Ética científica
Experimentar con organoides de cerebro humano, un terreno lleno de dudas éticas
Los organoides, comunes en investigación biomédica desde hace solo unos pocos años, son versiones pequeñas y simplificadas de órganos que emulan bastante bien cómo se forman y actúan los órganos en el cuerpo. Los organoides son de gran utilidad para averiguar detalles de cómo crecen los órganos del cuerpo humano y cómo se desarrollan en ellos las enfermedades que los afectan.
Se ha logrado generar organoides de muchos órganos, como por ejemplo el hígado, el riñón y, el más polémico, el cerebro. La controversia sobre este último surge por el hecho de que el cerebro es la fuente de nuestra conciencia. Por tanto, si los organoides de cerebro humano se asemejan lo suficiente a un cerebro humano, también podrían desarrollar la conciencia, algo que plantea grandes dudas morales.
Un equipo integrado, entre otros, por Takuya Niikawa, de la Universidad de Kobe en Japón, y Tsutomu Sawai, del Instituto para el Estudio Avanzado de la Biología Humana (ASHBi), entidad dependiente de la Universidad de Kioto en Japón, ha examinado a fondo las implicaciones éticas de usar organoides de cerebro humano para la investigación y la experimentación científicas. Estos expertos han presentado recientemente sus conclusiones y proponen un marco de trabajo que garantice el cumplimiento de los requisitos éticos cuando los organoides de cerebro humano alcancen una complejidad lo bastante grande.
Los organoides cerebrales actuales son claramente diferentes en tamaño y madurez a los cerebros normales. Y, lo que es más importante, no exhiben rasgo alguno de conducta consciente, lo que demuestra que todavía son un modelo primitivo de un cerebro real. Sin embargo, a medida que por necesidades de las investigaciones se generen organoides cerebrales de mayor complejidad, acabarán teniendo la capacidad de sentir y pensar.
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No es fácil decidir el marco de trabajo más adecuado para lidiar con las implicaciones éticas de los experimentos sobre organoides de cerebro humano, tal como representa simbólicamente la ilustración. (Imagen: Kyoto U / ASHBi)
A grandes rasgos, el marco propuesto por el estudio sigue principios éticos similares a los de los experimentos con animales. Por ello, las recomendaciones incluyen utilizar la menor cantidad posible de organoides y hacer todo lo que se pueda para evitar el dolor y el sufrimiento en estos organoides, aunque teniendo en cuenta los beneficios que esas investigaciones puedan darles a la sociedad y a cada paciente.
El marco de trabajo propuesto establece también lo estrictas que deben ser las condiciones de los experimentos. Estas condiciones deben decidirse en función de varios criterios, entre los que se incluyen el estado fisiológico del organoide, los estímulos a los que responde, las estructuras neuronales que posee y su grado de funcionalidad cognitiva.
Los autores del estudio argumentan además que este marco de trabajo podría aplicarse en el futuro a más cosas aparte de organoides de cerebro humano. En principio, a todo aquello de lo que se sospeche que podría poseer algún tipo de autoconsciencia, como por ejemplo fetos en determinadas fases, animales e incluso robots lo bastante avanzados.
El estudio se titula “Human Brain Organoids and Consciousness”. Y se ha publicado en la revista académica Neuroethics. (Fuente: NCYT de Amazings)



