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Redacción
Martes, 28 de Enero de 2025
Zoología y antropología

Los piojos que recorrieron el mundo para contar la historia de la humanidad

En un estudio reciente, se recolectaron piojos de muchas partes del mundo para investigar la relación entre estos parásitos y los movimientos migratorios humanos. Se ha recurrido a estos molestos bichitos porque son indicadores perfectos de las interacciones humanas a lo largo del tiempo

 

El equipo, integrado por científicos argentinos y estadounidenses, descubrió la presencia de los piojos en grandes eventos de la historia.

 

Para realizar el estudio, los piojos viajaron primero. Antes de que Ariel Toloza, investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), llegara a Estados Unidos desde de Argentina. Cientos de frascos con estos diminutos parásitos volaron desde distintas partes del mundo hacia un laboratorio en la Universidad de Florida. Era el comienzo de un proyecto tan inusual como revelador. "Me aseguré de que los piojos llegaran antes que yo. Sin ellos, nada en esta historia tenía sentido", comentó Toloza con una sonrisa recordando la adrenalina al despachar esa valija particular.

 

El objetivo del estudio era analizar los movimientos migratorios humanos a través de la genética de los piojos. Estos parásitos, exclusivos de las personas, han evolucionado durante miles de años. Su ADN guarda huellas clave de la historia.

 

“Los piojos no saltan ni vuelan. Para contagiarse, es necesario un contacto físico cercano. Eso los convierte en indicadores perfectos de las interacciones humanas a lo largo del tiempo”, explicó el investigador, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM. En el estudio, se recolectaron muestras de piojos de distintas regiones, que fueron analizadas con marcadores genéticos específicos para trazar líneas de tiempo y patrones de migración.

 

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El doctor Ariel Toloza. (Foto: Agencia CTyS-UNLaM / CONICET / UBA)

 

El análisis genético reveló que los piojos llegaron a América junto con los primeros humanos que cruzaron desde Asia hace más de 30.000 años. Estos parásitos, fieles acompañantes de sus anfitriones, conservan huellas genéticas que reflejan aquel poblamiento inicial. “Encontramos un grupo de piojos genéticamente diferenciado, que corresponde a los primeros habitantes de América, y que ya estaba presente antes de la llegada de Colón”, explicó Toloza.

 

Sin embargo, no fue el único flujo migratorio registrado. Con la colonización europea, se identificaron variantes genéticas características del Viejo Continente que se mezclaron con las poblaciones de piojos locales, al igual que ocurrió con los humanos. Estos hallazgos confirman que los piojos ya estaban presentes en América antes de la llegada de Colón, desmintiendo teorías previas que atribuían su introducción a los colonizadores españoles. Además, el estudio permitió identificar patrones de interacción entre diferentes especies humanas, como Homo sapiens y neandertales, a través del intercambio de piojos.

 

El trabajo no estuvo exento de desafíos. "Calibrar el modelo genético fue complicado. Tuvimos que comparar nuestros datos con registros arqueológicos, como momias infestadas con piojos o peines diseñados para el control de estos insectos, para validar los resultados", relató Toloza. Los piojos también mostraron rastros genéticos de eventos claves en la historia como la Segunda Guerra Mundial, que provocaron grandes migraciones hacia América.

 

Además de su papel como marcadores históricos, los piojos tienen una importancia epidemiológica. “El piojo de la ropa, por ejemplo, es un vector de enfermedades graves como el tifus y la fiebre de las trincheras, que diezmaron poblaciones en el pasado. Aunque ahora es menos frecuente, sigue siendo una amenaza en contextos de crisis humanitaria”, advirtió Toloza.

 

El estudio también exploró las adaptaciones genéticas que permiten a los piojos resistir insecticidas, un área en la que Toloza y su equipo son expertos. En Argentina, realizan talleres educativos en escuelas para recolectar muestras de piojos vivos y probar nuevos tratamientos. “Somos de los pocos laboratorios en el mundo que pueden trabajar con piojos vivos. Esto nos da una ventaja única para investigar su resistencia a insecticidas”, afirmó.

 

En definitiva, los piojos, esos molestos polizones del pelo a los que se intenta arrancar con productos químicos, peines finos y otros dispositivos, son también viajeros históricos que guardan en su ADN las huellas de migraciones humanas, mezclas culturales y hasta las batallas contra epidemias que marcaron el destino y la historia de nuestra especie. (Fuente: Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM))

 

 

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