Biología y medicina
Cáncer y crecimiento de cuernos
Ciertas peculiaridades del tejido de la cornamenta de ciervos mientras crece abren una inesperada perspectiva del cáncer y de cómo tratarlo.
Un nuevo estudio ha demostrado el importante potencial del tejido de la cornamenta en crecimiento de los ciervos como tratamiento anticáncer, al reducir en un porcentaje de entre el 61 y el 66 por ciento el peso del tumor en ratones con glioblastoma humano, y necrosar de manera generalizada la parte que quedaba del tumor, lo que podría haber llevado a su desaparición de seguir el experimento.
El estudio lo ha llevado a cabo un equipo internacional en el que ha participado Carmen Ramírez Castillejo, investigadora del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) en España. El estudio ha sido liderado por la Universidad de Castilla la Mancha (UCLM) en España. Otras instituciones involucradas son la Universidad de L’Aquila en Italia y el Departamento de Investigación del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete en España.
El trabajo, publicado recientemente en la revista académica Pharmaceutics, muestra además los efectos positivos del extracto de ese tejido de cornamenta de ciervo (DVA, por sus siglas en inglés) en todas las líneas celulares estudiadas (de tumores primarios o reincidentes, sensibles o resistentes a la quimioterapia) de cuatro tipos de tumores: el glioblastoma (tumor cerebral), el cáncer de colon, el de mama y la leucemia. En las 10 líneas tumorales estudiadas produjo mortalidad, pero no en células sanas.
El tejido de la cornamenta de ciervo es especial porque tiene el crecimiento más rápido de entre los de todos los demás tejidos animales (de 1 a 4 centímetros cada día). Esta inusitada velocidad se basa en protooncogenes (similares a los oncogenes del cáncer). Fue esa característica lo que llevó a los investigadores a estudiar su capacidad para reducir el tamaño de los tumores. Aunque ya se realizó un estudio anterior en cultivos celulares de glioblastoma en 2021, este es el primer estudio amplio que utiliza la misma metodología en cultivos celulares de distintos tipos de tumores, además de probarlo en un organismo vivo, en ratones en este caso.
Tal como explica el Dr. Louis Chonco, uno de los autores de la investigación: “los estudios en cultivos celulares muestran los efectos directos del tejido de la cornamenta en crecimiento de ciervo en las células. Al realizar un estudio con glioblastoma en ratones, no solo podemos ver cómo se modula el efecto anticáncer en el cuerpo, sino que podemos estudiar como interacciona el extracto con el sistema inmunitario, algunas de cuyas células atacan el cáncer, mientras que otras promueven la tolerancia del sistema inmunitario al tumor. Lógicamente, el sistema inmunitario de estos ratones no funciona al 100%, porque si no, no crecería un tumor humano, pero aun así podemos estudiar su reacción”.
Un ciervo con su cornamenta. (Foto: NPS /J Tobiason)
Reducción de tamaño y necrosis alrededor del tumor
Nicolás Alegría (de la UCLM y que también trabaja habitualmente en un laboratorio de la UPM), se muestra optimista con los resultados en cultivos celulares: “Probamos el DVA en 4 líneas de cáncer colorrectal (DLD-1, HT-29, SW480 y SW620), tres de cáncer de mama (MCF7, SKBR3 y PA00) y, en colaboración con el grupo de L’Aquila, en las de glioblastoma U87MB y U251 y la de leucemia THP-1. Algunas son de crecimiento rápido, otras lento; algunas son sensibles a la quimioterapia y derivan de un tumor primario (primera aparición), otras son quimiorresistentes y derivan de un tumor secundario. El DVA fue efectivo en todas las líneas con un promedio de mortalidad de entre el 20 y el 40%. Salvo algún caso puntual, no afectó a las células sanas y redujo la capacidad de metástasis de todas las formas de tumor”.
Una parte importante de los resultados provino del examen histológico y de la expresión génica. Tal como indica Carmen Ramírez Castillejo “el resto que queda del tumor muestra necrosis licuefactiva. Se muere. Esto se vio tanto en las células del tumor como en los vasos sanguíneos rotos que lo alimentan. Además, el estudio de las citoquinas (moléculas utilizadas en comunicación entre células) mostró que el DVA aumentaba la expresión de genes relacionados con el ataque inmunitario al tumor, mientras que redujo la de genes que inducen la tolerancia inmunitaria y permiten su crecimiento”.
Para los investigadores, otro de los efectos más impactantes se encontró en el experimento con ratones con glioblastoma humano (injertado bajo la piel).
Tal como indica el Dr. Landete, catedrático de la UCLM y coordinador del trabajo: “En colaboración con el grupo del Dr. Festuccia, administramos el DVA, inyectado o por vía oral. Contrariamente a lo que pensábamos, a pesar de digerirse por vía oral, el DVA fue casi tan efectivo como inyectado, reduciendo el peso del tumor un 61% frente al 66% intraperitoneal. Esto es importante porque una futura medicina basada en una proteína o biomolécula del DVA podría suministrarse en pastillas. El bazo, que es un órgano relacionado con el sistema inmunitario, redujo más su peso cuanto más se reducía el tumor”.
Buscar la molécula adecuada para crear un fármaco
¿Sería posible utilizar el extracto de tejido de cornamenta de ciervo en crecimiento? El Dr. Andrés García, con una experiencia de 30 años en el estudio y manejo de los ciervos de la granja de la UCLM, lo explica: “En Nueva Zelanda y otros países ya se venden píldoras de polvo de cuerna en crecimiento como complemento nutricional. Sin embargo, una medicina requiere tener una única sustancia con un efecto en la salud y efectos secundarios conocidos, además de tener una concentración constante. El extracto no cumple con los requerimientos de una medicina. El objetivo de esta línea de investigación es dar los primeros pasos para encontrar la molécula o moléculas que tienen el efecto, y que un día una empresa farmacéutica la produzca como tratamiento anticáncer de amplio espectro y sin efectos secundarios”.
¿Cuáles son los siguientes pasos de esta línea de investigación y desarrollo? Tal y como indican los investigadores, se están trabajando en cultivos de células inmunitarias humanas para ver si el DVA aumenta su proliferación, además de otros efectos. Asimismo, aún se debe comprobar qué efectos produce el DVA en un ratón con su sistema inmunitario completo, lo que quiere decir que el tumor no puede ser humano.
“En este experimento es importante no solo saber qué efecto produce el DVA en el tumor, sino también comparar dos casos normales (sin tumor) para ver qué efectos produce el DVA en el sistema inmunitario si no hay tumor”, concluyen. (Fuente: UPM)