio que se creó en torno a él, su carisma como genio de la tecnología, su conducta excéntrica y la soledad de sus últimos años de vida contribuyeron a forjar numerosas leyendas acerca de extrañas máquinas construidas en secreto por él, que serían capaces de prodigios formidables; leyendas que, tras fallecer en 1943, ya nunca podría desmentir. (Fuente: NCYT Amazings/Jorge Munnshe)