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Redacción
Martes, 13 de Febrero de 2024
Astronáutica

O pagas, o no publicas

Hay que reconocer que los pioneros de la astronáutica desarrollaron sus trabajos e ideas en un clima de incomprensión general. La teoría de los cohetes era enigmática para casi todas las personas, y no parecía que dicho material fuera de gran interés comercial. ¿A quién podían importarle los cálculos para enviar una determinada masa al espacio, o situarla en una trayectoria concreta? ¿Por qué era importante encontrar un combustible lo bastante energético como para aumentar el rendimiento de un motor cohete? Estas y otras preguntas eran la obsesión de los teóricos de finales del siglo XIX y principios del XX, pero sus conclusiones raramente alcanzaban los medios de masas.

 

El problema no solo era evidente en los entornos periodísticos o editoriales, sino también en los ámbitos académicos. Por ejemplo, Eugen Sänger, uno de los más avanzados teóricos de su tiempo, propuso realizar su tesis alrededor del tema del vuelo espacial, una posibilidad que le fue negada por su universidad. Era algo demasiado avanzado.

 

Necesitado de su doctorado, Sänger tuvo que conformarse con atacar algunos de los, para él, más mundanos problemas de la aeronáutica, una ciencia también en sus inicios. El austríaco nacido en Preßnitz, sin embargo, no olvidó su interés original. Su amor por el espacio procedía de su juventud, cuando leyó el libro Die Rakete zu den Planetenräumen, de Hermann Oberth, otro pionero de la astronáutica, y la idea de viajar al espacio le atrapó con tanta fuerza que decidió dedicarse en cuerpo y alma al desarrollo de los futuros cohetes que permitirían alcanzar tal empresa. Además de estudiar ingeniería y aeronáutica, entró a formar parte de la sociedad alemana VfR, en la que Oberth era un miembro prominente.

 

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(Foto: Wikimedia Commons)

 

Así pues, a pesar de las dificultades, siguió trabajando en su idea original, con la meta de realizar una aportación sensible a la teoría de la cohetería. El texto que surgió de este esfuerzo, no obstante, no saldría fácilmente a la luz. Cuando lo tuvo listo inició la búsqueda de un editor que le permitiera dar a conocer el fruto de su trabajo. Por desgracia, lo intentó con once, sin que ninguno de ellos quisiera arriesgar su dinero.

 

La rechazada tesis de Sänger, titulada Raketenflugtechnik (Ingeniería del Vuelo por cohete), acabó apareciendo en 1933, en la editorial Oldenburg Verlag, pero esta aceptó solo la empresa con la condición de que el autor pagara parte de la edición (200 marcos), y que se comprometiera a adquirir 50 ejemplares.

 

Huelga decir que Sänger aceptó las draconianas condiciones,  y que de esta manera, el mundo pudo leer por fin este trabajo tan importante en la historia de la astronáutica. Los problemas de Sänger, en todo caso, no fueron únicos. En esa época, la mayoría de autores técnicos en este campo tuvieron que optar por subvencionar sus propias obras para que pudieran ver la luz. Y curiosamente, la mayoría lo hizo en esta misma editorial.

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