Arqueología
¿Gestión inteligente de humos domésticos hace 170.000 años?
El uso del fuego por parte de los primeros humanos ha sido ampliamente debatido en el campo de la arqueología y en el de la antropología durante muchos años, en relación con cuestiones como: ¿En qué momento de su evolución el ser humano aprendió a controlar el fuego y a encenderlo a voluntad? ¿Cuándo empezó a usarlo a diario? ¿Utilizaba eficazmente, en cuanto a gestión del fuego y de su humo, el espacio interior de la cueva en la que se refugiaba? Aunque hay consenso científico en que los humanos anatómicamente modernos eran capaces de hacer bien las cosas citadas, el debate se ha venido manteniendo en lo que se refiere a las habilidades de los tipos de humanos anteriores.
Una cuestión importante en el debate es la ubicación, dentro de las cuevas, de los puntos que de modo preferente acogían las hogueras. En muchas cuevas se han encontrado señales inequívocas de puntos específicos en los que se hizo fuego una y otra vez durante muchos años.
Un nuevo estudio aclara estas cuestiones y aporta pruebas de las altas capacidades cognitivas de los humanos que vivieron en una cueva hace 170.000 años.
En este estudio, el primero de su tipo, el equipo de Yafit Kedar, de la Universidad de Tel Aviv en Israel, desarrolló un modelo de simulación de dispersión de humo basado en un software y lo aplicó a un yacimiento prehistórico conocido, concretamente la cueva de Lazaret, en el sudeste de Francia, habitada por humanos hace entre 170.000 y 150.000 años.
Los cálculos iniciales indicaron que asignarle a la hoguera un espacio situado en la parte posterior de la cueva habría reducido la densidad del humo al mínimo, permitiendo que el humo circulara, cerca del techo, hacia fuera de la cueva. Pero un examen de la cueva reveló que el punto en el que habitualmente se hacía fuego estaba situado en el centro de la cueva. ¿Por qué?
Reconstrucción de cómo pudo ser hace 170.000 años la operación cotidiana de asar carne en una hoguera doméstica dentro de la cueva de Lazaret en Francia. (Imagen: De Lumley, M. A. “Les restes humains fossiles de la grotte du Lazaret. Nice, Alpes-Maritimes, France. Des Homo erectus européens évolués en voie de néandertalisation”. (pp. 664-p). CNRS éditions. (2018))
En un análisis mucho más detallado, se comprobó que la densidad media del humo, basada en la medición de la cantidad de partículas por unidad de espacio, ciertamente es mínima cuando el fuego se hace en la parte posterior de la cueva. Pero los autores del estudio también descubrieron que, en esta situación, la zona con menor densidad de humo, más adecuada en ese aspecto para permanecer en ella durante largos períodos de tiempo, está relativamente alejada del fuego.
Aquellos humanos necesitaban más cosas que meramente librarse del humo. Necesitaban poder estar cerca del fuego, para disfrutar de su calor mientras dormían o realizaban otras actividades, y para usarlo en cocinar alimentos. Cubrir estas necesidades era más prioritario que librarse de una cantidad no muy grande de humo.
En los análisis teóricos, se identificó un sector de 25 metros cuadrados en la cueva que sería óptimo para hacer fuego en él, al poder aprovechar mucho los beneficios del fuego, y al evitar al mismo tiempo una exposición excesiva al humo.
Significativamente, este resultó ser el sitio en el que aquellos humanos antiguos hacían fuego preferentemente.
El nuevo estudio demuestra que los humanos de la zona de hace unos 170.000 años, muy anteriores a los anatómicamente modernos, ya eran capaces, sin sensores ni simulaciones por ordenador, de elegir la ubicación perfecta dentro de sus cuevas en la cual hacer fuego de manera habitual.
El estudio se titula “The influence of smoke density on hearth location and activity areas at Lower Paleolithic Lazaret Cave, France”. Y se ha publicado en la revista académica Nature. (Fuente: NCYT de Amazings)