Ecología
Los efectos que una pequeña guerra nuclear regional tendría en la agricultura mundial
Desde el fin de la Guerra Fría, el temor a una guerra nuclear se ha reducido hasta casi cero. Sin el peligro de una confrontación entre las dos superpotencias y sus aliados, los riesgos de ataques nucleares han quedado limitados básicamente a naciones con arsenales atómicos minúsculos envueltas en conflictos graves, y a grupos terroristas que pudieran lograr la capacidad de perpetrar un atentado con una minibomba nuclear camuflada.
No obstante, y sin ánimo de resucitar viejos temores y generar alarmismo, conviene tener claro que sigue habiendo cabezas nucleares, y que una guerra regional protagonizada por países con capacidad nuclear, de esos entre los que existen fuertes tensiones, podría desembocar en una o más detonaciones nucleares.
En ese escenario hipotético, los principales países damnificados serían los contendientes, pero los efectos de las explosiones perjudicarían a sus vecinos y tendrían también algunos efectos nocivos a gran distancia.
Unos expertos de la Universidad de Wisconsin-¬Madison y la Universidad Rutgers en Nueva Jersey han realizado un análisis que pretende ser un revulsivo sobre el gran error que constituye todo ataque nuclear, por muy local que sea y por muy pequeño que parezca en comparación con la Guerra Nuclear Total que habrían podido entablar Estados Unidos y la Unión Soviética. Partiendo del ejemplo hipotético de una guerra nuclear entre la India y Pakistán usando cada nación 50 cabezas nucleares de baja potencia, el equipo de Mutlu Ozdogan, Chris Kucharik, Alan Robock y Lili Xia ha llegado a la conclusión de que los efectos climáticos de esa contienda regional reducirían de forma drástica las cosechas de cultivos agrícolas esenciales para la alimentación humana. Esta reducción se sufriría incluso en naciones notablemente alejadas del área de las explosiones nucleares.
Dejando de lado los efectos de la radiactividad, esa guerra nuclear regional inyectaría a la atmósfera cantidades colosales de hollín, humo, cenizas y materia particulada varia, como resultado de los cuantiosos incendios en zonas urbanas e industriales. De esa masa, el hollín y buena parte del humo se desplazarían con bastante facilidad por el mundo, y bloquearían parte de la luz solar que de otro modo alcanzaría la superficie de la Tierra. Esto provocaría un descenso de las temperaturas, alteraciones en los patrones de pluviosidad y meteorológicos en general, y un acortamiento en la duración como tales de las estaciones de crecimiento agrícola.
El sombrío pero aleccionador estudio indica que el "invierno" nuclear así desencadenado con el uso de mucho menos del 1 por ciento del arsenal nuclear mundial, duraría una década.
Dando un repaso a algunas de las regiones del mundo que se verían afectadas pese a su lejanía, en el caso por ejemplo de la región central de Estados Unidos, considerada el granero de esa nación y el de otras a las que exporta productos agrícolas, los cálculos efectuados en el estudio apuntan a descensos en la producción que van desde el 2 al 40 por ciento, dependiendo de la especie cultivada, en Iowa, Illinois, Indiana y Missouri.
Otro ejemplo es el caso de China, donde la producción de arroz caería hasta en un 21 por ciento.