Neuropsicología
Atención y distracción: dos caras de la misma moneda
Incluso cuando estamos muy concentrados realizando una tarea, ciertos estímulos pueden distraernos y capturar nuestra atención, especialmente si suponen un peligro para nosotros.
Un estudio reciente de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en España demuestra que ante esta situación nuestro cerebro aumenta su excitabilidad. Así, las neuronas están preparadas para actuar más rápidamente y reaccionar de inmediato a la amenaza.
Vivimos en medio de una multitud de estímulos, aunque gracias a nuestra capacidad de atención podemos filtrar lo que es importante de lo que no.
Sin embargo, imagina que estás en tu coche conduciendo. Tienes puesta toda tu atención en esta tarea. Te fijas en la carretera, en los semáforos, en los peatones… Pero, de pronto, tus ojos se desvían sin control hacia una araña que se está paseando por el parabrisas: la araña ha robado tu atención. Estos son los dos tipos de atención que poseemos: la voluntaria y la involuntaria.
Ahora, un equipo del Departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Madrid ha demostrado que tanto la atención voluntaria como la involuntaria se ponen en marcha por un mecanismo cerebral similar.
De acuerdo con los resultados, dicho mecanismo se basa en un aumento de la excitabilidad neuronal que se refleja en una disminución de la amplitud del ritmo alfa, un tipo de onda que predomina en las áreas del cerebro especializadas en recibir información del entorno.
“El aumento de excitabilidad es más marcado ante estímulos con contenido emocional negativo, como la araña, que pueden ser potencialmente peligrosos”, explica Lydia Arana, primera firmante del estudio.
“Gracias a ello, las neuronas están preparadas para dar una respuesta rápida y ajustada a la situación, aunque sea a costa de robarle recursos atencionales a la tarea principal. Por ejemplo, tener vigilada a la araña para que no se acerque demasiado, para aplastarla, o para detener el coche y salir corriendo”.
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Un alce cruzando una carretera llena de vehículos. El animal a lo lejos puede acaparar toda nuestra atención durante un instante crítico, distrayéndonos de algo importante que sucede mucho más cerca y que nos afecta más. (Foto: NPS / Schonlau)
Para llegar a sus conclusiones, el equipo realizó experimentos con personas voluntarias sanas de las cuales se registró su actividad cerebral por medio de electroencefalografía (EEG) mientras realizaban una tarea numérica en la pantalla de un ordenador (atención voluntaria).
De vez en cuando, en el lado opuesto de la pantalla, aparecían imágenes con contenido emocional negativo, positivo o neutro, a fin de despertar la atención involuntaria.
Las imágenes emocionales, sobre todo las negativas, fueron las que generaron una mayor distracción. Además, cuanto mayor era el grado de distracción, peor era el rendimiento en la tarea numérica y mayor la disminución del ritmo alfa.
Este descubrimiento es un paso importante para entender mejor cómo nuestro cerebro despliega la atención y se enfrenta a las distracciones.
“Los resultados de este estudio cobran más importancia aún en la actualidad, en la ‘era de la distracción’, donde nos encontramos constantemente con un sinfín de estímulos difíciles de ignorar, como notificaciones de WhatsApp, correos electrónicos o publicidad”, apunta Almudena Capilla, profesora titular en la Facultad de Psicología de la UAM.
“Nuestro cerebro —concluye el equipo de investigación— está diseñado para dirigir la atención a todos estos estímulos, sobre todo si nos evocan alguna emoción. Pero ¡cuidado!, cada distracción nos roba un pedacito de atención voluntaria, y esta es la que nos permite llevar a cabo con éxito las tareas del día a día”.
El estudio se titula “Suppression of alpha-band power underlies exogenous attention to emotional distractors”. Y se ha publicado en la revista académica Psychophysiology. (Fuente: UAM)



