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Redacción
Lunes, 10 de Febrero de 2025
Psiquiatría

Las causas del autismo

A lo largo de las últimas décadas, el autismo ha dejado de ser un enigma para la comunidad científica para convertirse en uno de los desafíos neurobiológicos y sociales más relevantes de nuestro tiempo. A pesar de que aún no se ha identificado una única causa que explique el trastorno del espectro autista (TEA), la evidencia acumulada sugiere que su origen es multifactorial, combinando elementos genéticos, ambientales y epigenéticos.

 

El TEA es un conjunto heterogéneo de condiciones del neurodesarrollo caracterizado por dificultades en la comunicación, la interacción social y patrones de comportamiento repetitivos o restringidos. Con una prevalencia que se estima en uno de cada 100 niños a nivel mundial, el autismo impacta no solo a los individuos, sino también a sus familias y a la sociedad en general. La investigación actual revela que, en la mayoría de los casos, no existe un único “culpable”, sino la convergencia de múltiples factores que influyen en la formación y organización del cerebro durante el desarrollo fetal y en la infancia temprana.

 

Factores Genéticos: La Base Hereditaria

 

La Influencia del Genoma

 

Los estudios epidemiológicos y de gemelos han demostrado que la heredabilidad del autismo es alta. Se estima que hasta el 80% del riesgo puede estar relacionado con factores genéticos, lo que indica que ciertas variantes del ADN predisponen a los individuos al TEA. Investigaciones han identificado más de 30 genes implicados en el riesgo de desarrollar autismo, entre ellos aquellos responsables del “cableado” neuronal y la comunicación sináptica, como el SHANK3, NRXN1 y SYNGAP1. Estos genes influyen en el desarrollo cerebral desde etapas muy tempranas, afectando procesos como la formación de sinapsis y la plasticidad neuronal.

 

Mutaciones de Novo y Variaciones Genéticas

 

Además de las variantes heredadas, en algunos casos se han detectado mutaciones de novo (que surgen de forma espontánea) que pueden incrementar el riesgo de TEA. La presencia de estas mutaciones, que no se encuentran en los padres, explica por qué en familias sin antecedentes claros puede aparecer el trastorno. La diversidad genética en el autismo refuerza la idea de que no se trata de un único trastorno, sino de una condición que abarca múltiples subtipos con diferentes perfiles genéticos.

 

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Factores Ambientales: Influencias del Entorno

 

Condiciones Prenatales y Perinatales

 

Las condiciones durante el embarazo son un área de investigación fundamental. Se ha observado que complicaciones como partos prematuros, bajo peso al nacer o problemas durante el parto que reducen el aporte de oxígeno al cerebro pueden aumentar el riesgo de autismo. Asimismo, ciertas condiciones médicas maternas —como la diabetes gestacional o la hipertensión— pueden desencadenar alteraciones en el desarrollo neurológico del feto.

 

Exposición a Sustancias Tóxicas y Contaminantes

 

La exposición prenatal a sustancias químicas también ha sido identificada como un factor que puede contribuir al TEA. Estudios han relacionado la exposición a pesticidas, disrruptores endocrinos (como el bisfenol A, BPA) e incluso contaminantes del aire con cambios en la expresión de genes relacionados con el autismo. Por ejemplo, investigaciones recientes han señalado que el BPA puede alterar el crecimiento y la viabilidad neuronal, con efectos que varían según el sexo del feto . Estos hallazgos subrayan la importancia de evaluar el entorno en el que se desarrolla el embrión y el neonato, puesto que pequeños cambios en la exposición ambiental pueden desencadenar respuestas biológicas con consecuencias a largo plazo.

 

Estilo de Vida y Factores Socioeconómicos

 

Aunque menos estudiados, factores como el estrés materno, la nutrición y las condiciones socioeconómicas también pueden interactuar con la predisposición genética para modular el riesgo del TEA. La calidad de la alimentación, la exposición a micronutrientes esenciales (por ejemplo, el zinc) y el manejo del estrés durante el embarazo pueden influir en la expresión génica y en la salud del sistema nervioso en desarrollo.

 

Factores Epigenéticos y Neurológicos: Más Allá del ADN

 

Mecanismos Epigenéticos

 

La epigenética estudia los cambios en la expresión génica que no implican modificaciones en la secuencia del ADN. Durante el desarrollo fetal, factores ambientales pueden inducir reprogramaciones epigenéticas que alteran la manera en que se activan o silencian ciertos genes, con efectos potenciales en la arquitectura y función cerebral. Estas modificaciones pueden, a su vez, predisponer a los individuos a desarrollar autismo, incluso en ausencia de mutaciones genéticas evidentes. La interacción entre el ambiente y el genoma, a través de mecanismos epigenéticos, es un campo de creciente interés que podría explicar la variabilidad en la manifestación del TEA.

 

Descubrimientos en el Ámbito Molecular

 

Recientes investigaciones han aportado información innovadora sobre los mecanismos moleculares implicados en el autismo. Un ejemplo notable es el estudio realizado por científicos del IRB Barcelona, que ha identificado la ausencia de un microexón en la proteína CPEB4 como un posible desencadenante en algunos casos de autismo idiopático. Esta pequeña secuencia de 24 letras en el ADN (GCAAGGACATATGGGCGAAGGAGA) es esencial para la correcta función de CPEB4, la cual regula la expresión de numerosos genes cruciales para el desarrollo cerebral. La falta de este segmento provoca que la proteína forme agregados anómalos, alterando la comunicación neuronal y, potencialmente, desencadenando síntomas del TEA.

 

Neuroinflamación y Conectividad Cerebral

 

Otra línea de investigación sugiere que la neuroinflamación durante el desarrollo fetal y la alteración en la conectividad cerebral pueden desempeñar un papel importante en el autismo. Las células gliales, como los astrocitos y la microglía, son fundamentales en el mantenimiento del ambiente neuronal; cuando estos sistemas se activan de forma anormal, pueden contribuir a una desorganización en la formación de circuitos cerebrales, afectando procesos como el aprendizaje, la memoria y la socialización.

 

Desmitificando Mitos: El Caso de las Vacunas

 

Una de las controversias más persistentes en torno al autismo es la supuesta relación entre las vacunas y el desarrollo del TEA. Numerosos estudios científicos, incluidos metaanálisis y revisiones sistemáticas, han demostrado de forma concluyente que las vacunas infantiles, incluyendo aquellas que contienen timerosal o aditivos, no aumentan el riesgo de autismo. Las investigaciones realizadas por instituciones como los CDC y la Organización Mundial de la Salud han dejado en claro que los beneficios de la vacunación superan ampliamente cualquier riesgo potencial, desmintiendo de manera rotunda la hipótesis que vincula las vacunas con el autismo.

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