Salud
Ejercicio físico, presión arterial alta y contaminación atmosférica
Salir a correr por el vecindario o a pasear en bicicleta es un buen modo de hacer ejercicio físico que beneficie nuestra salud, pero ¿qué ocurre si vivimos en una zona donde el aire está contaminado por los tubos de escape de numerosos vehículos con motor de combustión o por chimeneas de fábricas? ¿Respirar ese aire nos hará más daño que el bien que nos hará ese ejercicio al aire libre? Una investigación ha profundizado en esta peliaguda cuestión, centrándose en si salir a hacer ejercicio al aire libre en un barrio con polución logra o no mitigar el riesgo de padecer presión arterial alta.
La relación riesgo-beneficio entre la contaminación del aire y la actividad física es una importante preocupación de salud pública porque más del 91 por ciento de las personas del mundo viven en zonas donde la calidad del aire no cumple las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La actividad prolongada al aire libre en las zonas urbanas aumenta la inhalación de sustancias contaminantes presentes en el aire. Por ello, dicha actividad puede empeorar los efectos perjudiciales para la salud de la contaminación atmosférica, tal como reconoce Xiang Qian Lao, de la Universidad China de Hong Kong en Shatin, y miembro del equipo de investigación. Sin embargo, aunque en el estudio se constató que la actividad física elevada combinada con una menor exposición a la contaminación atmosférica estaba relacionada con un menor riesgo de hipertensión, la actividad física seguía teniendo un efecto protector incluso cuando las personas estaban expuestas a altos niveles de contaminación. La conclusión, en palabras de Lao, es que la actividad física, incluso en aire contaminado, es una importante estrategia de prevención de la hipertensión arterial.
Los investigadores estudiaron a más de 140.000 adultos no hipertensos en Taiwán e hicieron un seguimiento de ellos durante un promedio de 5 años. Los investigadores clasificaron los niveles semanales de actividad física de cada adulto como inactivos, moderadamente activos o altamente activos.
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Hacer ejercicio físico al aire libre aporta más beneficios que perjuicios incluso cuando se hace en un barrio con un nivel moderadamente alto de contaminación atmosférica. (Foto: James Gathany / CDC)
Los investigadores también clasificaron el nivel de exposición a la materia particulada fina, concretamente la del tipo conocido como “PM2.5” (o sea partículas con tamaños no superiores a 2,5 micrones). Esta clase de partículas en suspensión es el indicador más utilizado del grado de contaminación del aire.
Los investigadores descubrieron que, en general, las personas que son muy activas y están expuestas a bajos niveles de contaminación tienen el menor riesgo de desarrollar hipertensión arterial. Las personas inactivas y expuestas a un aire altamente contaminado tenían el mayor riesgo de padecer hipertensión.
También se constató que cada aumento en el nivel de materia particulada PM2.5 presente en el aire se asociaba con un aumento del 38% en el riesgo de hipertensión, mientras que cada aumento en el nivel de actividad física conducía a un 6% menos de riesgo de hipertensión. Esto sugiere que la reducción de la contaminación del aire es más eficaz para prevenir la hipertensión.
De todos modos, en la investigación quedó claro que la actividad física regular otorga beneficios para la salud aunque el nivel de contaminación sea relativamente alto. Las personas que se ejercitaron moderadamente tuvieron un 4% menos de riesgo de hipertensión que las que no se ejercitaron. Las personas que se ejercitaban a un nivel alto tenían un 13% menos de riesgo de presión arterial alta que los que no hacían ejercicio.
Hay que advertir que las conclusiones de este estudio tienen limitaciones. La principal limitación es geográfica: los resultados no pueden generalizarse a otras poblaciones con mayor exposición a la contaminación del aire porque solo se investigó a personas que viven en Taiwán, donde el aire, aunque pueda merecer localmente el calificativo de “muy contaminado”, solo lo está moderadamente si se toman como referencia los niveles imperantes en otras zonas urbanas del mundo. Concretamente, la concentración anual de PM2.5 era de “solo” 2,6 veces el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Parece evidente que en algunas zonas del mundo en las cuales la polución atmosférica se manifiesta como una niebla y adquiere propiedades mucho más dañinas, salir a correr no es una buena idea.
Otra limitación del estudio es que los investigadores no hicieron distinción específica entre la actividad física al aire libre y la actividad física en interiores, lo que significa que no podían examinar exclusivamente la asociación de las PM2.5 y la hipertensión en relación con la actividad física al aire libre o en relación con la actividad física en interiores. Los investigadores también incluyeron el fumar cigarrillos en interiores como una variable. (Fuente: NCYT de Amazings)



