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Redacción
Jueves, 28 de Enero de 2021
Salud

Índice de masa corporal y comer entre cinco y seis veces al día

En los últimos años se ha demostrado que la hora de la comida es un sincronizador importante para nuestro reloj interno o reloj circadiano.

 

Realizar de cinco a seis comidas diarias de forma regular se relaciona con un menor índice de masa corporal (IMC). Así lo destaca un estudio titulado «Higher eating frequency is associated with lower adiposity and robust circadian rhythms: a cross-sectional study» y publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, que han dirigido Trinitat Cambras, catedrática de Fisiología, y Maria Izquierdo, catedrática de Nutrición y Bromatología, ambas de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona (UB). La primera firmante del estudio es María Fernanda Zerón, investigadora posdoctoral del Campus de la Alimentación de Torribera. La investigación también demuestra que una mayor frecuencia de las comidas se relaciona con un mejor funcionamiento del reloj circadiano y que, por tanto, podría tenerse en cuenta en las recomendaciones nutricionales, tanto para la prevención de la obesidad como de las alteraciones del sistema circadiano.

 

Un sincronizador del reloj interno o reloj circadiano es una variable externa que es rítmica y que tiene la capacidad de indicar la hora al reloj circadiano. Así, las horas de las comidas modifican el reloj molecular de distintos tejidos, indicando si es de día o de noche. «De esta forma —explica María Fernanda Zerón— el hígado, el páncreas e incluso el tejido adiposo se preparan para gestionar los nutrientes de la dieta durante el día, lo cual ayudará a mantener el equilibrio de energía y nutrientes en el cuerpo».

 

El nuevo trabajo amplía resultados previos en esta línea, sugiriendo que no solo el horario de las comidas, sino también su frecuencia y regularidad influyen en el funcionamiento de nuestro reloj interno y, por tanto, en la salud de las personas. Para llegar a este resultado, el equipo de investigación analizó la dieta, los horarios de sueño y comidas, la temperatura corporal y el IMC de 260 personas de entre veinte y treinta años. Los resultados muestran que cuanto mayor es la frecuencia de las comidas, menor es el índice de masa corporal. ¿Significa eso que se debe de comer a cada rato? «No —contesta Trinitat Cambras—: de hecho, los resultados señalan que esas cinco o seis comidas al día deberían hacerse cada tres o cuatro horas y dentro de un intervalo de tiempo diurno menor de catorce horas».

 

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Según el nuevo estudio, realizar de cinco a seis comidas diarias de forma regular se relaciona con un menor índice de masa corporal. (Foto: James Gathany / CDC / Mary Anne Fenley)

 

El equipo de investigación también ha observado que a medida que aumenta la frecuencia de comidas por día, el consumo de calorías durante la noche es menor. «Tanto cenar tarde o demasiado como saltarse el desayuno se han relacionado con el aumento de la prevalencia de enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes de tipo 2. A medida que se acerca la noche, nuestro cuerpo se prepara para dormir y no comer, o sea, para ayunar», destaca Maria Izquierdo.

 

El estudio también ha analizado la relación entre la frecuencia de las comidas y la salud del reloj interno. Para ello, se tomó como referencia el patrón diario de temperatura periférica, un marcador del ritmo del reloj circadiano. En esta línea, los resultados revelaron que el patrón diario de temperatura periférica era más robusto en aquellos individuos que hacían de cinco a seis comidas al día. Ello significa un mayor contraste de temperatura entre el día y la noche, lo que indica un ritmo circadiano más pronunciado, es decir, más saludable.

 

Además, el hecho de hacer de cinco a seis comidas diarias se asoció con una ligera subida de temperatura al mediodía, lo cual es también una característica del ritmo circadiano en estado de salud. «En conjunto, todos estos resultados sugieren que la frecuencia de las comidas también podría jugar un papel importante como sincronizador de nuestro reloj interno. Sin embargo, aún hacen falta más estudios para confirmar estos hallazgos», concluye Maria Izquierdo. (Fuente: UB)

 

 

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