Paleontología
Iaremys batrachomorpha, especie de tortuga hasta ahora desconocida que convivió con dinosaurios
El hallazgo del cráneo fosilizado de una tortuga acuática con cabeza chata que vivió hace 70 millones de años en la Patagonia junto con dinosaurios, revela detalles únicos sobre la evolución de su especie.
La especie, bautizada como Iaremys batrachomorpha, fue presentada recientemente por un grupo de investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales, la Fundación Azara y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), estas dos últimas entidades también en Argentina.
“El hallazgo de este cráneo es extraordinario. Los restos de tortugas fósiles son comunes, pero casi siempre encontramos partes del caparazón; el cráneo, tan frágil, rara vez se conserva”, explicó Federico Agnolín, paleontólogo e investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del CONICET.
El descubrimiento fue realizado cerca de la ciudad de General Roca por Raúl Ortiz, coautor de la investigación, quien encontró el único ejemplar conocido de esta especie. Según Agnolín, el nombre específico de la tortuga, batrachomorpha, significa “forma de sapo”. "Hace referencia a las características de su cráneo. Era muy plano, con los ojos orientados hacia arriba y un hocico ancho, ideal para su vida acuática y su dieta depredadora”, detalló en una entrevista con la Agencia CTyS-UNLaM.
La tortuga tenía un tamaño modesto. Su caparazón medía menos de 40 centímetros de largo. Su anatomía revela que se alimentaba de pequeños vertebrados mediante un sistema de succión. “Este tipo de alimentación, sumado a las características craneales, nos permite situarla dentro del grupo de las Hydromedusinae, un linaje de tortugas acuáticas de cuello largo que aún tiene representantes en Sudamérica”, agregó Mauro Aranciaga Rolando, coautor del estudio.
Reconstrucción del aspecto que debían tener en vida los individuos típicos de Iaremys batrachomorpha. (Ilustración: Gabriel Lio)
Este hallazgo no solo aporta datos nuevos y reveladores sobre las peculiaridades de una especie extinta, sino que también ayuda a que se conozca mejor la evolución de las tortugas quélidas en América del Sur, cuyo registro fósil es limitado. “El cráneo nos brinda información clave para interpretar la forma de vida y las relaciones ecológicas que mantenía con otras especies coetáneas, como la Yaminuechelys, otra tortuga de hábitos acuáticos que convivió en la región”, aseguró Aranciaga Rolando.
El fósil de Iaremys batrachomorpha se encuentra actualmente bajo resguardo en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales, en General Roca. La investigación forma parte del proyecto internacional “Fin de la Era de los Dinosaurios”, financiado por National Geographic. Este tipo de descubrimientos, aunque aislados, tienen un impacto significativo en el estudio de los ecosistemas prehistóricos y en cómo las especies coexistieron y se adaptaron a su entorno. “Cada hallazgo nos permite asomarnos a un pasado que todavía guarda muchos secretos”, concluyó Agnolín. (Fuente: Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM))