Astrofísica
Estrategias para que el futuro telescopio Roman explore la naturaleza de la energía oscura
El telescopio espacial Nancy Grace Roman (o telescopio Roman) de la NASA, actualmente en fase de preparación, se lanzará al espacio en 2027 si todo marcha como está previsto. Sus objetivos incluyen ahondar en la historia de la expansión del universo y poner a prueba posibles explicaciones sobre su aceleración.
Un grupo de investigación centrado en supernovas, en el que participa el investigador Lluís Galbany del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), ha recibido el encargo de desarrollar las herramientas necesarias para utilizar como sondas cosmológicas las miles de supernovas que Roman descubrirá con el fin de desvelar la verdadera naturaleza de la energía oscura que impregna el universo.
El telescopio Roman tiene un espejo primario de 2,4 metros de diámetro, el mismo tamaño que el del telescopio espacial Hubble. Pero, a diferencia de Hubble, que solo puede observar una pequeña región de cielo, el campo de visión de Roman es 200 veces mayor que el del instrumento infrarrojo de Hubble, logrando captar una mayor región del cielo con menos tiempo de observación. Su instrumento principal, el WFI (Wide Field Instrument), es una cámara que medirá la luz de mil millones de galaxias durante el transcurso de la misión.
Con esta herramienta, uno de los objetivos clave de la misión es determinar la historia de expansión del universo y poner a prueba posibles explicaciones a su aparente aceleración, como la energía oscura y las modificaciones de la relatividad general. Para lograr este objetivo, la misión llevará a cabo un innovador experimento: el Sondeo de Altas Latitudes en el Dominio del Tiempo (High Latitude Time Domain Survey, HLTDS, en inglés). Este sondeo permitirá descubrir y medir supernovas de tipo Ia, una de las sondas cosmológicas más robustas, cuando el universo tenía solo 2000 millones de años (hace 11.500 millones de años), con una precisión y un volumen estadístico incomparables.
Explorando la energía oscura
Lograr la gran precisión de medición necesaria para utilizar plenamente las supernovas de tipo Ia como sondas cosmológicas y, por lo tanto, delimitar la verdadera naturaleza de la energía oscura, requiere una comprensión detallada de cada parte del observatorio y de cómo se registra la luz de estas supernovas tan lejanas. Aquí es donde interviene Lluís Galbany, y sus colegas David Rubin de la Universidad de Hawái, Dan Scolnic de la Universidad Duke, Rebekah Hounsell del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, y Ben Rose de la Universidad Baylor, en Estados Unidos todas las entidades citadas.
El grupo creará un conjunto de herramientas para cada paso del proceso que permita tomar los datos sin procesar del telescopio y convertirlos en conocimientos. Desde mejoras en el software que calibra los datos a nivel de píxeles individuales hasta procesos automatizados (pipelines) para medir el brillo de los objetos y cómo cambian con el paso del tiempo. Así tendrán los medios necesarios para realizar mediciones con la mayor precisión posible.
Recreación artística del telescopio espacial Nancy Grace Roman durante su misión futura fuera de la Tierra. (Imagen: NASA GSFC / SVS)
Desde el ICE, el grupo de investigación de supernovas se encargará de desarrollar la parte de la pipeline responsable de efectuar el análisis y reconstrucción lineal de la galaxia anfitriona de la supernova y la infraestructura para evaluar el tipo de supernova y caracterizar sus características espectroscópicas a partir de los espectros de prisma del telescopio Roman. “Todo el equipo que forma parte de la colaboración, y en particular nuestro grupo de supernovas del ICE, estamos muy entusiasmados con este nuevo desafío. Podremos observar las supernovas de tipo Ia más lejanas jamás vistas, que explotaron apenas 2000 millones de años después del Big Bang”, afirma Galbany.
Estas mediciones ultraprecisas no son suficientes por sí solas. Para descubrir lo que significan, el equipo debe hacer modelos de cómo variarían estas mediciones en diferentes escenarios cosmológicos, por lo que también producirán catálogos de modelos de supernovas que se podrían observar en otras condiciones.
Las observaciones del telescopio Roman identificarán estas supernovas, pero como ocurre con muchas misiones espaciales, la ciencia requiere agregar otros tipos de datos procedentes de telescopios terrestres. El telescopio Subaru en Mauna Kea (Hawái, Estados Unidos) y el Gran Telescopio Canarias (GTC) en España se utilizarán para proporcionar un seguimiento adicional de las supernovas encontradas por el Roman y espectros detallados de los objetivos más interesantes a fin de suministrar información sobre sus propiedades. (Fuente: ICE / CSIC)