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Redacción
Viernes, 03 de Febrero de 2023
Oceanografía y climatología

El papel climático oculto de dos inesperados gases marinos

Además de oxígeno, nitrógeno o dióxido de carbono, el aire que respiramos contiene pequeñas cantidades de gases orgánicos, como el benceno y el tolueno. Estos se oxidan en pequeñas partículas o aerosoles que contribuyen a condensar el agua en las gotas que formarán las nubes. Ahora, un estudio describe las primeras mediciones de benceno y tolueno en los océanos polares e indica que estos compuestos tienen un origen biológico. Hasta ahora, se pensaba que su presencia en el aire marino polar era una prueba del alcance de la contaminación humana procedente de la combustión de carbón y petróleo o del uso de disolventes, entre otros.

 

El estudio lo han llevado a cabo expertos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM), el Instituto de Química Física Rocasolano (IQFR), ambas entidades adscritas al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España, y el Laboratorio Marino de Plymouth (PML) en el Reino Unido

 

La investigación destaca asimismo la importancia de las nubes, que filtran la radiación solar, para conocer mejor los cambios climáticos del pasado y del futuro.

 

"Si no acertamos con las nubes, no acertaremos con el clima", afirma Charel Wohl, investigador del ICM y coautor del estudio. "Apenas estamos empezando a desvelar los múltiples ingredientes que forman las semillas de las nubes", añade.

 

La única manera de saber cómo se regulaba la composición atmosférica antes de los profundos cambios generados por la actividad humana en la era industrial es estudiar aquellas regiones en las que el aire permanece aún limpio, como es el caso de las zonas polares.

 

Para la elaboración del estudio, el equipo midió las concentraciones de benceno y tolueno en el agua superficial y en el aire durante el transcurso de dos campañas oceanográficas: una en el Ártico y otra en el océano Antártico. La distribución de estos gases, su relación con la cantidad de fitoplancton y el hecho de que el mar los emitiera constantemente a la atmosfera en vez de captarlos de esta, llevaron a los investigadores a la conclusión de que tenían un origen biológico.

 

Luego, al incorporar los datos a un modelo global de química atmosférica y clima, el equipo científico advirtió que el benceno y el tolueno emitidos por el océano contribuían significativamente a la producción de aerosoles. Esto ocurría sobre todo en la atmósfera extremadamente limpia y no contaminada del océano Antártico: donde estos dos gases aumentaban la cantidad de aerosoles orgánicos en un 8% y hasta un 80% en situaciones transitorias.

 

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Jornada de vientos fuertes en el océano Antártico a bordo del RRS James Clark Ross. (Foto: ICM / CSIC)

 

Según los autores del estudio, lo más probable es que el efecto natural del benceno y el tolueno marinos sobre la química atmosférica fuera un fenómeno generalizado y global antes de la Revolución Industrial. Sin embargo, ahora estaría enmascarado por el impacto generalizado de la contaminación.

 

En cualquier caso, apunta el investigador del IQFR y responsable de la parte de modelización atmosférica del estudio Alfonso Saiz-López: "Los modelos climáticos tendrán que considerar las emisiones de benceno y tolueno de los océanos si quieren acertar con las nubes en las proyecciones climáticas tanto del pasado como del futuro”.

 

Por su parte, el investigador del ICM y coautor del estudio Rafel Simó, añade que "este es otro ejemplo de cómo millones de años de evolución han moldeado las interacciones entre el océano y la atmósfera, de tal manera que la vida oceánica no solo se ha adaptado al clima, sino que ha contribuido a regularlo".

 

El estudio se titula “Marine biogenic emissions of benzene and toluene and their contribution to secondary organic aerosols over the polar oceans”. Y se ha publicado en la revista académica Science Advances. (Fuente: ICM / CSIC)

 

 

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