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Redacción
Martes, 20 de Octubre de 2020
Ecología

Pasear perros por la playa tiene un elevado impacto sobre la conservación de las aves litorales

Un investigador de la Universidad de Valencia, Miguel Ángel Gómez-Serrano, acaba de publicar una investigación acerca de las consecuencias de las actividades humanas en las playas sobre la reproducción de una de las aves amenazadas que se reproducen en estos ecosistemas, el Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus).

 

Esta especie de ave limícola, elegida Ave del Año por SEO/BirdLife en 2019, se encuentra íntimamente ligada a los ecosistemas dunares litorales, donde se reproduce instalando su nido directamente sobre la arena de la playa. Puesto que su época de cría se extiende de marzo a julio (a veces incluso hasta el mes de agosto), buena parte de este periodo ha de compartirlo con otros usuarios de las playas: pescadores, bañistas, paseantes y, cada vez más, los perros que acompañan a sus dueños en estas tareas lúdicas.

 

Miguel Ángel Gómez-Serrano desarrolla un estudio a largo plazo sobre las consecuencias de las actividades humanas sobre la biología reproductora del Chorlitejo patinegro en las playas mediterráneas, que figuran entre las más afectadas por la elevada afluencia humana. El estudio, publicado en Ibis, una de las revistas más prestigiosas del mundo en el campo de la investigación sobre las aves, consistió en observar el comportamiento de los chorlitejos mientras incubaban sus huevos cuando eran molestados por la aproximación de personas (paseando, corriendo, pescando etc.), perros y vehículos, distinguiendo entre las diferentes vías de acceso de estas fuentes de perturbación (orilla de la playa, dunas, caminos, paseos marítimos, etc.). Las playas estudiadas se encuentran en las provincias de Castellón y Valencia, e incluyen tanto playas frecuentadas por personas como reservas de acceso restringido, circunstancia que permite comparar los resultados obtenidos en las playas turísticas con los de una situación natural de referencia.

 

Los principales resultados de esta investigación han demostrado que existe una respuesta desproporcionada de las aves en función del lugar dónde se produzca la molestia dentro de la playa y, especialmente, cuando hay perros presentes. En este sentido, en el estudio se pudo comprobar que las personas espantaban un 47% de las aves que estaban incubando cuando cruzaban la playa por las zonas con dunas y solo un 13% cuando lo hacían por los caminos habilitados. Sin embargo, cuando las personas iban acompañados de sus mascotas el comportamiento de las aves cambiaba drásticamente, y huían en la mayoría de los casos (94% en dunas y 80% en caminos). Parece que las aves interpretan estas situaciones en las que hay perros implicados en un contexto de mayor probabilidad de depredación. Esto es lógico ya que los perros se parecen a sus potenciales depredadores (como por ejemplo el zorro), y las aves interpretan sus movimientos erráticos de la orilla a las dunas como si fueran una actitud de caza.

 

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Chorlitejo patinegro hembra junto a su nido en una playa de la provincia de Valencia. (Foto: M. A. Gómez-Serrano)

 

La investigación resalta que el impacto de la actividad humana depende fundamentalmente de la ubicación donde se producen las molestias. El movimiento de personas afecta a las aves cuando se produce en las áreas más próximas a los hábitats de cría donde ubican sus nidos, como por ejemplo cuando estas cruzan por las dunas o caminos de acceso a la orilla. Sin embargo, el trasiego por la orilla del mar tiene una escasa repercusión sobre el comportamiento reproductor. Es evidente que esta frecuentación humana tiene un límite, ya que estas aves no pueden reproducirse en las playas turísticas más frecuentadas.

 

Pasear perros es una de las actividades recreativas más populares en todo el mundo, y las playas son uno de los entornos naturales preferidos para esta actividad. Sin embargo, hay un elevado grado de desconocimiento del impacto que esta actividad puede tener sobre el medio natural tanto a nivel de los gestores como de los usuarios. Esta falta de evidencias sobre las consecuencias de la presencia de los perros en las playas está favoreciendo la proliferación de tramos costeros habilitados para el baño y paseo de las mascotas, conocidas popularmente como “playas para perros”. La web de RedCanina (https://www.redcanina.es/) publica un mapa cada temporada con las playas españolas adaptadas para el acceso de mascotas. Según esta web, en 2020 ya hay autorizadas casi 20 playas solo en el litoral de la Comunidad Valenciana, y la lista de lugares crece cada año.

 

El problema no está en que los perros accedan o no a las playas, sino cuándo y dónde lo hacen. La mayor parte de ayuntamientos consideran que se trata de una demanda incompatible con las playas más turísticas, por lo que tienden a acantonar estos sectores para mascotas en los ecosistemas dunares más naturales, donde el conflicto con las aves está garantizado. La tendencia es, además, a autorizar esta actividad cada vez más pronto, incluso en plena primavera, coincidiendo así con la época de reproducción de las aves.

 

Los resultados de este estudio destacan la necesidad de regular la entrada de perros en las playas, cuya presencia es incompatible con la conservación de las aves, especialmente cuando no van atados. Sin embargo, uno de los aspectos más destacados de esta investigación es que se ha detectado que las aves pueden llegar a habituarse a la presencia humana, circunstancia que posibilita la coexistencia entre el uso recreativo de las playas y la conservación de las aves. Pero para que esta coexistencia sea posible hay que garantizar una separación efectiva de los usos, es decir, el ocio y la conservación del ecosistema dunar. La mayoría de usuarios de la playa sólo utilizan la zona inmediata a la orilla para tomar el sol, bañarse o pasear. En cambio, esta parte de la playa sólo se utiliza por las aves para alimentarse, ya que ubican sus nidos en la parte seca de la playa, en la franja existente entre las dunas y la arena mojada. La instalación de barreras (cercados de postes de madera unidos por cuerdas) para evitar la aproximación de personas a estos lugares de nidificación está facilitando la coexistencia en muchas playas, por lo que es recomendable extender su uso a las playas que todavía conservan poblaciones reproductoras de estas aves, o que aspiran a tenerlas en un futuro si se convierten en espacios más sostenibles. (Fuente: U. Valencia)

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