Polémicas sobre la nueva Ley europea de Inteligencia Artificial

La nueva Ley europea de Inteligencia Artificial, en estos días de actualidad por el acuerdo político sobre ella entre el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, está despertando muchas polémicas.

Parte de ellas se deben al convencimiento de que la ley es demasiado restrictiva en algunos aspectos.

El nivel de control y demás medidas que la ley obligará a adoptar a las empresas proveedoras de sistemas de inteligencia artificial, en particular las de inteligencia artificial generativa, por ejemplo la creadora del popular ChatGPT, probablemente hará que tales empresas en vez de cumplir las exigencias de la ley, opten simplemente por dejar de suministrar sus servicios en los países donde esté vigente la ley. Los usuarios de esos países ya no podrán acceder a tales servicios, mientras que sí podrán los de otros países sin tales restricciones. Un caso parecido fue el de la llamada “tasa Google”. En vez de lograr que la compañía se plegase a las exigencias planteadas por la ley, el único efecto que la ley tuvo en ese aspecto fue que dejasen de estar disponibles los servicios afectados en los países donde la ley se aplicó.

Quienes critican la nueva ley por ser demasiado restrictiva en cuestiones de transparencia, la tachan de favorecer más la burocracia que los objetivos a favor del bien común, y argumentan que en ese aspecto hará mucho más mal que bien. En los países donde se aplique, el progreso en inteligencia artificial será mucho más lento que en los países con menos restricciones.

Quienes critican la nueva ley argumentan que la situación es típica: aparece una tecnología que ofrece muchas posibilidades nuevas, y no tardan en confeccionarse leyes que le ponen palos en las ruedas y que eliminan muchas de las ventajas que ofrecía, de tal modo que no se logra explotar todo su potencial, en tanto que las naciones sin esas restricciones acaban tomando la delantera.

La nueva Ley europea de Inteligencia Artificial introduce restricciones que un sector de la sociedad considera excesivas. (Ilustración: Amazings / NCYT)

Se compara la situación actual a la provocada con otras tecnologías que acabaron revolucionando el mundo pero que al principio se vieron frenadas por un exceso de restricciones legales, como ocurrió por ejemplo con la aparición de los primeros automóviles, para los que se legisló un límite máximo de velocidad de 10 kilómetros por hora, entre otras medidas también excesivamente protectoras y que hoy provocarían incluso risa. (Fuente: NCYT de Amazings)