Paleoclimatología
La deforestación con fines urbanos y agrícolas propició el ocaso de la civilización maya
Durante seis siglos, la antigua civilización maya floreció, con más de cien ciudades-estado esparcidas por lo que ahora es el sur de México y el norte de Centroamérica. Entonces, en el año 695 de nuestra era, el colapso de varias ciudades, en lo que hoy es territorio de Guatemala, marcó el comienzo del lento declive de los mayas clásicos. Se piensa que una sequía prolongada pudo haber ejercido un papel importante, pero un nuevo estudio agrega una causa adicional: Los mayas pudieron haber causado que las sequías fueran peores debido a la deforestación de los bosques con vistas a despejar espacio para las ciudades y los campos agrícolas, ocasionando que los ciclos de sequía alcanzaran niveles de sequedad aún mayores.
"No estamos diciendo que la deforestación explique toda la envergadura de la sequía, pero sí explica una parte sustancial", comenta Benjamin Cook, coautor del estudio y experto en modelación climática en el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, adscrito a la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York, y el Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, también en Nueva York.
Más de 19 millones de personas estaban repartidas por el imperio maya en su época de máximo esplendor, entre los años 250 y 900 de nuestra era. Usando registros de población y otros datos, los autores del estudio reconstruyeron la pérdida progresiva de área de selva tropical a medida que la población crecía. Luego ejecutaron simulaciones digitales para estudiar cómo las tierras que habían pasado a estar ocupadas por cultivos afectarían al clima. En la península de Yucatán, las simulaciones indicaron que la lluvia habría disminuido tanto como un 15 por ciento, mientras que en otros territorios mayas, como los del sur de México, habría descendido en un 5 por ciento. En total, los investigadores atribuyeron a la deforestación hasta un 60 por ciento de la prolongada sequía maya.![[Img #9996]](upload/img/periodico/img_9996.jpg)
Además de un clima seco en varias regiones, las ciudades-estado se enfrentaron con problemas como la superpoblación, las rutas de comercio cambiantes, las guerras y las revueltas de campesinos, problemas probablemente impulsados por la sequía.
En la investigación también han trabajado Kevin Anchukaitis del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, Jed Kaplan de la Escuela Politécnica Federal de Lausana en Suiza, Michael Puma y Max Kelley de la NASA, y Denis Gueyffier de ONERA (el Laboratorio Aeroespacial Francés).
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