Astronomía
Eugene Shoemaker, mejor tarde que nunca
Eugene Shoemaker fue uno de esos muchos científicos que trabajaron durante un tiempo para la NASA. Ocurrió en la época del programa Lunar Ranger, y después para los programas Surveyor y Apolo, cuando la agencia necesitaba todo tipo de ayuda para hacer más efectivas sus misiones a la Luna. Dado que se enviarían astronautas a su superficie, estos deberían estar preparados para detectar oportunidades y realizar un trabajo de campo aceptable, teniendo en cuenta las dificultades, así que expertos como Shoemaker contribuirían a hacerlo posible.
Para la NASA, Shoemaker aportó los conocimientos de su campo para facilitar nuevos descubrimientos. Geólogo de profesión, ayudó a los astronautas de la agencia a identificar tipos de rocas y a tomar decisiones ante determinados hallazgos que pudieran hacerse en la Luna.
Claro que a Shoemaker lo que le hubiera gustado de verdad hubiera sido viajar él mismo a la Luna y aplicar toda su experiencia sobre el terreno, con la seguridad de que así se hubieran obtenido mejores resultados. En general, hubiera querido que más científicos, de cualquier campo, hubieran tenido la posibilidad de viajar hacia nuestro satélite, porque ello habría permitido obtener un mayor rendimiento de tales visitas. Debido a la naturaleza de las expediciones, los astronautas procedían en su mayoría del campo militar y de la aeronáutica avanzada, incluyendo los pilotos de cazas y los experimentales. Sus conocimientos científicos, pues, eran relativamente escasos, y tuvieron que ser adiestrados llegado el momento.
![[Img #72035]](https://noticiasdelaciencia.com/upload/images/04_2024/8593_eugene_shoemaker.jpg)
El precipitado final del programa lunar Apolo, con la misión Apolo-17, hizo reconsiderar a la NASA la situación, y decidió incluir un astronauta científico entre la última tripulación que visitaría la Luna. Aunque Shoemaker fue considerado, tuvo que ser descalificado debido a que se le detectó la enfermedad de Addison, así que sería su colega, Harrison Schmitt, quien logró finalmente viajar a la Luna. Un vuelo que, con su mera presencia, permitió poner de manifiesto interesantes e inesperados descubrimientos geológicos.
Así pues, el gran sueño de Eugene no pudo cumplirse, dado que las circunstancias no lo permitieron. Siempre decía que su gran decepción había sido, después de su trabajo en el programa espacial, no haber empleado su propio martillo de geólogo en la superficie de nuestra compañera.
Ahora bien, aunque ello efectivamente no ocurrió, Eugene sí acabó visitando la Luna, y de forma definitiva. Tras su fallecimiento en 1997, sus familiares y amigos lograron embarcar algunas de sus cenizas a bordo de la sonda Lunar Prospector, lanzada en enero de 1998. El vehículo fue colocado en órbita alrededor de nuestro satélite, desde donde efectuó numerosas tareas relacionadas con el estudio de su superficie. Un año y medio después, el 31 de julio de 1999, completado su periplo, la nave se estrellaba en el polo sur, y con ella, los restos de Shoemaker, quien finalmente fue enterrado allí donde siempre había querido ir.



