Arqueología
Agricultura en el Pirineo durante el Neolítico
La cordillera del Pirineo en el límite terrestre de la península Ibérica ya acogía hace más de cinco mil años una agricultura consolidada. Así se ha comprobado en una campaña reciente de excavación arqueológica.
La campaña arqueológica de este año en la Cueva de Coro Trasito (Huesca, España), que lleva a cabo el Grupo de Arqueología de la Alta Montaña de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España, confirma la presencia de una agricultura consolidada de trigo y cebada en zonas elevadas del Pirineo en las primeras etapas del Neolítico junto con una ganadería diversificada.
Coro Trasito está considerada la cueva redil excavada a mayor altitud de la península Ibérica (a 1548 metros). La excavación de 2022 que ha concluido recientemente ha permitido confirmar los indicios de una agricultura consolidada de cereales (trigo y cebada) durante el Neolítico antiguo (entre 5300 y 4450 años antes de Cristo). Los trabajos realizados han proporcionado nuevamente abundantes restos de cereales. Esta evidencia, así como la presencia de herramientas vinculadas al procesamiento de cereales (dientes de hoz y molinos), y polen de cereal en numerosas capas del yacimiento, consolidan la imagen innovadora de la presencia de una agricultura en zonas elevadas del Pirineo en las primeras etapas del Neolítico. Esta información modifica la imagen tradicional del poblamiento de las zonas de montaña de la península y, especialmente, del Pirineo durante el Neolítico. Según esta noción, el poblamiento humano del Pirineo al inicio del Neolítico habría sido residual y asociado al aprovechamiento estival de pastos de altura en una ganadería ovina. La evidencia arqueológica, en cambio, muestra otra situación: un asentamiento más estable, con agricultura, un ganado diversificado y una amplia gama de actividades asociadas.
Situada en el municipio de Tella-Sin, comarca de Sobrarbe, el yacimiento consiste en una cavidad de grandes dimensiones que alberga indicios de la estabulación de ganado a lo largo de diferentes épocas: moderna, la edad del Bronce (datadas entre 1430-1280 antes de Cristo) y del Neolítico antiguo. El yacimiento es objeto de estudio desde el año 2011 bajo la dirección de los arqueólogos Javier Rey (Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón), Ignacio Clemente (Institució Milà i Fontanals) y Ermengol Gassiot (Departamento de Prehistoria de la UAB).
Sector de la cordillera del Pirineo visto desde gran altura. (Foto: ISS Expedition 58 crew / NASA)
Los vestigios neolíticos
Los vestigios neolíticos son los que actualmente están centrando la atención de los arqueólogos. Consisten en los restos generados por la estabulación de ganado en el interior de la cueva durante el Neolítico antiguo, en una sucesión de estratos que cubre más de 1 metro de espesor. Junto a ellos se documentan también indicios de almacenamiento de alimentos en pequeños silos excavados en el suelo, así como fases en las que el espacio estudiado de la cueva fue un lugar de trabajo. La excavación a lo largo de 45 metros cuadrados está permitiendo su estudio detallado.
Los resultados tienen un alto valor científico. Por una parte, aportan información inédita sobre las primeras formas de ganadería en el alto Pirineo, que se fundamentaban en rebaños mixtos de ovicápridos, bóvidos y suidos. Este hecho contrasta con las formas ganaderas tradicionales imperantes a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, con grupos esencialmente de ganado ovino. Otro aspecto relevante de la investigación es el amplio abanico de actividades que realizaron en el yacimiento sus pobladores durante el Neolítico: manufacturaron cerámica así como una amplia gama de herramientas líticas, de hueso y de madera; procesaron lácteos, además de carne del ganado consumieron alimentos procedentes de la caza, de la recolección de un amplio espectro de frutos y trabajaron minerales para elaborar pigmentos. Llama también la atención la amplia presencia de adornos, desde cuentas de collar y colgantes en conchas marinas hasta un brazalete de mármol, que confirma la relación del yacimiento con otras áreas geográficas del levante peninsular. (Fuente: UAB)