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Redacción
Viernes, 28 de Junio de 2024
Conducta animal

Un grupo de mariposas atraviesa volando el océano Atlántico

Unos científicos han documentado un vuelo de más de 4.200 kilómetros sobre el océano Atlántico, desde África a la Guyana Francesa, realizado por mariposas carderas (de la especie Vanessa cardui). Es la primera vez que se demuestra científicamente que un grupo de mariposas atraviesa volando el océano Atlántico. La distancia cubierta constituye un récord para un insecto.

 

El estudio lo ha realizado un equipo internacional integrado por expertos del Instituto Botánico de Barcelona (IBB, centro mixto del Consorcio Museo Ciencias Naturales de Barcelona y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España), así como del Instituto de Biología Evolutiva (IBE, centro mixto del CSIC y de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona), el Instituto Botánico W. Szafer (Polonia), la Universidad de Ottawa (Canadá), y la Universidad Harvard (Estados Unidos).

 

El viaje duró entre cinco y ocho días y fue energéticamente posible gracias a la ayuda de los vientos alisios.

 

En octubre de 2013, el investigador del Instituto Botánico de Barcelona del CSIC Gerard Talavera identificó varias mariposas carderas en las playas atlánticas de la Guyana Francesa. Estas observaciones eran completamente inusuales, ya que esta especie no se encuentra en Sudamérica. ¿De dónde venían?

 

Un enfoque multidisciplinar ha permitido descifrar la ruta y el origen de estas mariposas. Las dos hipótesis de partida eran que podrían haber nacido en Norteamérica, donde se encuentran las poblaciones más cercanas, o bien en África o Europa. Mediante el análisis de trayectorias de vientos, los investigadores observaron un patrón sostenido de direccionalidad desde el oeste de África, lo que abría la posibilidad de que hubieran cruzado el Atlántico.

 

Al estudiar la diversidad genética de las mariposas, lo que requirió reunir muestras de poblaciones de todos los continentes, los investigadores determinaron que los ejemplares observados en América del Sur estaban relacionados con poblaciones en Europa y África, lo que a su vez descartaba la posibilidad de un origen en América del Norte. Los investigadores también analizaron el ADN del polen que las mariposas transportaban en sus cuerpos, e identificaron dos especies de plantas que únicamente se encuentran en África tropical, demostrando así que las mariposas visitaron flores en esa región.

 

Por último, el equipo, encabezado por Tomasz Suchan del Instituto Botánico W. Szafer, analizó los isótopos estables de hidrógeno y estroncio a partir de las alas de las mariposas. Las alas preservan señales isotópicas propias del lugar donde se criaron en su fase larvaria, lo que permite inferir su origen natal. Con estos datos, determinaron que su origen estaba, muy probablemente, en países del oeste de Europa como Francia, Irlanda, Reino Unido o Portugal.

 

“Las mariposas carderas llegaron a Sudamérica desde el oeste de África, volando como mínimo 4.200 kilómetros sobre el Atlántico. Pero su viaje pudo ser todavía más largo, iniciándose en Europa y pasando por tres continentes, lo que supone una migración de 7.000 kilómetros o más. Esto es un hito extraordinario para un insecto tan pequeño”, explica Clément Bataille, profesor de la Universidad de Ottawa en Canadá y coautor del estudio.

 

“Solemos ver las mariposas como símbolo de la fragilidad de la belleza, pero la ciencia nos demuestra que pueden realizar hazañas increíbles. Aún queda mucho por descubrir de sus capacidades” destaca Roger Vila, investigador del Instituto de Biología Evolutiva y coautor del estudio.

 

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Una mariposa cardera a punto de emprender el vuelo. (Foto: Roger Vila)

 

Con la ayuda de los vientos

 

Los investigadores han modelado el coste energético del viaje y calculan que el vuelo a través del océano, sin parada alguna, duró entre 5 y 8 días. Este fue energéticamente posible porque fue facilitado por corrientes de vientos favorables. “Las mariposas solo podrían haber completado este vuelo utilizando una estrategia que alternara entre el mínimo esfuerzo para no caer al mar, facilitado por vientos ascendentes, y el vuelo activo, que requiere mayor consumo energético. Calculamos que, sin viento, las mariposas podrían haber volado un máximo de 780 kilómetros hasta consumir toda su grasa y, por tanto, su energía”, comenta Eric Toro-Delgado, uno de los autores del estudio.

 

Los investigadores destacan la importancia de la capa de aire sahariana como una potencial autopista aérea de dispersión. Estas corrientes de vientos, que son predominantes durante todo el año, transportan grandes cantidades de polvo sahariano desde África a América y participan en importantes ciclos biogeoquímicos. La porción de componentes biológicos transportados, incluyendo organismos vivos, sin embargo, debería ser estudiada en profundidad.

 

Migraciones en el contexto de cambio global

 

Este hallazgo señala que pueden existir corredores aéreos naturales que conectan continentes y que podrían estar facilitando la dispersión de especies a una escala mucho mayor de lo que se había imaginado. “Este descubrimiento abre nuevas perspectivas sobre las capacidades de los insectos para dispersarse a largas distancias, incluso a través de mares y océanos. Es posible que estemos infravalorando la frecuencia y el impacto que suponen estos movimientos para nuestros ecosistemas”, comenta Gerard Talavera. “A lo largo de la historia, los fenómenos migratorios han sido importantes en definir las distribuciones de las especies tal y como las observamos hoy en día”, añade.

 

El personal investigador destaca que, con el calentamiento global y los cambios de patrones climáticos, será probable observar mayores alteraciones e incluso un aumento en estos eventos de dispersión de larga distancia, lo que podría tener repercusiones importantes para la biodiversidad y los ecosistemas de todo el mundo.

 

“Es imprescindible promover rutinas de monitoreo sistemático de insectos en dispersión, lo que podría contribuir a predecir y mitigar posibles riesgos para la biodiversidad derivados del cambio global”, concluye Talavera.

 

El estudio se titula “A trans-oceanic flight of over 4,200 km by painted lady butterflies”. Y se ha publicado en la revista académica Nature Communications. (Fuente: IBB / CSIC)

 

 

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