Ecología
Tras una extinción masiva, no crece la biodiversidad tan pronto como se creía
Según la teoría más ampliamente aceptada, muy poco después de una extinción masiva, se produce una explosión evolutiva de biodiversidad a partir de las especies supervivientes. Sin embargo, los resultados de una nueva investigación indican que no siempre sucede eso.
Los resultados del estudio sirven además para ayudar a extrapolar cómo una nueva extinción masiva, posiblemente causada por problemas antropogénicos, como la deforestación y el cambio climático, podría afectar al plancton y a la vida en general.
En ausencia de competidores, según la teoría común, las especies supervivientes se adaptan con rapidez, evolucionando hacia la adopción de nuevos atributos físicos a fin de tomar ventaja en los nichos ecológicos recién vaciados de competidores. Pero eso no es lo que ha encontrado el equipo de Charles E. Mitchell y David W. Bapst de la Universidad en Buffalo (Universidad Estatal de Nueva York) al examinar fósiles de poblaciones de graptolites que sobrevivieron a una extinción masiva hace 445 millones de años.
Los graptolites son una clase de zooplancton extinto que vivía en colonias. Debido a que los animales evolucionaron rápidamente y tuvieron una amplia distribución geográfica, su registro fósil es rico, y constituye un tesoro de información sobre la diversificación de especies.
Bapst, Mitchell y sus colegas examinaron dos diferentes grupos de graptolites en su estudio. Cada tipo vivió durante la época de la extinción masiva del Ordovícico que comenzó hace 445 millones de años, pero sólo uno sobrevivió.
Antes de la extinción masiva, el grupo que terminó extinguiéndose era el dominante y también el más variable en su morfología, construyendo colonias de muchas formas diferentes.
Tras desaparecer este grupo durante la extinción, el otro tuvo la oportunidad de recuperarse en un entorno libre de competidores.
Según la teoría más aceptada hasta ahora, esta circunstancia debería haber conducido a este grupo hacia un estallido de expansión evolutiva adaptativa. En otras palabras, sin competidores, el grupo superviviente debería haberse diversificado rápidamente, desarrollando nuevas características físicas, así como nuevas arquitecturas de colonias, para tomar ventaja de los nichos ecológicos que el grupo extinto dominaba anteriormente.
En vez de eso, los investigadores han descubierto que, aunque casi inmediatamente después de la extinción masiva del Ordovícico proliferaron nuevas especies de ese grupo, como se esperaba, todas ellas muestran sólo pequeños cambios en su forma o morfología, no los grandes cambios predichos por la teoría. De hecho, antes de la extinción el grupo superviviente tenía una velocidad de evolución mayor, registrándose en él la aparición de nuevos rasgos físicos a un ritmo más intenso.
La limitada innovación morfológica en el grupo superviviente continuó durante aproximadamente 2 millones de años después de la extinción.
Ese lapso es compatible con un modelo de evolución que sostiene que las interacciones entre especies en coevolución ayudan a fomentar la diversificación.
En la investigación también han participado Peter C. Bullock y Michael J. Melchin de la Universidad St. Francis Xavier en Canadá, y H. David Sheets del Canisius College en Buffalo.