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La vida es simple (Johnjoe McFadden)
Independientemente de que el gran público encuentre complicada la ciencia, lo cierto es que esta se rige con frecuencia por un antiguo principio que denominamos “la navaja de Occam”. Según este principio, las respuestas más sencillas a los problemas de la ciencia tendrán una mayor probabilidad de ser ciertas que aquellas más complicadas.
Esto, que podría corresponder a una visión relativamente esotérica, ha demostrado ser verdad durante toda la historia del emprendimiento científico, y una buena enseñanza cuando de lo que se trata es de resolver enigmas tan grandes como el propio universo.
“La vida es simple” es un libro que busca precisamente comunicar esta máxima: de cómo la ciencia ha evolucionado hasta nuestros días utilizando la navaja de Occam como una herramienta imprescindible para avanzar lo más rápido posible. Su autor, Johnjoe McFadden, es un genetista que estudia los microbios, y en especial aquellos que causan enfermedades a través de las infecciones, y conoce bien lo simples que pueden llegar a ser estos organismos.
Trasladando esa evidencia a otros campos de la ciencia, así como profundizando en la biología, McFadden efectúa un recorrido por la historia de la ciencia en busca de aquellos episodios científicos más importantes que nos hicieron avanzar como especie. En ellos encontrará pruebas de que en muchos casos fue la simplicidad la que dio pie al hallazgo de las respuestas a los problemas más difíciles y enigmáticos a los que se enfrentaban los investigadores.
Por supuesto, la navaja de Occam, un concepto postulado por Guillermo de Occam en el siglo XIV, puede ser aplicado en muchos más campos además de la ciencia (desde la teología hasta la economía, pasando por la música o la informática), pero es en ella donde mejor pone de manifiesto su valor. Su enunciado, más que utilizarse para dar como cierta a una determinada teoría entre otra u otras de desarrollo más complejo, es más bien un recordatorio para los científicos de que muy a menudo es conveniente buscar la sencillez a la hora de elaborarlas. Seguirán siendo precisas las pruebas científicas que las validen, pero, en igualdad de condiciones, dos teorías que destilen las mismas consecuencias, verán casi con toda probabilidad vencedora a aquella más simple.
Un ejemplo claro de esto lo tenemos en Kepler, que intentó explicar el movimiento de los planetas de formas complejas, cuando en realidad la verdad estaba en la sencillez, conclusión a la que llegó finalmente.
Pero no fue este el único caso memorable en la historia de la ciencia. En su libro, McFadden recorre toda esta historia y nos trae otros muchos ejemplos en los que algo así ocurrió, en campos como la astronomía, la física, etc. El autor dedica, eso sí, todo un apartado a aquello que más conoce, lo que denomina la navaja occamista de la vida. La microbiología, la genética y otros campos relacionados son, según McFadden, un claro ejemplo de aplicación de la navaja. En su opinión, algo tan complejo como la vida solo pudo llegar a aparecer si en los tiempos primigenios fue un ente lo más sencillo posible.
Aplicar la navaja, al menos, nos ayudará a reducir el número de hipótesis científicas, permitiéndonos avanzar más deprisa en el descubrimiento del funcionamiento fundamental de la naturaleza.
Paidós. 2022. Colección Contextos. Tapa blanda, 389 páginas. ISBN: 978-84-4933-976-9
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