Astrofísica
La insumergible Molly Brown, la cápsula del astronauta Guss Grissom
Guss Grissom, uno de los más carismáticos astronautas estadounidenses y perteneciente al celebrado grupo de «los 7 del Mercury», se convirtió en el segundo viajero espacial de su país al pilotar la misión Mercury Liberty Bell-7 (MR-4), en 1961. Como hiciera su compañero Alan Shepard, Grissom efectuó un arriesgado vuelo suborbital, impulsado por un cohete Redstone modificado que le llevó a unos 190 km de altitud y a un posterior amerizaje en el océano Atlántico. Una meritoria marca que sin embargo le dejó un regusto amargo.
Aunque el viaje y el posterior amerizaje se desarrollaron perfectamente, algún tipo de fallo no del todo aclarado lanzó lejos y de forma prematura la escotilla de su nave, que empezó a inundarse de agua. La liberación de la escotilla mediante un sistema pirotécnico se introdujo después de la misión de Shepard para permitir que el ocupante pudiera salir lo antes posible de su nave en caso de sufrir algún problema. Si Shepard hubiera tenido alguna emergencia, habría tenido que salir por la zona superior de la astronave, un lugar mucho más angosto y que implicaría farragosos preparativos. Más aún, la escotilla de su nave fue asegurada con 70 tornillos y hubiera dado muchos quebraderos de cabeza a las fuerzas de rescate en el mar en caso de que el astronauta, inconsciente, no hubiera podido seguir el procedimiento establecido. Así pues, la NASA decidió incorporar una escotilla equipada con bulones explosivos, los cuales la liberarían de forma rápida, mecanismo que podría ser accionado tanto desde dentro como desde fuera de la nave.
Por desgracia, la escotilla de Grissom se abrió de forma prematura, mientras esperaba la llegada de los helicópteros en su asiento. Con la cápsula sujeta al vaivén del mar, empezó a entrar agua en el vehículo, reduciendo su capacidad de flotación, y la nave empezó a hundirse. El astronauta saltó al exterior rápidamente y esperó a ser rescatado.
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(Foto: NASA)
Cuando llegó el primer helicóptero, este trató de seguir el procedimiento y enganchó en primer lugar la nave espacial, cada vez más llena de agua, mientras Grissom, con el interior de su traje también repleto de líquido elemento, hacía señas para que lo salvaran. Finalmente, el peso de la Mercury superó la capacidad del helicóptero, así que este tuvo que cortar el cable y soltarla, permitiendo su definitivo hundimiento. Un agotado Grissom, exhausto por su lucha por mantenerse a flote y a meros segundos de irse también hacia al fondo del océano, fue entonces rescatado. Con posterioridad, el astronauta juraría que no había tocado nada y que la escotilla había salido disparada sola. La pérdida de su nave sería un duro golpe para él, ya que la NASA hubiera querido examinarla a fondo después de su viaje.
Meses después, Grissom fue asignado al primer vuelo tripulado del programa Gemini. Debido a su veteranía, actuaría como comandante, siendo acompañado por el novato John Young en una misión que se llevaría a cabo en marzo de 1965 y que supondría realizar tres vueltas a la Tierra.
Siguiendo la tradición del cuerpo de astronautas de dar un nombre épico a su vehículo espacial, Grissom presentó su elección a la NASA: después de lo sucedido en 1961, su nave solo podría llamarse de una forma: «Molly Brown». El nombre procedía de una famosa obra de Broadway, protagonizada por una «insumergible heroína», superviviente del hundimiento del Titanic.
Lo que no esperaba Grissom es que su decisión no gustara a la dirección del programa. En efecto, sus representantes no se mostraron muy receptivos a la idea: argumentaron que si finalmente la astronave se hundía de forma accidental, como ocurriera con la Liberty Bell, entonces la NASA podría acabar siendo objeto de escarnio público. Sin embargo, aceptaron cuando Grissom les propuso una alternativa aún peor: ¡«Titanic»!



