Astrofísica
Un halo masivo explica finalmente el flujo de gas que se arremolina alrededor de la Vía Láctea
La Vía Láctea no está sola en su vecindario. Ha capturado galaxias más pequeñas en su órbita, y las dos más grandes son conocidas como la Pequeña y la Gran Nube de Magallanes, visibles como manchas polvorientas gemelas en el Hemisferio Sur.
Cuando las Nubes de Magallanes comenzaron a rodear la Vía Láctea hace miles de millones de años, una enorme corriente de gas conocida como la Corriente de Magallanes fue arrancada de ellas. La corriente ahora se extiende a través de más de la mitad del cielo nocturno. Pero los astrónomos no han podido explicar cómo dicha corriente llegó a ser tan masiva como lo es, más de mil millones de veces la masa del Sol.
Ahora, unos astrónomos de la Universidad de Wisconsin-Madison y sus colegas han descubierto que un halo de gas caliente que rodea a las Nubes de Magallanes probablemente actúa como un capullo protector, escudando a las galaxias enanas del propio halo de la Vía Láctea y contribuyendo a la mayor parte de la masa de la Corriente de Magallanes. A medida que las galaxias más pequeñas entraban en la esfera de influencia de la Vía Láctea, partes de este halo se estiraban y dispersaban para formar la Corriente de Magallanes. Los investigadores publicaron sus resultados en la revista Nature.
"Los modelos existentes de la formación de la Corriente de Magallanes están obsoletos porque no pueden explicar su masa", dice Scott Lucchini, un estudiante graduado en el departamento de física de la UW-Madison, primer autor del artículo.
"Por eso hemos encontrado una nueva solución que es excelente para explicar la masa de la corriente, que es la cuestión más urgente de resolver", añade Elena D'Onghia, profesora de astronomía de la UW-Madison, que supervisó la investigación.
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Una vista del gas en el Sistema Magallánico como aparecería en el cielo nocturno. La Corona de Magallanes cubre todo el cielo mientras que la Corriente de Magallanes se ve como gas fluyendo desde las dos galaxias enanas, la Gran y la Pequeña Nube de Magallanes. Esta imagen, tomada directamente de las simulaciones numéricas, ha sido modificada ligeramente a efectos estéticos. (Foto: Colin Legg / Scott Lucchini)
D'Onghia colaboró con los físicos y astrónomos de la UW-Madison, el Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial en Baltimore y la Universidad de Sydney. Completó el trabajo mientras era becaria en el Centro de Astrofísica Computacional del Instituto Flatiron en la ciudad de Nueva York.
Los modelos más antiguos sugerían que las mareas gravitatorias y la fuerza de las galaxias que se empujan unas contra otras formaron la Corriente de Magallanes a partir de las Nubes de Magallanes cuando estas galaxias enanas entraron en órbita alrededor de la Vía Láctea. Si bien estos modelos podían explicar en gran medida el tamaño y la forma de la corriente, solo justificaban una décima parte de su masa.
Recientemente, unos astrónomos descubrieron que las Nubes de Magallanes son lo suficientemente masivas como para tener su propio halo, o corona, de gas caliente envolviéndolas. D'Onghia y su equipo se dieron cuenta de que esta corona alteraría dramáticamente la forma en que se formó la corriente.
En nuevas simulaciones realizadas por Lucchini, la creación de la Corriente de Magallanes se divide en dos períodos. Mientras las Nubes de Magallanes estaban todavía lejos de la Vía Láctea, la Gran Nube de Magallanes le quitó gas a su compañera más pequeña durante miles de millones de años. Este gas robado supuso finalmente entre el 10 y el 20 por ciento de la masa final de la corriente.
Más tarde, cuando las nubes cayeron en la órbita de la Vía Láctea, la corona cedió una quinta parte de su propia masa para formar la Corriente de Magallanes, que se extendió a través de un enorme arco del cielo por interacciones con la gravedad de la Vía Láctea y su propia corona.
El nuevo modelo es el primero en explicar la masa completa de la Corriente de Magallanes y la gran mayoría que proviene del gas ionizado, que es más energético que el gas no ionizado. También explica mejor cómo la corriente adoptó su forma filamentosa y por qué carece de estrellas, dado que se formó en gran medida a partir de la corona sin estrellas, no de las galaxias enanas en sí mismas.
"La corriente es un rompecabezas de hace 50 años", dice Andrew Fox, uno de los coautores del estudio y astrónomo del Instituto Científico del Telescopio Espacial, que opera el Telescopio Espacial Hubble. "Nunca tuvimos una buena explicación de dónde vino. Lo que es realmente emocionante es que ahora nos estamos acercando a una explicación".
La propuesta de los investigadores puede ser probada directamente. El Hubble debería ser capaz de ver las firmas reveladoras de la corona de gas que rodea las Nubes de Magallanes. (Fuente: NCYT Amazings)



