Cosmología
El fin de la Tierra: el final del Universo
El verdadero fin del Universo (y por tanto el de nuestra propia civilización, establecida en cualquier lugar, incluso después de la muy anterior desaparición del Sistema Solar) es una auténtica incógnita.
Ni siquiera sabemos exactamente cuál será su evolución futura. Depende de muchos factores, en particular de la cantidad de masa y energía que contenga, de su ritmo de expansión, etc. A pesar de todo, durante los últimos años se ha avanzado mucho en estas incógnitas cosmológicas.
Desde hace casi un siglo, los astrofísicos tienen pruebas de que el Universo se halla en expansión, y que por tanto habría nacido a partir de un estallido primigenio al que llamamos Big Bang, que fue capaz de crear la materia, el espacio y el tiempo que ahora experimentamos como sus habitantes.
Teniendo en cuenta esta premisa, el futuro del Universo está relacionado con las condiciones iniciales de su formación y la influencia de sus componentes. Por ejemplo, se ha propuesto que si la masa del Universo fuese suficientemente elevada, la consecuente fuerza de gravedad vencerá el impulso de la explosión inicial (el Big Bang) y detendrá su expansión. En ese caso, la materia desandará el camino recorrido y volverá a reunirse en un punto inicial (Big Crush), fusionándose y abriendo la posibilidad de un nuevo Big Bang (Big Bounce). Estaríamos pues contemplando la posibilidad de que el Universo fuese cíclico, en períodos de expansión/contracción infinitos, haciendo imposible alcanzar una conclusión sobre su verdadera edad. En el ciclo presente, nosotros acabaríamos desapareciendo, consumidos en la vorágine, pero la creación de otro Universo permitiría su eventual colonización por nuevos seres ajenos a nosotros. Si esto es cierto, ¿cuántas veces habrá sucedido ya este proceso de creación/destrucción? ¿Qué número tendríamos en la quizá infinita cadena?
En cambio, si el Universo no poseyera suficiente masa para frenar su expansión, se haría cada vez menos denso y más frío (Big Freeze), hasta alcanzar el cero absoluto. Las aglomeraciones de materia, como las galaxias, estarían cada vez más alejadas unas de las otras, y sin posibilidad de influirse para su reciclado, sus miembros constitutivos, las estrellas, agotarían su evolución y acabarían finalmente como carbones apagados. Probablemente la mayor parte de la última población estelar estaría constituida por agujeros negros, que con el paso del tiempo acabarían desapareciendo, evaporados, debido a la emisión de la llamada radiación de Hawking. Aunque pudiésemos de huir de nuestro moribundo Sol, acabaríamos por no encontrar a ninguna estrella joven que pudiera adoptarnos indefinidamente y moriríamos en un paraíso helado y sin energía.
Estas dos opciones se barajaron durante mucho tiempo, en busca de pruebas que pudieran sugerir cuál era la correcta. Ahora, sin embargo, creemos que ninguna de las dos lo es, o al menos no del todo. Ello se debe a que el Universo no sólo contiene lo que podemos ver a través de nuestros telescopios, es decir, aquello que produce o refleja luz. Existe otro tipo de materia, la materia oscura, que se encuentra en el cosmos y que, sin emitir luz de ninguna clase, sólo puede detectarse por su influencia gravitatoria. Por otro lado, existe lo que se llama energía oscura, un nuevo componente identificado del Universo, que no está hecho de materia, ni visible ni oscura, sino que es energía cuyos efectos son palpables pero que no sabemos definir aún. Lo más sorprendente de todo es que sólo el 4 por ciento del universo está hecho de materia normal (átomos), que la materia oscura supone el 23 por ciento, y que el resto, un 73 por ciento, pertenece a la energía oscura. Es decir, es difícil conocer el futuro del universo cuando el 96 por ciento de él apenas sabemos lo que es.
Posibles geometrías del Universo. (Foto: Wikimedia Commons)
Hacia el final definitivo
Las investigaciones más avanzadas han llegado a la conclusión de que el futuro del Universo dependerá de su forma geométrica y de sus contenidos. En cuanto a la forma, ha resultado que el Universo no es esférico, como podría esperarse de algo que ha estallado en un punto y se expande en todas direcciones, sino que es plano, con apenas un 0,4 por ciento de error. A partir de esta geometría, si no hubiera energía oscura, los científicos creen que el Universo se expandiría para siempre, debido a que no habría bastante masa para detener la expansión por efecto de la gravedad. En cambio, con el descubrimiento de la energía oscura, o al menos de su misteriosa existencia, la cosa se complica. En una primera fase, el Universo se habría expandido rápidamente, pero empezó a ser frenado por el efecto de la gravedad a corta distancia. En estos momentos, sin embargo, se ha comprobado que la expansión ya no está desacelerando sino que, al contrario, está acelerando. Es decir, debido a la energía oscura, su velocidad expansiva tenderá a crecer, y su futuro deberá parecerse a la del universo abierto que verá a sus componentes alejarse cada vez más los unos de los otros.
El problema es que no sabemos exactamente qué es la energía oscura. No podemos saber aún qué clase de energía se trata y cómo se comporta. Podría actuar así ahora y hacer lo contrario dentro de unos miles de millones de años, cambiando radicalmente el destino del Universo.
Esta energía oscura está por el momento ejerciendo una fuerza de repulsión, contraria a la de la gravedad, lo que está logrando acelerar el ritmo de expansión. En uno de los múltiples casos propuestos, la llaman energía fantasmal, y solo podemos especular sobre el futuro en base a esta constatación. Al parecer, la densidad de la energía oscura crecería con el paso del tiempo, propiciando la citada aceleración.
El destino del Universo se llamaría en este caso Big Rip, siguiendo una hipótesis propuesta en 2003. Según esta teoría, la expansión del Universo implicaría que la materia que contiene, sin importar su tamaño, acabará disgregándose infinitamente, hasta el punto en que las fuerzas fundamentales de la naturaleza dejarán de poder actuar adecuadamente. Por ejemplo, pocos millones de años antes del final, las galaxias empezarían a estar tan lejos unas de las otras que la gravedad dejaría de mantenerlas agrupadas. Lo mismo pasaría con las estrellas, los planetas e incluso con las partículas subatómicas. Tres meses antes del final, nuestro Sol perdería sus planetas, unos minutos antes del final, estrellas y planetas se desmembrarían, y en el último instante, lo mismo ocurriría con los átomos. Toda la materia del Universo dejaría de estar agregada de una manera o de otra, y solo quedaría una sopa de partículas subatómicas y radiación.
Pero quién sabe. Quizá la energía oscura se comporta diferente a como esperamos, o cambia ese comportamiento en el futuro, y estas predicciones dejan de ser aplicables. Apenas estamos empezando a trabajar en la búsqueda del conocimiento experimental suficiente que permita a los teóricos alimentar sus modelos y llegar a conclusiones más fiables y precisas al respecto. Estamos adentrándonos, sin duda, en un campo fascinante de la cosmología, que en los próximos años arrojará mejores pistas sobre el verdadero fin del universo y de nosotros mismos. (Fuente: NCYT Amazings)