Arqueología y antropología forense
Obtienen de un pendiente el ADN de la mujer que lo llevó hace unos 20.000 años
Los artefactos de piedra, huesos o dientes proporcionan información importante sobre las estrategias de subsistencia de los primeros humanos, su comportamiento y su cultura. Sin embargo, hasta ahora ha sido difícil atribuir estos artefactos a individuos concretos, ya que los enterramientos y los ajuares funerarios eran muy escasos en el Paleolítico. Esto ha limitado las posibilidades de extraer conclusiones sobre, por ejemplo, la división del trabajo o las funciones sociales de los individuos durante este periodo.
Con el fin de vincular directamente los objetos culturales a individuos concretos y profundizar así en el conocimiento de las sociedades paleolíticas, un equipo de investigación internacional e interdisciplinar, dirigido desde el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, ha desarrollado un novedoso método no destructivo para aislar ADN a partir de objetos hechos de dientes o de otros huesos.
Aunque en general los artefactos fabricados a partir de materia ósea son más raros que los fabricados a partir de piedra, los investigadores se centraron específicamente en los de tipo óseo porque estos son más porosos y, por tanto, tienen más probabilidades de retener el ADN presente en las células de la piel, el sudor y otros fluidos corporales de la persona que los usaba habitualmente.
Sometiendo los objetos a un lavado especial a temperaturas de hasta 90 grados centígrados, el equipo de Elena Essel, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, fue capaz de extraer ADN del agua usada en el lavado, manteniendo intactos los objetos.
Hubo varios intentos fallidos, siendo el principal obstáculo que el ADN humano extraído era de los arqueólogos que habían encontrado los objetos o de otras personas que posteriormente los habían examinado.
El éxito llegó finalmente con un pendiente encontrado en la cueva de Denisova, situada en el sur de Siberia, célebre, entre otras cosas, por ser un antiguo asentamiento de los denisovanos, los parientes evolutivos extintos más cercanos al ser humano anatómicamente moderno aparte de los neandertales. Se les llama denisovanos por ser la cueva de Denisova el sitio donde se encontraron sus primeros restos.
En 2019, los arqueólogos Maxim Kozlikin y Michael Shunkov, por aquel entonces desconocedores del nuevo método que se estaba desarrollando en Leipzig, desenterraron con la máxima pulcritud (sin apenas tocarlo) un diente de ciervo modificado para servir de pendiente, de tiempos del Paleolítico Superior, en la cueva de Denisova.
A partir de él, los genetistas de Leipzig aislaron no solo el ADN del propio animal, sino también grandes cantidades de ADN humano antiguo. "La cantidad de ADN humano que recuperamos del pendiente fue extraordinaria, casi como si hubiéramos tomado una muestra de un diente humano”, destaca Essel.
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El pendiente descubierto en la cueva de Denisova, antes de la extracción de ADN mediante el nuevo método. (Foto: © Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology)
Basándose en el análisis del ADN mitocondrial, los investigadores concluyeron que la mayor parte del ADN procedía probablemente de un único individuo humano. Pudieron hacer una estimación de la antigüedad del pendiente: entre 19.000 y 25.000 años.
Además del ADN mitocondrial, los investigadores también recuperaron una fracción sustancial del genoma nuclear de su propietario humano. Basándose en el número de cromosomas X, determinaron que el pendiente fue fabricado, llevado puesto o usado de otro modo, por una mujer.
El estudio se titula “Ancient human DNA recovered from a Palaeolithic pendant”. Y se ha publicado en la revista académica Nature. (Fuente: NCYT de Amazings)



