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Redacción
Lunes, 24 de Mayo de 2021
Psicología

Relación entre mente y cuerpo cuando este ha sido ampliado con nuevas partes

Cuando Dani Clode, demostrando ser una gran visionaria de la robótica, creó un dispositivo robótico que agrega otro dedo a una mano para que esta pueda hacer más cosas que una mano humana normal, abrió un nuevo capítulo en el naciente campo de la robótica para el cuerpo humano destinada no a suplir funciones perdidas de este sino a agregarle funciones nuevas. Portando el dispositivo robótico, la mano humana adquiere un pulgar extra que trabaja conjuntamente con los demás dedos y se convierte, en cierto modo, en sobrehumana. Pero, ¿está preparado el cerebro humano para asimilar plenamente esta mano ampliada de seis dedos en vez de cinco?

 

Una investigación realizada recientemente por un equipo que incluye a Tamar Makin, a Paulina Kieliba y a la propia Dani Clode, las tres del University College de Londres en el Reino Unido, ha tenido por objetivo buscar la respuesta a esa pregunta. O, dicho de otro modo, ¿cómo responde el cerebro a la ampliación del cuerpo humano más allá de lo natural?

 

La parte anatómica del pulgar adicional diseñado por Clode está fabricado por impresión en 3D, lo que facilita su personalización, y se lleva en el lado de la mano opuesto al del pulgar real del usuario, o sea cerca del dedo meñique. El usuario lo controla con sensores de presión colocados en sus pies, concretamente en la parte inferior de los dedos gordos. Conectados de forma inalámbrica al pulgar adicional, los sensores de ambos dedos controlan los diferentes movimientos del pulgar adicional respondiendo inmediatamente a los sutiles cambios de presión del usuario.

 

Para el estudio, se entrenó a 20 participantes en el uso del pulgar robótico a lo largo de cinco días, durante los cuales también se les animó a llevárselo a casa cada día después del entrenamiento para utilizarlo en escenarios de la vida cotidiana, lo que supuso un total de entre dos y seis horas de uso al día. Estos participantes fueron comparados con los de un grupo adicional de 10 participantes que llevaban solo una versión estática del pulgar adicional pero acudían a las mismas sesiones de entrenamiento.

 

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Dani Clode con el pulgar extra acoplado en una mano. (Foto: Dani Clode)

 

Durante las sesiones diarias en el laboratorio, se entrenó a los participantes para que utilizaran el pulgar extra centrándose en tareas que ayudaran a aumentar la cooperación entre su mano y el pulgar adicional, como recoger con una sola mano más pelotas de tenis o copas de vino de las que podrían sostener sin ese pulgar. Aprendieron los fundamentos del uso del pulgar extra muy rápidamente, mientras que el entrenamiento les permitió mejorar con éxito su control motor del mismo, su destreza al usarlo y la coordinación entre el nuevo pulgar y el resto de la mano. Los participantes fueron capaces incluso de utilizar el pulgar extra (para construir una torre con bloques de madera) cuando estaban distraídos (resolviendo un problema de matemáticas) o cuando tenían los ojos vendados.

 

El nuevo estudio demuestra que los humanos podemos aprender rápidamente a controlar un dispositivo que amplía nuestro cuerpo y a utilizarlo en nuestro beneficio, sin tener que hacer un gran esfuerzo mental. El equipo de Clode, Makin y Kieliba observó que, al utilizar el pulgar adicional, los usuarios cambiaban los movimientos naturales de sus manos. Tras un tiempo, estas personas también informaron de que al pulgar robótico lo sentían como parte de su propio cuerpo.

 

"La ampliación del cuerpo humano podría algún día ser valiosa para la sociedad de numerosas maneras, como permitir a un cirujano prescindir de un ayudante, o a un obrero de una fábrica trabajar de forma más eficiente", aventura Kieliba.

 

Antes y después del entrenamiento, el equipo de investigación escaneó los cerebros de los participantes mediante resonancia magnética funcional (fMRI), mientras los participantes movían los dedos individualmente (no llevaban el pulgar adicional mientras estaban en el escáner). Se detectaron cambios sutiles pero significativos en la forma en que la mano que había sido aumentada con el pulgar extra (pero no la otra mano) estaba representada en la corteza sensoriomotora del cerebro. (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

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