Arqueología y paleontología
Tortugas en la dieta neandertal
Unos investigadores han confirmado la presencia de dos especies de tortugas de agua dulce (Emys orbicularis y Mauremys leprosa) y una de tortuga terrestre (Testudinidae indet) en un yacimiento arqueológico del Paleolítico Medio de Mealhada, en Coímbra, Portugal.
Los resultados permiten afirmar por primera vez para este yacimiento posibles evidencias del consumo de tortugas por parte de grupos de neandertales (Homo neanderthalensis).
El estudio lo han realizado Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en España.
Para el ámbito de la península Ibérica, el consumo de tortugas terrestres por parte de los neandertales durante el Paleolítico Medio ha sido ampliamente demostrado. La captura de pequeñas presas -aves, conejos, liebres e, incluso, cangrejos- ha probado que los neandertales tenían una dieta basada no solo en grandes presas (grandes mamíferos), sino que explotaban intensamente todos los recursos disponibles del entorno.
“Este comportamiento complejo nos revela una adaptación al ecosistema local de los asentamientos que tradicionalmente solo se asociaban al Homo Sapiens”, explica Iratxe Boneta Jiménez, miembro del grupo de investigación Prehistoria del Interior Peninsular de la UAM y coautora del estudio.
“En este sentido —agrega la investigadora— los resultados de nuestra trabajo aportan una evidencia más, incluyendo con estos resultados a los galápagos en la lista de las pequeñas presas consumidas por neandertales”.
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Tortuga de una de las especies a la que pertenecen parte de los restos fósiles investigados en el estudio. (Foto: Boneta et al. (2023))
Las tortugas terrestres son presas de fácil captura que no requieren de una gran inversión de tiempo y esfuerzo. De hecho, esta puede realizarse durante la caza y recolección de otros alimentos o, incluso, pueden realizarla niños.
Además, las tortugas no solo ofrecen una importante cantidad de nutrientes, sino que también brindan una materia prima versátil, el caparazón. Por el contrario, la captura de galápagos requiere de cierta tecnología o inversión de tiempo y esfuerzo, ya que habitan aguas estancadas o de baja corriente, siendo muy huidizos ante cualquier amenaza.
A este respecto, la documentación de evidencias de consumo antrópico sobre los restos arqueológicos del yacimiento de Mealhada ofrece una evidencia novedosa que informa sobre la complejidad del comportamiento neandertal.
“Los restos de tortuga estudiados proceden de las excavaciones realizadas a finales del siglo XIX en el yacimiento de Mealhada (Coímbra, Portugal), uno de los primeros yacimientos arqueológicos descubiertos en Portugal gracias al hallazgo de restos de elefante (Elephas antiquus) y fechado en hace unos 122.000 años”, detalla Corina Liesau von Lettow-Vorbeck, también coautora del estudio y miembro del grupo de investigación de la UAM.
“Las tortugas —agrega— fueron analizadas de primera mano en el Museo Geológico de Lisboa, donde se realizó un estudio arqueozoológico, sistemático y tafonómico de los restos. De este modo identificamos los tres taxones comentados y documentamos las marcas de procesado, fracturas, incisiones de descarnado y evidencias de combustión, detalles que nos informan sobre la preparación de los ejemplares”.
“Las huellas documentadas indican que las tortugas fueron colocadas bocabajo a las brasas, sirviendo su propio caparazón de recipiente para asar. Posteriormente se fracturaban sus caparazones para acceder al interior y ser consumidos”, concluye la investigadora.
El estudio se titula “Chelonians from the Middle Palaeolithic Site of Mealhada (Coimbra, Portugal): An Update”. Y se ha publicado en la revista académica Diversity. (Fuente: UAM)



