Ningún indicio de manipulación artificial en el coronavirus de la pandemia

Las teorías de la conspiración sobre el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, atribuyendo su origen a algún laboratorio secreto, no tienen fundamento. Y ahora además su origen natural ha sido corroborado tras un exhaustivo análisis de su secuencia genómica, efectuado por un equipo internacional de científicos.

El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, culpable de la actual pandemia de la enfermedad COVID-19, es un producto de la evolución natural. Así lo indican los resultados de este análisis de la secuencia genómica del SARS-CoV-2 y de las de virus emparentados con este.

"Al comparar los datos disponibles de las secuencias genómicas de las cepas de coronavirus conocidas, podemos determinar firmemente que el SARS-CoV-2 se originó a través de procesos naturales", dictamina Kristian Andersen, profesor de microbiología e inmunología del Instituto Scripps de Investigación en Estados Unidos y miembro del equipo de investigación.

En el equipo también han trabajado Robert F. Garry de la Universidad Tulane en Estados Unidos, Edward Holmes de la Universidad de Sídney en Australia, Andrew Rambaut de la Universidad de Edimburgo en Escocia (Reino Unido) y W. Ian Lipkin de la Universidad de Columbia en la ciudad estadounidense de Nueva York.

Los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades que varían ampliamente en severidad. La primera enfermedad grave conocida causada por un coronavirus surgió con la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) de 2003 en China. Un segundo brote de enfermedad grave comenzó en 2012 en Arabia Saudita con el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS).

En diciembre de 2019, las autoridades chinas alertaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un brote de una nueva cepa de coronavirus causante de una enfermedad, que posteriormente se denominó SARS-CoV-2 y que se ha propagado hasta causar la pandemia actual.

Kristian Andersen. (Foto: The Scripps Research Institute)

Poco después de que comenzara la epidemia, los científicos chinos secuenciaron el genoma del SARS-CoV-2 y pusieron los datos a disposición de los investigadores de todo el mundo. Los datos de la secuencia genómica resultante han demostrado que las autoridades chinas detectaron rápidamente la epidemia y que la cantidad de casos de COVID-19 ha aumentado debido a la transmisión de humano a humano después de una sola introducción en la población humana.

El análisis llevado a cabo por Andersen y sus colaboradores indica claramente que el virus es el resultado de la selección natural y no el producto de la ingeniería genética.

En cuanto al origen específico del virus, Andersen y sus colaboradores han llegado a la conclusión de que el origen más probable del SARS-CoV-2 se describe con alguno de dos posibles escenarios.

En un escenario, el virus evolucionó hasta su estado patógeno actual a través de la selección natural en un organismo infectado no humano y luego saltó a los humanos. Así es como han surgido brotes previos de coronavirus, con humanos contrayendo el virus después de la exposición directa a animales infectados, civetas en el caso del SARS y camellos en el del MERS. Se propuso a los murciélagos como el reservorio más probable para el SARS-CoV-2, ya que es muy similar a un coronavirus de murciélago. Sin embargo, no hay casos documentados de transmisión directa de murciélago a humano, lo que sugiere que hubo otro organismo infectado que sirvió de intermediario entre murciélagos y humanos.

En este escenario, las dos características distintivas de la proteína de las púas del SARS-CoV-2 (las estructuras que le dan apariencia de corona) habrían evolucionado hasta su estado actual antes de infectar por vez primera a un humano. Si ocurrió así, la epidemia actual comenzó rápidamente tan pronto como empezaron las infecciones en humanos, ya que para entonces el virus ya había desarrollado previamente todas las características que lo hacen patógeno y capaz de propagarse eficientemente entre las personas.

En el otro escenario propuesto, una versión no patógena del virus saltó de un animal infectado a humanos y luego evolucionó dentro de la población humana hasta su estado patógeno actual. Por ejemplo, algunos coronavirus de pangolines, mamíferos parecidos a armadillos que se encuentran en Asia y África, contienen cierta estructura que es muy similar a una del SARS-CoV-2. Un coronavirus de un pangolín pudo transmitirse a un humano, ya fuese directamente o a través de un organismo infectado intermediario, como civetas o hurones.

Mediante su evolución dentro del cuerpo humano, posiblemente a través de una circulación limitada no detectada en la población humana antes del inicio de la epidemia, el virus habría desarrollado algunas características nuevas que finalmente lo volvieron infeccioso como es ahora.

Andrew Rambaut, de la Universidad de Edimburgo y coautor del estudio, advierte, sin embargo, que resulta difícil, si no imposible, saber en este momento cuál de los dos escenarios es el más probable. (Fuente: NCYT Amazings)