Salud medioambiental
Espacios verdes ¿con o sin árboles?
Un estudio se ha centrado en comprobar hasta qué punto los espacios verdes arbolados resultan más favorables para el desarrollo infantil que las superficies pavimentadas o que las cubiertas solo de hierba.
El estudio ha encontrado que vivir en un entorno arbolado se asocia con un mejor desarrollo en los primeros años de vida que vivir en un entorno en el que la vegetación está presente en forma de hierba. El análisis, que ha liderado Matilda van der Bosch, investigadora del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona, centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, ha observado también que ambas variedades de espacios verdes se asocian con mejores resultados en el desarrollo infantil que las zonas donde predomina el pavimento.
El estudio señala, en este sentido, lo que cada vez más investigaciones sugieren: que los espacios verdes se relacionan con una mejor capacidad de prestar atención y una mejor memoria en la primera infancia, con mejores resultados académicos y con menos problemas emocionales y de comportamiento.
Sin embargo, el equipo investigador quiso ir más allá y explorar si el tipo de vegetación marca alguna diferencia en estas asociaciones positivas.
Todos los espacios verdes parecen favorecer la salud, pero las zonas arboladas podrían mitigar más la contaminación atmosférica, el ruido y el calor que los espacios verdes más abiertos, y también ayudar mejor a restablecerse de la fatiga mental y a dirigir la atención.
Por su lado, las extensiones de césped podrían favorecer más las actividades de grupo y, por lo tanto, el bienestar social.
Las superficies pavimentadas expondrían más al calor y a la contaminación atmosférica y acústica relacionada con el tráfico.
![[Img #66176]](https://noticiasdelaciencia.com/upload/images/05_2022/3037_espacios-verdes-con-o-sin-arboles.jpg)
Un espacio verde con árboles. (Foto: NPS / Stephen Girimont)
El análisis se realizó en el área metropolitana de Vancouver (Canadá) y contó con datos de 27.539 niñas y niños. Estos datos habían sido recogidos entre los años 2000 y 2005 por diferentes administraciones, como el Ministerio de Salud de la Columbia Británica en Canadá. Se hizo un seguimiento de esta población infantil desde su nacimiento hasta los cinco años, momento en el que sus maestros y maestras de jardín de infancia evaluaron su salud física y bienestar, sus competencias sociales, su madurez emocional, sus capacidades cognitivas y lingüísticas, sus habilidades comunicativas y sus conocimientos generales. Lo hicieron ayudándose de la herramienta conocida como Instrumento de Desarrollo Temprano (EDI, por sus siglas en inglés).
Para determinar si el tipo de terreno que cubría la zona en la que residían estas niñas y niños era vegetal o no, y si la vegetación consistía en hierba o en árboles (mayoritariamente caducifolios), el equipo investigador se valió de un mapa de alta resolución espacial. La exposición total a zonas vegetales se cifró en un 36%, mientras que la exposición a superficies pavimentadas era algo inferior, del 32,2%.
La conclusión es que la población infantil más expuesta a un terreno cubierto de vegetación (ya fueran árboles o césped) ofreció las calificaciones más altas de desarrollo. Esta asociación positiva fue especialmente notable para las zonas arboladas. En cambio, la exposición a superficies pavimentadas en los primeros años de vida se asoció con un menor desarrollo infantil.
“Al haber evaluado diferentes tipos de vegetación, nuestros resultados ayudan a comprender mejor las asociaciones entre la exposición a los espacios verdes y el desarrollo en la primera infancia”, afirma Ingrid Jarvis, investigadora de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá y coautora del estudio.
Aunque se necesitan más estudios al respecto, estos datos pueden ser útiles a la hora de planificar entornos urbanos. “En conjunto, sugieren que convertir las superficies pavimentadas en zonas verdes y, en particular, aumentar la presencia de árboles en los barrios puede tener efectos positivos en la salud y el desarrollo de la primera infancia”, comenta la investigadora de ISGlobal Matilde Van den Bosch, que lideró el estudio. No solo por los beneficios añadidos que proporcionan los espacios verdes, sino porque “potencialmente reducen los efectos adversos asociados a la urbanización y los entornos no permeables”. A pesar de que las asociaciones observadas entre la exposición al entorno y el desarrollo en la infancia fueron relativamente pequeñas, “incluso beneficios individuales mínimos en la infancia podrían redundar en importantes beneficios para la salud pública a lo largo de la vida”, concluye.
El estudio se titula “The influence of early-life residential exposure to different vegetation types and paved surfaces on early childhood development: A population-based birth cohort study”. Y se ha publicado en la revista académica Environment International. (Fuente: ISGlobal)



