Astronáutica
Los retos de las naves Voyager 1 y 2 en su viaje interestelar
La Voyager 1 y la Voyager 2, los objetos de fabricación humana que más lejos de la Tierra han llegado, protagonizaron varios de los capítulos más importantes de la exploración del cosmos y su aventura prosigue. Ambas naves están preparadas incluso para la posibilidad de un contacto con alienígenas. Sin embargo, después de 46 años de viaje espacial, y habiéndose internado en el espacio interestelar, afrontan retos difíciles derivados de su vejez y de su lejanía a la Tierra.
El personal responsable de estas dos sondas espaciales de la NASA está poniendo en marcha varias estrategias para asegurar que ambas naves sigan siendo capaces de comunicarse con la Tierra en los próximos años.
Uno de los retos es solucionar el problema de la acumulación de residuos de combustible dentro de los tubos de conducción más estrechos en algunos de los impulsores de la nave. Este tipo de acumulación de residuos de combustible se ha observado en otras naves espaciales.
Tanto en la Voyager 1 como en la Voyager 2, esos impulsores se utilizan principalmente para hacer girar un poco la nave hasta su orientación óptima en la cual la antena apunta con precisión a la Tierra. Si la antena no apunta bien a la Tierra, no podrá enviar ni recibir mensajes de ella.
Para corregir cualquier desviación en la orientación de la antena, los impulsores se activan automáticamente y reorientan la nave hasta que la antena vuelve a estar apuntando debidamente a la Tierra.
El propergol fluye hacia los impulsores a través de un conjunto de conductos. Los más pequeños, dentro de los tubos de los impulsores, son 25 veces más estrechos que los conductos externos. Cada disparo del impulsor añade pequeñas cantidades de residuos de propergol, lo que provoca una acumulación gradual de material indeseado a lo largo de décadas. En algunos de los conductos más estrechos, la acumulación está llegando a ser significativa. Para ralentizar esa acumulación, el personal técnico de la misión ha adoptado la costumbre de dejar que las dos naves giren un poco más en cada dirección antes de encender los impulsores. Esto reducirá la frecuencia de los disparos de los impulsores.
Esta nueva pauta les fue ordenada a las dos Voyager mediante instrucciones enviadas en septiembre y octubre. Con la nueva pauta, se permite a las naves moverse casi un grado más en cada dirección. Además, se procura realizar menos encendidos, compensando los que se hacen de menos con un alargamiento de los que sí se hacen.
Recreación artística de la Voyager 1 volando por el espacio interestelar, al que llegó en 2012. (Ilustración: NASA JPL / Caltech)
Los técnicos de la misión también han preparado y enviado a los ordenadores de a bordo de las naves un software para evitar que vuelva a suceder un problema que afectó a la Voyager 1 el pasado año.
Dicho problema fue que el ordenador de a bordo que orienta la Voyager 1 hacia la Tierra empezó a enviar informes de estado confusos, a pesar de que por lo demás seguía funcionando con normalidad. Los ingenieros de la misión tardaron meses en detectar el problema. El AACS (Attitude Articulation and Control System) estaba escribiendo indebidamente los comandos en la memoria del ordenador.
Con el nuevo parche informático, el problema no debería ocurrirle a la Voyager 2 ni volver a afectar a la Voyager 1.
La Voyager 1 visitó los planetas Júpiter y Saturno, y fue la primera nave en alcanzar el espacio interestelar. La Voyager 2 también visitó Júpiter y Saturno, y además fue la primera nave, y por ahora la única, en visitar los planetas Urano y Neptuno.
La Voyager 1 y la 2 están ya a casi 1 día-luz de la Tierra. Llegará un día en que se les agotará la energía de a bordo y entonces ya no podrán comunicarse nunca más con la Tierra. Sus sistemas electrónicos dejarán de funcionar y ambas naves quedarán inertes. Aún así, su aventura proseguirá y podría incluso entrar en una etapa mucho más fascinante que cualquiera de las otras que han vivido: un contacto con seres extraterrestres.
Ambas naves seguirán recorriendo la galaxia y pasarán relativamente cerca de algunas estrellas. Si alguna civilización extraterrestre detectase a alguna de las Voyager y la recogiera, cada nave está preparada para servir de embajadora de la humanidad. Ambas naves llevan a bordo un depósito con mensajes e información sobre la civilización humana destinado a cualquier alienígena inteligente que las encuentre. Para superar la barrera del idioma, los diseñadores de esta especie de mensaje en una botella cósmica recurrieron a las matemáticas, que son iguales en todos los rincones del universo. Los símbolos representados en la parte exterior deberían ser entendibles por cualquier ser lo bastante inteligente, ayudándole a acceder al resto de la información. (Fuente: NCYT de Amazings)