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Redacción
Martes, 27 de Abril de 2021
Astronáutica

¿La próxima misión interestelar?

Las sondas espaciales Voyager 1 y Voyager 2 de la NASA, lanzadas al espacio en 1977, tenían como misión principal visitar los planetas más alejados del Sol que Marte. La cumplieron pero además, gracias a su velocidad y a su longevidad, consiguieron viajar mucho más lejos y entrar en el espacio interestelar en 2012 y 2018, respectivamente, suministrando información muy valiosa sobre ese entorno.

 

Estas naves viajaron unas 120 unidades astronómicas (UA), es decir, 120 veces la distancia de la Tierra al Sol, para alcanzar el límite de la heliosfera, la burbuja que rodea nuestro sistema solar y que está dominada por el viento solar (flujos de partículas impulsadas desde el Sol). Al otro lado de la burbuja, está el medio interestelar, dominado por los vientos estelares. Las Voyager cruzaron el borde de la burbuja y aportaron datos sobre las condiciones reinantes al otro lado, pero han dejado a los científicos con muchas preguntas sin responder sobre cómo interactúa nuestro Sol con el medio interestelar local. Los instrumentos de las Voyager son muy viejos y tienen limitaciones, lo que deja lagunas críticas en el conocimiento científico de esa región.

 

La NASA y diversas entidades colaboradoras están estudiando la posibilidad de construir una sonda especialmente diseñada para una misión interestelar. Su objetivo principal sería un punto del espacio interestelar mucho más lejano que las zonas exploradas por las Voyager. Ese punto estaría a unas 1.000 unidades astronómicas del Sol.

 

Algunos de los misterios que se espera resolver con la misión son: cómo interactúa el plasma del Sol con el gas interestelar para crear nuestra heliosfera; qué hay más allá de nuestra heliosfera; y qué aspecto tiene nuestra heliosfera captada desde el espacio interestelar. Según Elena Provornikova, del Laboratorio de Física Aplicada (APL) en la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, puede que también sea posible observar la luz de fondo extragaláctica del pasado lejano del universo, de cuando se formaron las primeras galaxias, una luz que no se puede ver desde la Tierra.

 

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Los científicos esperan que la sonda interestelar propuesta aporte información reveladora sobre la región por la que se mueve nuestro sistema solar en la galaxia. (Imagen: Johns Hopkins APL)

 

Provornikova lidera la sección de heliofísica en ese proyecto de sonda interestelar.

 

La heliosfera no solo es importante como tema de investigación de ciencia pura. También es importante por proteger a nuestro sistema solar de los rayos cósmicos galácticos de alta energía.

 

El Sol viaja por nuestra galaxia, atravesando diferentes regiones del espacio interestelar conforme sigue su órbita en torno al centro de la galaxia. El Sol se encuentra actualmente en lo que se denomina la Nube Interestelar Local, pero investigaciones recientes sugieren que el Sol podría estar moviéndose hacia el borde de la nube, tras lo cual entraría en la siguiente región del espacio interestelar, de la que no sabemos nada. Este cambio puede hacer que nuestra heliosfera se haga más grande o más pequeña o que cambie la cantidad de rayos cósmicos galácticos que entran y contribuyen al nivel de radiación de fondo en la Tierra, tal como advierte Provornikova.

 

Este es el último año de los cuatro que tiene asignados el estudio, dedicado a determinar qué investigaciones científicas se podrían realizar con esta misión. A finales de año, el equipo entregará a la NASA un informe en el que se describen las posibles actividades científicas, ejemplos de instrumentos científicos para la sonda espacial y ejemplos de diseños de naves y trayectorias para la misión.

 

La misión podría materializarse con el lanzamiento de la sonda interestelar a principios de la década de 2030 y tardaría unos 15 años en alcanzar el límite de la heliosfera, un trayecto rápido en comparación con los de las Voyager, que tardaron más del doble de tiempo en llegar allí. El diseño actual de la misión prevé que la sonda se mantenga operativa durante 50 años o más. Puede parecer un tiempo excesivamente largo, pero hay que tener en cuenta que las Voyager, que usan tecnología de la década de 1970, llevan ya 44 años de servicio.

 

Los detalles del proyecto en su fase actual han sido presentados públicamente en una asamblea general de la EGU (European Geosciences Union, o Unión Europea de Geociencias). (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

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