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Redacción
Miércoles, 28 de Abril de 2021
Arqueología forense

El misterioso acompañante del obispo momificado del siglo XVII

El cadáver de Peder Winstrup es uno de los cuerpos humanos mejor conservados del siglo XVII. Winstrup, obispo y destacado personaje histórico de Escandinavia, fue uno de los fundadores de la Universidad de Lund en Suecia. Falleció en 1679 y fue enterrado en la famosa catedral de Lund un año después. El féretro, junto con su contenido, constituye en muchos aspectos una cápsula del tiempo del año 1679, gracias al buen estado de conservación de todo ello, incluyendo la ropa.

 

Para lograr una conservación tan buena del cadáver, normalmente le habrían extirpado los órganos internos. En este caso, sin embargo, el cuerpo no fue embalsamado de forma tradicional, sino que simplemente se secó de modo natural. El buen estado del cuerpo parece ser el resultado de la combinación de varios factores: un flujo constante de aire, el material vegetal del ataúd, un largo periodo de enfermedad que hizo que el cuerpo se adelgazara mucho en vida, el hecho de que el fallecimiento y el entierro se hicieran en meses de invierno (diciembre y enero) así como las condiciones climáticas generales en la catedral, incluyendo la temperatura.

 

Desde hace varios años se viene estudiando profusamente este cadáver.

 

Una sorpresa se produjo cuando se apreció que algo sobresalía entre las dos pantorrillas del obispo. La radiografía reveló huesos pequeños. En un primer momento, se planteó la hipótesis de que se tratase de un animal. Cuando se estudió la imagen más detenidamente, los osteólogos de la Universidad de Lund se percataron de que estaban ante los restos mortales de un feto humano.

 

A juzgar por la longitud del fémur, el feto tenía entre 5 y 6 meses y nació muerto. El descubrimiento planteó una serie de preguntas, siendo la principal de todas ellas la de por qué estaba en el ataúd del obispo.

 

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Peder Winstrup en su ataúd. (Foto: Gunnar Menander)

 

El equipo de Torbjörn Ahlström, profesor de osteología histórica en la Universidad de Lund, puede haber resuelto definitivamente el misterio de por qué el feto estaba en el ataúd del obispo. El ADN del obispo y el del feto, junto con los análisis de parentesco, han demostrado que el niño era muy probablemente nieto del obispo.

 

"No era raro que los niños pequeños fueran colocados en ataúdes con adultos. El feto pudo ser depositado en el ataúd después del funeral, cuando estaba en una tumba abovedada de la catedral de Lund y, por tanto, resultaba accesible", explica Ahlström.

 

Los resultados de los análisis muestran que el feto era masculino y que el parentesco biológico era por el padre de la criatura. (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

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