Fisiología y psicología
Capacidad muscular, ejercicio físico y anorexia
La anorexia nerviosa, cuyo nombre habitualmente se resume como “anorexia” es un trastorno alimentario caracterizado por el miedo a aumentar de peso y un impulso extremo por la delgadez. Se calcula que solo en España hay un total de 400.000 personas afectadas con un trastorno de la conducta alimentaria, de ellas unas 300.000 adolescentes. Su adecuado tratamiento y el seguimiento de la evolución de la enfermedad son decisivos para que puedan llevar una vida normal una vez superado el problema agudo de la enfermedad.
No todos los afectados por un trastorno de la conducta alimentaria utilizan el ejercicio para gastar calorías y adelgazar pero algunos enfermos sí lo hacen. Tanto a unos como a otros se les debería facilitar el acceso a esta herramienta y ajustar la dosis a sus necesidades ya que a todos cuando se utiliza a la dosis de ejercicio correcta les beneficia con una mejora de la composición corporal. Pero, ¿cómo incorporar el ejercicio físico a la rutina diaria y al tratamiento que siguen estos pacientes?
Con el objetivo de aclarar el papel que juegan la capacidad muscular y el ejercicio físico en la recuperación de los pacientes, investigadores de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) en España han realizado un estudio para examinar la relación entre la actividad física, los comportamientos sedentarios, el estado físico y la calidad de vida en un grupo de adolescentes después de la hospitalización.
![[Img #66506]](https://noticiasdelaciencia.com/upload/images/06_2022/3928_capacidad-muscular-ejercicio-fisico-y-anorexia.jpg)
Ejercicios de precalentamiento con pesas. (Foto: CDC / Amanda Mills)
“Alrededor del 31% de los pacientes realizan actividad física no saludable en etapas tempranas de la enfermedad como estrategia de pérdida de peso, que aumenta hasta un 80% antes de la hospitalización”, explica Margarita Pérez Ruiz, de la INEF en la UPM) y coautora del estudio.
Esta es la razón por la que el reposo en cama y la restricción del ejercicio ha sido históricamente la estrategia de elección en los pacientes con anorexia nerviosa. Sin embargo, esta estrategia no está exenta de problemas. “Se ha demostrado que el reposo en cama tiene un impacto negativo en la salud muscular y ósea durante la hospitalización, mientras que un estímulo mecánico bajo (ejercicio) puede prevenir la disminución del recambio óseo en la anorexia nerviosa”, añade la investigadora.
Pese a todo, la incorporación del ejercicio ha sido un desafío para los equipos de atención médica debido a la falta de pautas y conocimientos suficientes sobre el ejercicio seguro y eficaz en los pacientes con anorexia.
La falta de ejercicio en la recuperación, más problemas que ventajas
“La disminución de los niveles de actividad física en los pacientes se ha asociado a la recuperación parcial del estado físico, incluso después de la restauración del peso o del índice de masa corporal (IMC). Sin embargo, los componentes relacionados con la salud se ven afectados negativamente y se observa una función cardiorrespiratoria reducida, aptitud muscular y movilidad funcional reducidas (desempeño reducido en las actividades de la vida diaria) y composición corporal alterada, es decir, espesores y circunferencias de pliegues cutáneos reducidos en las extremidades, baja masa muscular y densidad mineral ósea en diferentes etapas del tratamiento. Todo ello persiste incluso después de la recuperación del peso y el IMC e impacta negativamente en la calidad de vida”, cuenta Margarita Pérez Ruiz.
Tras el estudio, los investigadores constataron que los pacientes con anorexia nerviosa que después del tratamiento de hospitalización no cumplieron con los criterios de actividad física diarios recomendados presentaban un deterioro de la condición física, la composición corporal y la movilidad funcional, a diferencia de lo que ocurrido con los que sí realizaron actividad física.
“Nuestro trabajo demuestra que los programas de ejercicio dirigidos a mejorar el estado físico a través de una mayor condición física muscular después de la hospitalización pueden ser clave para mejorar la calidad de vida y la salud general de esta población afectada por un trastorno de la conducta alimentaria”, concluye la investigadora que subraya la importancia de tener en cuenta estos hallazgos para implementar e integrar la dosis correcta de ejercicio en los programas de tratamiento.
En el trabajo han participado también investigadores del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Niños Jesús de Madrid y del Departamento de Biología Funcional, de la Universidad de Oviedo, en España.
El estudio se titula “Physical Fitness-Not Physical Activity Levels-Influence Quality of Life in Anorexia Nervosa”. Y se ha publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health. (Fuente: UPM)



