Asombrosa similitud entre el veneno del arbusto Dendrocnide moroides y el de arañas

El arbusto urticante de la especie Dendrocnide moroides es una de las plantas más venenosas del mundo y causa un dolor extremo y duradero.

Al igual que otras plantas urticantes, este vegetal está cubierto de apéndices en forma de aguja llamados tricomas que tienen alrededor de cinco milímetros de longitud. Los tricomas parecen pelos finos, pero en realidad actúan como agujas hipodérmicas que inyectan toxinas cuando entran en contacto con la piel.

Sustancias como el ácido fórmico, la acetilcolina o la histamina son comunes en las plantas urticantes. Se conocen bien los efectos de estas sustancias cuando los tricomas las inyectan en el ser humano. Sin embargo, ninguna de esas sustancias causa el dolor severo y duradero del compuesto liberado por el arbusto Dendrocnide moroides, lo que ya hacía sospechar desde hace tiempo de la presencia de una neurotoxina sin identificar.

El equipo integrado, entre otros, por Irina Vetter y Thomas Durek, de la Universidad de Queensland en Australia, se propuso solucionar el enigma. Y, efectivamente, han descubierto en la Dendrocnide moroides una nueva familia de toxinas. Se trata de una clase de miniproteínas que es del todo nueva en los vegetales.

Pero lo más llamativo es que, pese a provenir de un vegetal, la clase de toxinas descubierta en la Dendrocnide moroides es similar a las toxinas de ciertas arañas y también a las de los caracoles marinos cónicos, muy venenosos. La similitud de las toxinas de la clase descubierta en el arbusto Dendrocnide moroides con las toxinas de esos animales radica esencialmente en el modo en que se pliegan en sus estructuras moleculares tridimensionales y en el hecho de que actúan en los mismos receptores del dolor.

El arbusto Dendrocnide moroides tiene tricomas (estructuras parecidas a agujas) con las que inyecta toxinas. (Foto: Institute for Molecular Bioscience, University of Queensland)

El dolor duradero provocado por los tricomas del Dendrocnide moroides se debe a que alteran los canales de sodio en las neuronas sensoriales, y no a que los finos “pelos” se queden clavados en la piel.

"Al comprender cómo funciona esta toxina, esperamos proporcionar un mejor tratamiento a quienes sean pinchados por la planta, para aliviar o eliminar su dolor", explica Vetter. Ella y sus colegas confían en obtener, a partir de lo descubierto en su estudio, información nueva y detallada que sirva para desarrollar nuevos analgésicos.

Dado que estas toxinas, tanto de plantas como de animales, tienen un método común para causar dolor, es inevitable preguntarse: ¿Cuándo y cómo surgieron en la historia de la evolución estas toxinas? Los investigadores señalan dos posibilidades. Una de ellas sería que las toxinas surgieron a partir de un gen ancestral en un antiguo antepasado compartido por vegetales y animales. Otra posibilidad es que la coincidencia se deba meramente a una evolución convergente, que ocurre cuando la naturaleza “reinventa” la estructura más adecuada para servir a un propósito común. (Fuente: NCYT de Amazings)