Geología
El cobre oculto de la Tierra
Averiguar dónde la Tierra esconde sus principales reservas de cobre tiene una utilidad que va mucho más allá que el mero interés académico de los geólogos...
Ante el auge de la demanda de cobre desde el sector de la electrónica, en algunos estudios se ha estimado que la necesidad mundial de cobre podría superar a la capacidad de abastecimiento dentro de tan poco tiempo como seis años.
Los resultados de una nueva investigación, que sugieren dónde puede haber reservas naturales de cobre, podrían ayudar a evitar esa escasez futura del metal.
El equipo del geoquímico Cin-Ty Lee de la Universidad Rice, en Houston, Texas, con la ayuda crucial de Daphne Jin (ahora en la Universidad de Chicago), ha investigado qué condiciones geológicas son las idóneas para la presencia de cobre en cantidades aprovechables.
Los autores del estudio han llegado a la conclusión de que estas condiciones se dan en la cordillera de Los Andes y en la zona oeste de Norteamérica. Otros yacimientos potenciales de cobre aún por descubrir están, según todos los indicios, en Siberia, el norte de China, Mongolia y algunas zonas de Australia.
En la investigación también han trabajado Rajdeep Dasgupta, Peter Luffi, Veronique Roux y Emily Chin, de la Universidad Rice, así como Romain Bouchet de la ENS (Ecole Normale Superieure) en Lion, Francia, Douglas Morton de la Universidad de California en Riverside, y Qing-zhu Yin de la Universidad de California en Davis.
Plantearse buscar fuentes alternativas de cobre y otros metales no es una idea nueva. Por ejemplo, en los últimos años diversos geólogos y algunas compañías mineras han puesto sus ojos en el fondo de mar. De entre los tipos de yacimientos potenciales que allí podrían encontrarse cabe citar a los depósitos submarinos de sulfuros polimetálicos. Estas menas oceánicas ricas en azufre son producidas en todo el planeta en regiones asociadas a volcanes submarinos y marcadas por la presencia de fumarolas hidrotermales. Se forman cuando el agua se filtra bajo el suelo marino, se calienta y regresa a través de las chimeneas de las fumarolas arrastrando minerales disueltos. Cuando el agua caliente se encuentra con el agua fría del fondo, los minerales se precipitan creando las estructuras en forma de chimeneas. Con el tiempo, estas torres se colapsan y su material se acumula para formar depósitos, algunos de los cuales son ricos en cobre, oro, plata, plomo y zinc.