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Redacción
Lunes, 20 de Julio de 2020
Medicina

Dieta rica en grasas y uso excesivo de antibióticos, ¿los ingredientes para la enfermedad inflamatoria intestinal?

Las causas de la enfermedad inflamatoria intestinal (un conjunto de patologías que incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa) no están claras, aunque se tiende a creer que el trastorno se desarrolla a partir de una respuesta inmunitaria defectuosa a algunos cambios en el microbioma intestinal. Una investigación reciente ahonda más en la causa última, y las conclusiones a las que han llegado los autores del estudio son un tanto sorprendentes.

 

El equipo de Andreas Bäumler, profesor de microbiología e inmunología médica de la Universidad de California en Davis (Estados Unidos) ha constatado que la combinación de una dieta rica en grasas, tan típica de muchas sociedades occidentales de hoy en día, con un uso lo bastante extenso de antibióticos, incrementa significativamente el riesgo de alcanzar el estado previo al diagnosticable como enfermedad inflamatoria intestinal.

 

El síndrome del intestino irritable se caracteriza por episodios recurrentes de dolor abdominal, hinchazón y cambios en la conducta del tracto gastrointestinal. Según algunas estimaciones, afecta aproximadamente al 11% de las personas en el mundo. Se considera que los pacientes de síndrome del intestino irritable que además presentan inflamación de la mucosa y cambios en la composición microbiana del intestino están en la antesala de la enfermedad inflamatoria intestinal.

 

El estudio se hizo sobre 43 adultos sanos y 49 pacientes adultos diagnosticados con síndrome del intestino irritable. Los análisis permitieron determinar que 19 de los pacientes de síndrome del intestino irritable se hallaban en el estado previo al diagnosticable como enfermedad inflamatoria intestinal.

 

Los investigadores encontraron que todos los participantes que se alimentaban con una dieta alta en grasas y que usaban antibióticos con cierta asiduidad tenían un riesgo 8,6 veces mayor de alcanzar el estado previo al diagnosticable como enfermedad inflamatoria intestinal, en comparación con quienes tenían una dieta baja en grasas y no tenían antecedentes recientes de uso de antibióticos. Los participantes con el mayor consumo de grasas tenían unas 2,8 veces más probabilidades de llegar a la antesala de la enfermedad inflamatoria intestinal que quienes tenían el menor consumo de grasas. Un historial de uso reciente de antibióticos por sí solo se asoció con una probabilidad 3,9 veces mayor de alcanzar esa antesala.

 

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Imágenes de secciones de revestimiento interno de colon, a partir de combinaciones de dieta baja en grasas (marcada como “LFD”) en comparación con dieta rica en grasas (marcada como “HFD”), así como ausencia de tratamiento (marcada como “mock”) en comparación con tratamiento mediante el antibiótico estreptomicina (marcado como “Strep”). (Imágenes: UC Davis Health)

 

En experimentos con ratones, se probó el efecto de una dieta rica en grasas y el uso de antibióticos en las células del revestimiento intestinal. Se encontró que la dieta rica en grasas y los antibióticos tienen un efecto combinado que entorpece el trabajo de las mitocondrias de la célula (las “centrales energéticas” celulares), mermando su capacidad de quemar oxígeno. Esta deficiencia causa una reducción en el consumo de oxígeno de la célula y conduce a la fuga de oxígeno en el intestino.

 

Las bacterias beneficiosas del cuerpo prosperan en ambientes sin oxígeno, como el intestino grueso. Los niveles de oxígeno más altos en el intestino promueven los desequilibrios bacterianos y la inflamación. Con la alteración del entorno intestinal, comienza un círculo vicioso de sustitución de las bacterias buenas por microbios proinflamatorios potencialmente dañinos que son más tolerantes al oxígeno. Esto a su vez conduce a la inflamación de la mucosa, que es una de las características típicas del estado previo al diagnosticable como enfermedad inflamatoria intestinal.

 

Los autores del estudio también han identificado a la mesalazina, un fármaco capaz de volver a poner en marcha las “centrales energéticas” celulares en el revestimiento intestinal, como un tratamiento potencial contra el estado previo al diagnosticable como enfermedad inflamatoria intestinal.

 

"El mejor enfoque para un intestino sano es deshacerse del sustento preferido de los microbios dañinos", aconseja Je Hee Lee, del equipo de investigación. "Nuestro estudio enfatiza que para prevenir la inflamación intestinal es muy importante evitar alimentos con alto contenido en grasas y no abusar de los antibióticos". (Fuente: NCYT de Amazings)

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