La oscuridad puede borrar recuerdos traumáticos en las moscas

Unos científicos han descubierto que unas moscas Drosophila, cuando fueron mantenidas un tiempo en la oscuridad, perdieron un recuerdo que estaba almacenado en su memoria de largo plazo. Ese recuerdo recogía un evento traumático. Esta es la primera confirmación de que el nivel de luz ambiental desempeña un papel en el mantenimiento de la memoria de largo plazo. El equipo también identificó el mecanismo molecular específico responsable de este efecto. Los recuerdos almacenados en la memoria de largo plazo son notoriamente difíciles de borrar. Lo descubierto en la nueva investigación podría conducir a tratamientos novedosos para personas que sufrieron traumas, tal vez incluso la eliminación de recuerdos traumáticos que les alteran la vida.

Es imposible recordar todo lo que nos ocurre en un día. Pero un suceso particularmente impactante puede consolidarse en nuestra memoria a largo plazo, para lo cual se sintetizan proteínas y se modifican los circuitos neuronales en nuestro cerebro. Dichos recuerdos pueden resultar devastadores para la víctima, lo que puede desencadenar en ella un trastorno por estrés postraumático. Sin embargo, fisiológicamente hablando, conservar un recuerdo está lejos de ser un proceso fácil. Se requiere un mantenimiento activo para conservar los cambios que constituyen el soporte en el que está grabado el recuerdo, protegiéndolos contra el reordenamiento celular constante inherente a la renovación constante de todo organismo vivo. A pesar de la importancia de conocer a fondo cómo funciona la memoria en el cerebro, el mecanismo por el cual esto ocurre aún no se comprende y es un tema clave para la neurociencia en la actualidad.

Los cambios en el nivel de luz natural, especialmente los del ciclo día-noche, desempeñan un papel importante en la regulación de la fisiología animal. Los ejemplos incluyen el ritmo circadiano, el estado de ánimo y la cognición. ¿Pero qué hay de la memoria a largo plazo? El equipo de Takaomi Sakai, de la Universidad Metropolitana de Tokio en Japón, se propuso estudiar cómo la exposición a la luz afecta la memoria de las moscas de la fruta (Drosophila), que tienen un estilo de vida diurno. Como ejemplo de suceso traumático almacenable en la memoria de largo plazo, recurrieron a uno que no resulta inusual en los machos de mosca: estar expuestos a moscas hembras que ya se han apareado. Se sabe que las hembras que ya se han apareado no son receptivas a nuevos machos y este rechazo de las hembras ejerce un estrés notable en los machos que no han logrado aparearse con ellas. Una vez que esa frustrante experiencia queda grabada como recuerdo en su memoria de largo plazo, los machos ya no vuelven a intentar cortejar hembras, incluso cuando hay nuevas hembras a su alrededor que no se han apareado todavía.

El equipo ha descubierto que las moscas mantenidas en la oscuridad no podían mantener intacta su memoria de largo plazo. Esto se debió a la falta de liberación de la proteína Pdf, lo que a su vez impide la producción de la proteína CREB en el centro de memoria del cerebro de la mosca. (Imagen: Tokyo Metropolitan University)

El equipo descubrió que los machos rechazados a los que se mantuvo en la oscuridad durante 2 días o más, ya no mostraban ninguna reticencia a aparearse, mientras que sí la mostraban los que estuvieron expuestos al ciclo normal día-noche. Esto indica claramente que la ausencia de luz modificó de alguna manera la capacidad de la memoria de largo plazo para retener recuerdos. El fenómeno no está relacionado con el tiempo dedicado a dormir. Los autores del estudio prestaron especial atención a una proteína en el cerebro llamada Pdf, de la cual se sabe que se expresa en respuesta a la luz. Descubrieron que Pdf regula la transcripción de una proteína llamada CREB en una parte del cerebro de los insectos de la cual se sabe que está implicada en la memoria y en el aprendizaje. Por lo tanto, identificaron el mecanismo molecular específico por el cual la luz afecta a la retención de recuerdos en la memoria de largo plazo.

Las experiencias traumáticas son muy difíciles de olvidar y pueden afectar gravemente la calidad de vida de la víctima. Pero los descubrimientos del equipo de Sakai muestran que estos recuerdos pueden en realidad verse significativamente afectados por factores ambientales en los organismos vivos. Esto abre la puerta hacia la esperanzadora posibilidad de desarrollar nuevos tratamientos para víctimas de traumas, tal vez incluso la capacidad de borrar recuerdos traumáticos que les impiden llevar una vida normal. (Fuente: NCYT Amazings)