Conducta animal
Hablar más fuerte en un ambiente ruidoso, una situación que también viven los delfines
Cuando los humanos necesitamos hablar con alguien y el ambiente es ruidoso recurrimos a menudo a la solución eficaz pero trabajosa de alzar la voz e incluso gritar si es preciso. No somos los únicos animales que se topan con esta situación molesta.
Una prueba irrefutable de la capacidad que los delfines tienen de comunicarse acústicamente entre ellos se ha obtenido en un experimento en el que se sometió a un ambiente más ruidoso de lo normal a unos delfines que debían coordinarse entre ellos para realizar una tarea colectiva.
Los delfines son animales sociales e inteligentes que dependen de los sonidos que emiten para comunicarse con sus congéneres con fines reproductivos o para coordinarse a la hora de cazar en grupo. Sus sonidos también les sirven para la ecolocalización (como un sonar de submarino). Esto significa que el ruido generado por actividades humanas, como las perforaciones y la navegación, tiene el potencial de perjudicar a las poblaciones de delfines salvajes. Un nuevo estudio demuestra que los delfines "gritan" cuando hay mucho ruido submarino y necesitan comunicarse con congéneres para realizar alguna labor en equipo.
La investigación es obra del equipo de Pernille Sørensen, de la Universidad de Bristol en el Reino Unido.
"Esas mismas razones que hacen que el sonido sea tan ventajoso para los animales también los hacen susceptibles a las perturbaciones provocadas por el ruido ambiental", explica Sørensen, quien también señala el hecho de que en las últimas décadas se ha producido aumento espectacular del ruido de origen humano en los océanos.
Los dos delfines observados en el estudio, Delta y Reese, fueron colocados en una laguna experimental y equipados con dispositivos que documentaban sus vocalizaciones. Los delfines tenían que trabajar juntos para pulsar cada uno, sincronizadamente, su propio botón subacuático. Un botón estaba colocado en un extremo de la laguna y el otro en el extremo opuesto. Los botones debían pulsarse con un segundo de diferencia.
A los delfines se les permitía el acceso desde un punto de partida durante cada ensayo, y para ciertos ensayos, a uno de los delfines no se le permitía entrar hasta varios segundos después de que lo hiciera el otro. En estos casos, los delfines dependían exclusivamente de la comunicación vocal para coordinar la pulsación de ambos botones.
El delfín Delta apretando el botón durante uno de los experimentos. (Foto: Current Biology / Sorensen et al. CC BY-SA)
Los investigadores descubrieron que cuando se emitían niveles crecientes de ruido desde un altavoz submarino y los dos delfines sufrían una dificultad cada vez mayor para escucharse el uno a otro, mitigaban el problema aumentando el volumen y la duración de los sonidos empleados en coordinarse para pulsar los botones. Esto paliaba el problema pero no lo eliminaba, dado que la tasa de éxito del 85% que tenían los delfines con el nivel más bajo de ruido pasaba a ser del 62,5% con el nivel más alto de ruido.
Los delfines no solo cambiaron sus sonidos, sino también su lenguaje corporal. A medida que aumentaban los niveles de ruido, los delfines tendían más a posicionarse cara a cara, igual que hacemos los humanos en un ambiente ruidoso cuando intentamos complementar nuestras palabras mirando fijamente a nuestro interlocutor para emitir y recibir señales visuales como gestos y miradas.
El estudio se titula “Anthropogenic noise impairs cooperation in bottlenose dolphins”. Y se ha publicado en la revista académica Current Biology. (Fuente: NCYT de Amazings)